Del aeropuerto al ‘spaceport’

Del aeropuerto al ‘spaceport’: Aumenta la lista de los puertos espaciales

ANÁLISIS

17 | 07 | 2024

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España quiso que la ESA tuviera su gran base de lanzamientos en la isla canaria de El Hierro; el Miura partió desde Huelva, pero su misión orbital saldrá desde la Guayana Francesa

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El transbordador ‘Atlantis’, en el museo de Cabo Cañaveral [NASA]

Los lanzamientos son la base de toda actividad espacial. Sin embargo, una enorme infraestructura y preparación es necesaria, y los puertos espaciales son capaces de elaborar de manera conjunta y concentrada en una misma área geográfica gran parte de ella. Por eso, la posesión de un puerto espacial en suelo propio es un factor determinante para participar de modo decisivo en la actividad estratégica y económica de la industria espacial global.

Un puerto espacial es el espacio geográfico elegido para llevar a cabo el desarrollo de los proyectos de este calibre, especialmente la fase de lanzamiento. Esta incluye generalmente todas las actividades y operaciones hasta que la nave se estabiliza en su posición orbital definitiva, incluidas todas las actividades de apoyo. Además de la fase final de lanzamiento, en el centro espacial se pueden llevar a cabo actividades en las fases de desarrollo, fabricación, test y mantenimiento. La mayoría de los lanzamientos espaciales orbitales se han llevado a cabo desde puertos espaciales terrestres, pero es posible hacerlo desde puertos marítimos.

Un informe del Center for Strategic & International Studies (CSIS) dedicado a los puertos espaciales recordaba en 2019 que estos nacieron vinculados a las pruebas de misiles y algunos han seguido vinculados al sector militar, como es el caso del centro de lanzamiento de satélites de Wenchang (China), que comparte instalaciones con una base militar del Ejército de Liberación Popular (PLA). También, hace más de 60 años, la Unión Soviética ponía en órbita el primer satélite artificial desde el Cosmódromo de Baikonur, usando un derivado de su modelo de cohete R-7, considerado el primer misil balístico intercontinental. Históricamente, muchos de estos primeros puertos espaciales se construyeron en secreto para desarrollar este tipo de misiles en plena Guerra Fría, por lo que probablemente ha habido proyectos cuyos datos siguen sin conocerse.

El informe del CSIS contabiliza la existencia de 22 puertos espaciales orbitales en activo (los que han llevado a cabo al menos un lanzamiento orbital exitoso) y cinco puertos espaciales inactivos (los que desarrollaron actividades de puesta en órbita en el pasado, pero no lo han hecho al menos en los últimos diez años). A esto pueden añadirse los cinco puertos espaciales suborbitales que hoy funcionan y que probablemente en el futuro puedan realizar lanzamientos orbitales. El CSIS considera que otros quince puertos espaciales, a partir de proyectos ya existentes, podrán sumarse en el medio plazo.

Ahora bien, la construcción de un puerto espacial es un proyecto de gran envergadura, sujeto a un estudio detallado de las condiciones del lugar y de una serie de factores que afectan a los lanzamientos espaciales. Esto incluye consideraciones geográficas y políticas.

Consideraciones geográficas

Dentro de las consideraciones geográficas, la latitud juega un papel clave. Una baja latitud y, en consecuencia, proximidad al ecuador terrestre, reduce enormemente la distancia a las diferentes órbitas, y la cantidad de combustible y potencia necesarios para poner un objeto en órbita. Por eso los países miembros de la Agencia Espacial Europea se ven beneficiados por la existencia del puerto espacial de Kourou, en Guyana Francesa, situado a solo 5,2˚N del ecuador, siendo el más cercano a esta línea central terrestre en activo. Los cohetes lanzados desde este centro aprovechan la velocidad de rotación de la Tierra para conseguir resultados eficaces con menos esfuerzo.

Los lanzamientos en dirección este también son clave para aprovechar al máximo esta fuerza rotatoria de la Tierra. Por ello, aquellos puertos espaciales capaces de llevar a cabo estos lanzamientos de manera libre y sin impedimentos de ningún tipo (como pueden ser núcleos de población o la presencia de otro estado al este) sacarán el máximo partido a esta fuerza natural de nuestro planeta. Esto, sin duda, se traducirá en reducción de costes, ya que el combustible y la potencia necesarios serán también mucho menores. Se calcula que este tipo de lanzamientos aportan a los cohetes un impulso adicional de 1.650 km/h hacia el este en el puerto espacial de Kourou. Sin embargo, no todas las órbitas requieren un lanzamiento en dirección este. Por ejemplo, los lanzamientos de objetos a otras órbitas, como las polares (en las que los satélites viajan sobre los polos norte y sur) o las retrógradas (en las que los satélites viajan en dirección contraria a la rotación de la Tierra), se benefician de lanzamientos en dirección norte/sur y oeste, respectivamente. Por ello, la situación geográfica de un puerto espacial puede ser más o menos beneficiosa, dependiendo del objetivo de la misión.

Otro factor clave a considerar es la existencia de lugar disponible para dejar caer las etapas consumidas del cohete, o su combustible, sin causar daños. Por ello, los puertos espaciales deben estar construidos en zonas en las que no haya núcleos poblacionales cercanos, ni flora y fauna que aumente los factores de riesgo. A esto se le suma la necesidad de condiciones climatológicas favorables. En 1996, un cohete Long March 3B procedente del centro de lanzamiento de satélites de Xinchang (China) impactó cerca de un pequeño pueblo, acabando con la vida de seis personas. Este desastre es considerado como uno de los peores accidentes de lanzamiento espacial de la historia. La cercanía de áreas pobladas es un notorio problema de la localización de este puerto chino, hasta el punto de amenazar a los habitantes de la remota zona de Xinchang varias veces al año.

Consideraciones políticas

Pese a que las condiciones geográficas son realmente importantes factores a tener en cuenta, valorar la situación política es de igual o incluso de mayor relevancia, como destaca el CSIS.

En primer lugar, los puertos espaciales deben ser fácilmente accesibles por la parte o partes interesadas. El ejemplo del Cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, es probatorio de ello. Hasta la desintegración de la URSS, los soviéticos habían gozado de acceso sin límites a este centro espacial, construido por ellos mismos. Sin embargo, a partir de la independencia de esta república en 1991, Rusia se ha visto obligada a pagar al nuevo país independiente en torno a 155 millones de dólares anuales, para mantener el acceso. De esta manera, poseer la completa jurisdicción y acceso incontrolado es clave. Otro ejemplo viene dado con la invasión de Ucrania, tras la cual la Agencia Espacial Europea (ESA) cortó totalmente lazos con la rusa Roscosmos. Esto supuso que los proyectos con presencia rusa que se llevaban a cabo desde el Centro Espacial de Kourou en la Guyana Francesa fuesen cancelados, como fue el caso del proyecto ExoMars(proyecto conjunto de la ESA y Roscosmos). También se dejaron de utilizar modelos de cohete rusos, como Soyuz.

En segundo lugar, considerar el espacio aéreo vecino es mandatorio. Volviendo al caso del Cosmódromo de Baikonur, Rusia se ha visto obligada a llegar a un acuerdo con Kazajistán para hacer uso de su espacio aéreo. El ejemplo de Israel y su Base Aérea de Palmajim es también digno de mención. Los israelitas se ven limitados a poner cohetes en órbita lanzados en dirección oeste, debido a la inestabilidad política y a sus relaciones con sus países vecinos orientales. Para buscar órbitas más elevadas, deben colocar sus cargas útiles en sistemas de lanzamiento extranjeros, haciéndolos dependientes. Este caso demuestra claramente como un país se puede ver enormemente limitado en su actividad espacial debido a factores de estabilidad política.

Por último, la sensibilización de la opinión pública es un aspecto a tener en cuenta, estando estrechamente ligado a la entrada del factor comercial en el sector espacial, de la mano de empresas como SpaceX, Blue Origin o Virgin Galactic, y la existencia de cada vez más iniciativas que buscan debatir sobre el futuro del espacio y su regulación. También los estados buscan la aquiescencia ciudadana con sus proyectos espaciales, que requieren importantes dotaciones presupuestarias.

Puertos espaciales del mundo

En la actualidad, de acuerdo con la lista mencionada, existen 22 puertos espaciales en activo: cinco en Estados Unidos, cuatro en China, tres en Rusia, dos en Japón y uno, respectivamente, en Corea del Norte, Corea del Sur, Guyana Francesa, Kazajistán, India, Irán, Israel y Nueva Zelanda.

Los cinco puertos espaciales más usados del mundo son los de Kourou (Guayana Francesa), Cabo Cañaveral/Centro Espacial Kennedy (Florida), Vandenverg (California), Baikonur (Kazajistán) y Plesetsk (Rusia).

Además, existen cinco puertos categorizados como inactivos, ya que no han llevado a cabo ningún lanzamiento orbital en los últimos diez años, localizados en Rusia, Kenia, Argelia y Australia. El Centro Espacial Luigi Broglio, situado en Kenia y operado por la NASA y la Universidad Sapienza de Roma, fue cayendo en desuso debido a la inestabilidad política de África Oriental. El Campo de Experimentación de Proyectiles de Woomera, en Australia, está actualmente inactivo. Sin embargo, estaría siendo considerado como opción para realizar lanzamientos espaciales comerciales, de la mano de compañías privadas como Kistler Aerospace, SpaceX y Virgin Galactic.

Otros centros se sumarán probablemente a la lista. Como indica el CSIS, por un lado, está la concesión de licencias de ‘puerto espacial comercial’ por parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos a siete ubicaciones, situadas en Colorado, Houston, Texas, California, Oklahoma y Nuevo México. Por otro, los puertos espaciales que ya han llevado a cabo con éxito operaciones suborbitales tienen grandes posibilidades de alcanzar órbita en el futuro. Se trata de instalaciones localizadas en Brasil, Noruega, Georgia (Estados Unidos) y Corea del Norte, así como el operado por la compañía privada estadounidense Blue Origin en Texas.

Es relevante mencionar el caso de Brasil, con el Centro Espacial de Alcántara, situado a sólo 2,4˚N. Estando prácticamente en la misma línea ecuatorial, de completar con éxito un lanzamiento espacial orbital en el futuro, este centro se convertiría en el de menor latitud del mundo, superando al de Kourou en la Guyana Francesa. Por último, varias propuestas se han presentado para futuros proyectos, incluyendo centros en Estados Unidos (Alaska), Australia, Reino Unido y Portugal (islas Azores).

El caso español

España no aparece aquí porque sus proyectos se mueven de momento en el horizonte suborbital. En octubre de 2023 la empresa privada PLD Space realizó desde el pequeño centro de El Arenosillo, en la provincia de Huelva, el lanzamiento del cohete Miura 1. Está previsto que este evolucione hasta el Miura 5, para poder colocar satélites en órbita, en una misión prevista para 2025 que será lanzada desde Kourou.

En su día, España hizo un intento para que la Agencia Espacial Europea apostara por Canarias, en lugar de la Guayana Francesa, como base de lanzamientos de la ESA. Pero Francia, con peso en la industria aeroespacial europea, hizo valer su posesión guayanesa. Según quien entonces era el director del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Ignacio Arqueta, España elaboró un “proyecto completo” para el desarrollo de un puerto espacial en El Hierro, la isla más al sur de Canarias y suficientemente distante de Marruecos para permitir lanzamientos en dirección este. El Hierro se encuentra a la misma latitud norte que Cabo Cañaveral.

Sin embargo, “dificultades políticas locales paralizaron un gran proyecto de futuro en el que se había invertido mucho tiempo de estudio, desarrollo y esfuerzo económico”. “España podría haber tenido el centro europeo de lanzamiento, cercano al continente europeo y no tan lejano como la Guayana; todo lo que se ha desarrollado en y para Kourou por la ESA se podría haber tenido en nuestro territorio y habría sido un motor importantísimo para el desarrollo de nuestra industria”, lamentaba Arqueta en una contribución a una publicación de 2015 del Ministerio de Defensa.

Del aeropuerto al ‘spaceport’

La proliferación de actores, con un creciente número de empresas privadas que entran en un negocio antes reservado a los estados porque no tal, y la multiplicación del número de lanzamientos, facilitados por el abaratamiento y mejora técnica de los cohetes –hoy ya parcialmente reutilizables–, han creado la necesidad de más puntos desde los que operar las misiones espaciales.

La trivialización del viaje espacial, tanto tripulado como no tripulado, va camino de convertir el puerto espacial —el ‘spaceport’— en algo tan común, aunque no llegue a ser tan numeroso, como los aeropuertos que hoy conocemos.