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29 de mayo, 2018

COMENTARIO / Alejandro Palacios

Las revueltas violentas en Nicaragua, la guerra en Siria o la situación en Yemen son ejemplos de algunos de los episodios más cruentos que se están viviendo alrededor del mundo. Tales episodios están, en su mayoría, agravados por la mentalidad disgregadora que impera en buena parte de las sociedades a nivel mundial. El fomento de una cultura de paz inclusiva es uno de los retos que plantea el sociólogo y matemático noruego Johan Galtung.

Johan Galtung es considerado, debido su larga trayectoria y amplia experiencia académica, como uno de los mejores expertos en el tema de la resolución alternativa de conflictos. Además, ha sido el fundador de dos de las instituciones más renombradas en el campo de la resolución de conflictos, como son el Instituto Internacional de Investigación de la Paz en Oslo (1959) y la Revista de Investigación sobre la Paz (1964). Por ello, sus libros y ensayos han tenido amplio eco en la comunidad de expertos en esta materia. Aquí nos vamos a centrar especialmente en su obra “Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación y resolución”, publicada en 1999 y aún hoy de gran vigencia, pues arroja luz sobre las causas del conflicto y sus posibles soluciones.

Su tesis principal es que el conflicto es innato en la sociedad en tanto que existen una serie de recursos limitados y los intereses se solapan, sin embargo, el que éstos deriven en violencia depende de la voluntad de cada cual. En sus propias palabras: “La violencia no es como el comer o las relaciones sexuales, que se encuentran por todo el mundo con ligeras variaciones”. Es por ello, que el autor rechaza la tesis de Hobbes en la famosa frase “Homo homini lupus”, es decir, que el hombre, en su estado de naturaleza, tiende a su extinción. A partir de este punto Galtung proporciona una serie de aspectos que el trabajador por la paz debe tener en cuenta para la correcta resolución de un conflicto.

Galtung hace énfasis en la necesidad de un profundo análisis del conflicto con el fin de entender su multidimensionalidad. De otra manera, el trabajador por la paz podría hacer un diagnóstico erróneo del mismo. Él lo expresa así: “Uno de los problemas es no comprender que el conflicto tiene una dimensión más amplia. Por ello, a veces se le puede no estar dando el tratamiento adecuado (como si el médico dijera que una inflamación del tobillo es una enfermedad del tobillo y no una disfunción cardiaca // o el hambre como insuficiente ingestión en la comida y no un problema social)”.

Para hacer esta tarea algo más sencilla, Galtung nos proporciona dos triángulos de la violencia, que se relacionan entre sí. El primero es el triángulo ABC: Actitudes adoptadas frente al conflicto o peace-making; conductas adoptadas o peace-keeping; y contradicción subyacente en el conflicto (de raíz) o peace-building. El segundo triángulo nos indica que hay dos tipos de violencia: la visible y la invisible. La visible es la violencia directa y la invisible es la violencia cultural (que causa o alimenta a la directa) y estructural. Es por ello que el autor insiste en la importancia del fomento de una cultura de paz en la cual predominen mecanismos pacíficos para resolver un conflicto sin recurrir a la violencia, es decir, una cultura basada en la no violencia, la empatía y la creatividad (para ir más allá de las estructuras mentales de las partes en un conflicto). Así, la llamada regla de oro “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”, dice, es una buena forma de empezar a forjar dicha cultura. Aunque esta, asegura, tiene un problema: que los gustos son distintos.

 

 

La política, según Galtung, puede ayudar a crear esta cultura que él estima esencial para evitar en la medida de lo posible la violencia. Galtung considera la democracia como mejor sistema para crear lo que él llama una “cultura de paz”. Sin embargo, él mismo realiza una serie de críticas a este sistema político. En primer lugar, asegura que la democracia equivale a la dictadura del 51% frente al resto. Esto es algo que, sin embargo, está mitigado gracias a los derechos humanos, como él mismo reconoce. En segundo lugar, el autor asegura que la suma de todas las democracias no es la democracia universal. Una acción que afecte a otros Estados no tiene legitimidad solo por haber sido adoptada democráticamente (algo mitigado por las organizaciones internacionales, pero que puede derivar en la situación descrita en primer lugar). La conclusión que se extrae de todo esto es que la democracia conlleva un cierto grado de violencia estructural, pero menor que con otros sistemas de gobierno.

Por último, Galtung realiza una comparación entre la forma occidental y la oriental de resolver una controversia desde la perspectiva de la dimensión temporal de un conflicto. Mientras que la occidental hace uso de un enfoque diacrónico del tiempo, es decir, a lo largo del tiempo, la oriental hace uso de un enfoque sincrónico del mismo, o sea, al mismo tiempo. En resumen, la perspectiva oriental trabaja en las tres áreas de resolución, reconciliación y reconstrucción (las 3R) sucesivamente y no una detrás de otra, como hace el mundo occidental.

Los expertos en materia de conflictos establecen una clara distinción entre tres tipos de conflictos. Por un lado tenemos la violencia directa personal (verbal o física); la violencia estructural indirecta (explotación política y económica); por último, está la violencia cultural. En concreto, el economista inglés Kenneth Boulding critica el análisis de Galtung sobre la base de que éste analiza los conflictos desde una perspectiva únicamente estructuralista. De esta manera, se critica, por un lado, que el método utilizado es muy taxonómico, ya que, según Boulding, “la taxonomía es una comodidad de la mente humana en lugar de una descripción de la realidad”. Por otro lado, se critica el énfasis que Galtung pone en la igualdad, en contraposición con las jerarquías, para la mitigación de conflictos, pues, según el británico, Galtung no tiene en cuenta que dicha igualdad tiene consecuencias negativas en cuanto a la calidad de vida y la libertad.

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