Inmaculada Jimenez Caballero, Escuela de Arquitectura, universidad de Navarra
Hemos estado en Arco
En el calendario de invierno, junto con Fitur, Madrid Fusión, Madrid Cibeles Fashion Week y otras, un año más ARCO. Esta vez celebrando sus 30 años de edición. Sería interesante hacer una comparación del arte contemporáneo de 1981 y el de 2011, pero en esta ocasión me gustaría exponer dos cuestiones a mi modo de ver dignas de considerar aprovechando la efeméride.
La primera se refiere a los nuevos modos del mercado del Arte Contemporáneo. Por primera vez, en enero de 2011, se celebró la primera feria internacional de arte contemporáneo en la red: VIP International Contemporary Art Fair. El desarrollo, participación, galerías, clientes, negocio, incluso coste de la "entrada" dejó bastante obsoleto el modelo del recinto ferial madrileño. Una vez más, la atención se traslada a la red. ¿Qué va a ser del componente espectáculo de los visitantes, cuando las operaciones realmente importantes en el mercado del arte no se realicen en el marco de una feria convencional?
Paralelamente, en algunas ciudades europeas se celebra desde hace años, la llamada Troc-Art Fair. Consiste en comprar arte contemporáneo mediante el recurso al trueque, o el alquiler con opción a compra. Uno se pasea por las salas, y deja junto a la obra seleccionada un adhesivo con su oferta: cambio la fotografía de Anthony Asael por 52 sesiones de Kenko Teiso, Rohan Graeffly cambia una obra por una exposición durante un mes en una galería de Lieja o cualquier otro artista alquila su obra hecha de latas de aluminio recicladas por 120€/mes. Por cierto, los niños también participan en esta feria fomentando la educación en el arte y iniciándoles al coleccionismo. ¿Qué será del arte contemporáneo cuando cualquiera pueda exhibir en su pared una obra de autor de reconocido prestigio y cuando en cada convocatoria de "cocooning" la obra que presida la estancia sea distinta como el modelo de vestido que luzcan los anfitriones?
La segunda idea es la participación de las administraciones en una feria que es al fin y al cabo, un mercado. No sé si sería razonable ayudar a las agencias de viaje locales, comprando uno de los viajes de ensueño que las distintas empresas ofrecen en Fitur. Tampoco si la manera de ayudar a los negocios de antigüedades sería comprar piezas de anticuarios en Feriarte para engrosar las colecciones de los museos regionales.
La manera de ayudar a un artista, Antonio López lo dice continuamente, es proporcionándole trabajo, es decir encargándole obra. Una forma de ayudar a los artistas sería poder presentar en ARCO la obra de todos aquellos que no tienen galería que les pueda presentar en ese mercado y tengan calidad de obra como para poderla exhibirla. Realizar esa labor subsidiaria en donde la iniciativa privada no llega. En caso de considerar que la administración debe estar presente en estos eventos comerciales.
El debate siempre es saludable y nos acerca a las ideas interesantes y novedosas.