Antonio Aretxabala Díez, , Geólogo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra
Navarra libre de 'fracking' y los retos futuros
NAVARRA es ya la tercera comunidad que se declara libre de fracking después de Cantabria y La Rioja. El boom del fracking es norteamericano, es verdad que ha revolucionado el mercado energético en EEUU, pero ni la geología de España, ni la distribución del territorio, ni nuestra manera de interactuar con él, de convivir con él, de desarrollar la agricultura, la ganadería o el turismo, es comparable.
Además, el debate en EEUU es abierto, el mutismo con respecto a esta técnica por parte de nuestras autoridades es cómplice del oscurantismo y la confusión que acompañan a esta técnica; hay que hablar claro y debatir, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirma que el fracking, extracción de gas pizarra o gas esquisto, por fracturación hidráulica, podría llegar a ser limpio, eso lo dice todo sobre lo que hay que avanzar con respecto a dicha técnica. Como vimos en el debate del Parlamento Europeo de noviembre de 2012, harán falta códigos más estrictos para obligar a los productores a adoptar tecnologías seguras. En el caso de España, la legislación es aún demasiado compleja y permisiva.
El riesgo es comparable al de un coche que circula a 250 por hora en autopista, puede no pasar nada y llegar antes al destino, pero si pasa…
El problema más conocido relacionado con la fractura hidráulica es el consumo de agua y su contaminación. Se necesitan unos 20 millones de litros a alta presión por cada pozo para crear las fracturas en la roca que liberarán el gas natural. El cómo deshacerse del agua contaminada utilizada en el proceso es otra de las preocupaciones. La fractura hidráulica también podría contaminar las reservas de agua potable y aumentar la contaminación del aire. La preocupación de que aumente la emisión de gases de efecto invernadero debido a los inevitables escapes de metano podría ser decisiva.
Según la AIE, en la mayoría de los casos el problema no es la contaminación de los acuíferos. La fractura hidráulica suele tener lugar a cientos de metros bajo ellos y es fácil detener la propagación de las fracturas. Para romper la roca hacen falta altas presiones. Si se deja de aplicar presión, la fracturación se detiene. Aun así, hay algunas explotaciones mediante fractura hidráulica que están relativamente cerca del nivel del agua potable y la AIE sugiere que tendría sentido prohibir el método en dichos lugares. La Ribera de Navarra entraría de lleno en este grupo.
Aun así, se han hallado niveles significativos de metano, el principal componente del gas natural, en reservas de agua potable situadas cerca de algunos sitios donde se extrae mediante fractura hidráulica. Hay defensores del medio ambiente que sugieren que este proceso, que crea fracturas en la pizarra, podría abrir un camino para que el gas natural y otros químicos alcancen acuíferos y se mezclen con el agua potable. La AIE afirma que es más probable que la contaminación del agua se deba a que las empresas extractoras construyen pozos inadecuados para conducir el gas natural.
Otro de los principales peligros asociados al fracking está relacionado con la sismicidad inducida. Este tipo de sismicidad producida por la actividad humana forma un vasto campo de estudios bien documentado desde hace décadas en ciencias geológicas y que se toma muy en serio en países como EEUU. Por desgracia no se puede decir lo mismo de España.
Aunque incluso en círculos de expertos pueda parecer ciencia ficción, los terremotos artificiales han sido una realidad durante décadas. Especialmente en las últimas. Desde hace tiempo se ha venido considerando y cada vez más entendiendo, que los terremotos pueden ser inducidos por la acumulación de agua en embalses, cambios en las condiciones climáticas, minería…, pero sobre todo por la inyección de fluidos en formaciones subterráneas.
El agua utilizada y extraída para fracking es contaminada por productos químicos y debe ser eliminada de una manera que evite la contaminación de las fuentes de agua dulce. No se puede devolver a ríos o lagos. Lo más económico es forzar un rapto geológico mediante la inyección subterránea bajo los acuíferos que abastecen de agua potable. Ese agua entonces lubrica las fallas y aumenta su presión de fluidos, y aunque sean inactivas, dispara la sismicidad incluso en zonas hasta ahora catalogadas como no sísmicas.
Hoy, gracias a estudios americanos, alemanes o ingleses, sabemos además que hay que contar con la influencia de sismos remotos en esas fallas previamente debilitadas por las actividades humanas, en especial por la eliminación con inyección a cierta profundidad del agua. Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Columbia y publicado en julio en Scienceindica que fuertes terremotos al otro lado del planeta pueden desatar temblores menores cerca de los pozos de inyección en medio de una zona no propensa a la sismicidad.
Se explica ahora que terremotos de gran magnitud como los de Chile en febrero de 2010 (8,8 Mw), Sumatra en 2012 (8,6 Mw) o Japón en 2011 (9,1 Mw) fueron responsables de otros sismos disparados en zonas tan alejadas como Oklahoma, con su ya reconocido récord sísmico de origen humano de magnitud 5,7 debido a estas prácticas, también en Colorado o Texas, pero todas con un factor común: son áreas sometidas a un alto estrés provocado por las inyecciones de aguas contaminadas provenientes de la actividad petrolífera o el fracking.
El estudio de la AIE de 2012 concluye que el proceso de fractura hidráulica, al igual que muchas otras prácticas de industrias que tienen que ver con productos químicos peligrosos, puede ser relativamente seguro si se legisla adecuadamente. La AIE calcula que las medidas necesarias para conseguir que el proceso sea más seguro aumentarían en un 7 por ciento el coste de un pozo medio.
En Navarra aún no sabemos si hemos terminado un episodio sísmico relacionado con cambios extremos de presión de fluidos bajo nuestros pies. Esperemos que con el tiempo los gobiernos reconozcan que el daño antropogénico puede convertirse en una realidad; y peor si seguimos evitando aportar fondos de investigación que deberíamos dedicar a la comprensión de esta frágil interfaz, entre la atmósfera y la hidrosfera, en la que vivimos. Nos hemos adueñado de ella, la hemos convertido en patrimonio natural o industrial, pero casi ni la conocemos, no sabemos cómo reacciona, y menos aun cómo la podemos controlar.