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¿El Mar Egeo: la nueva preocupación de la UE?

29/04/24

Publicado en

Diario de Navarra

Mireya Urdangarin |

Estudiante del Grado en Filosofía, Política y Economía (PPE)

El 24 de febrero de 2022, Vladimir Putin ordenó invadir Ucrania, lo que desencadenó el inicio de la guerra entre Rusia y el país gobernado por Zelenski. Es innegable que dicho acontecimiento no solo ha marcado un antes y un después en la historia de las potencias implicadas, sino que también ha supuesto un punto de inflexión en la política exterior de la Unión Europea. No obstante, el enfrentamiento que está teniendo lugar en el frente de Europa del Este, no es el único área de conflicto que pone en jaque la seguridad del Viejo Continente. A esta amenaza se une el reciente enfrentamiento que está teniendo lugar entre Israel y Gaza. Por todo ello, en un contexto en el que las guerras comienzan a asediar a la Unión Europea, dicha organización necesita más que nunca asegurar la fortaleza de sus fronteras y la colaboración estrecha entre sus miembros. Sin embargo, la pugna que mantienen Turquía y Grecia en el Mar Egeo por los derechos de sus aguas territoriales también supone una amenaza para la seguridad de la UE, especialmente desde que en los últimos años las tensiones entre ambos han ido in crescendo hasta traducirse en amenazas de conflicto armado.

La raíz de este conflicto reside en que ambos contendientes tienen una interpretación opuesta de los tratados internacionales que definen la titularidad de las aguas territoriales pertenecientes a cada país. Como consecuencia, cuando en el año 2020 Turquía envió su buque de investigación sísmica; Oruc Reis cerca de la isla griega de Kastellorizo, dicha expedición supuso para Grecia una violación de su territorio. Según el país heleno, tal y como estipula la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), la embarcación turca había navegado por un espacio que pertenecía a Grecia. No obstante, Turquía no reconoció dichas reclamaciones. Finalmente, en 2022 las tensiones llegaron a su punto álgido cuando ambos países se acusaron mutuamente de violaciones de su espacio aéreo y marítimo.

Para la Unión Europea dicho panorama es alarmante, pues el estatus legal y económico que ostentan ambos países hacen que esta contienda en potencia represente una amenaza directa para sus intereses geopolíticos.

Tanto Turquía como Grecia son miembros de la OTAN, por lo que si alguno de ellos llega a materializar sus intimidaciones, dicho organismo se vería envuelto en una situación sin precedentes, pues desde su creación en 1949, no se han producido agresiones entre los países miembros. Es por ello, que al no tratarse de una contienda en la que uno de los dos contendientes sea externo a la alianza, el artículo 5, el cual establece que “Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias”.      

El problema central de este conflicto es que como ambos países pertenecen a la OTAN, dicho artículo no puede ser aplicado. Así, la ausencia de protocolos específicos que contemplen una agresión entre miembros de la alianza, suscita interrogantes sobre qué ocurriría en caso de que alguno de los dos países ataque al otro.

Por otra parte, Grecia forma parte de la UE, mientras que Turquía, a pesar de no pertenecer a dicha organización, posee una relación económica especial basada en el establecimiento de una unión aduanera entre ambas potencias. Este acuerdo tiene una gran importancia puesto que permite la libre circulación de mercancías, la aplicación de un arancel externo común así como la alineación de la legislación turca con la normativa comunitaria del mercado interior.

En suma, es necesario traer a colación que el Mar Egeo es un corredor vital para el comercio internacional, en tanto que conecta el Mar Meditarráneo y el Mar Negro, facilitando el tráfico marítimo de mercancías entre Asia, África y Europa.

Ante el panorama descrito, parece evidente que la Unión Europea junto con la OTAN deberán poner en práctica aquellos valores que llevan por bandera; el diálogo y la diplomacia, con el objetivo de promover la paz y la cohesión territorial entre Turquía y Grecia, potencias que por su condición de países colindantes y miembros de la UE y de la alianza norte, están condenados a entenderse, a respetarse y a llegar a un acuerdo.