Asset Publisher

Back opinion_FYL_2022_10_19_balanza

La balanza, atributo y símbolo

17/10/2022

Published in

Diario de Navarra

Ricardo Fernández Gracia |

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Del mismo modo que ocurre con otros objetos, en el caso de la balanza, su uso y función determinó que, desde la Antigüedad, cobrase ciertos significados que han ido pasando por distintos periodos históricos y a través de distintas culturas. De la balanza sabemos que es expresión en el arte profano, según Tervarent, de la diosa Temis, de la mesura, la prudencia, la melancolía, el tiempo, la fama, la virtud, la dialéctica y la fortuna. Sin embargo, ante todo y, sobre todo, acompaña a la virtud de la justicia. En el arte estrictamente religioso se asocia entre otros santos, con san Miguel, san Antonino o san Mauro y a santa Clara de Montefalco.

Vamos a aportar algunos ejemplos del patrimonio navarro en torno a la presencia de la balanza, para releer algunas imágenes e interpretarlas en su contexto, a la luz del pensamiento de don Ramón María del Valle-Inclán, que habla de descubrir “el arcano de las cosas que parecen vulgares y son maravillosas”.

Con la justicia

La identificación de la alegoría de la justicia viene dada por varios atributos. Aparece muchas veces con los ojos vendados y se acompaña muy frecuentemente de la espada y la balanza, esta última como símbolo de equilibrio y equidad. El codificador de las alegorías, Cesare Ripa, afirma en su Iconología (1593) que se podía acompañar también de un haz de varas, una llama de fuego y un avestruz, por diversas razones que argumenta. En la edición francesa (Gravelot-Cochin, París, 1791) de la obra de Ripa, se describe así: “El emblema aceptado generalmente para designar a la Justicia es la balanza que pesa los derechos del ciudadano y la espada que sirve para vengar estos mismos derechos ofendidos”. Los ojos vendados hablan de la justicia que debe actuar sin ojos para nadie, porque la opinión del juez siempre estará oculta hasta que se dicte sentencia.

Su presencia es importante en los relieves de los retablos romanistas, e incluso en algunos anteriores y del primer Barroco. Junto a los titulares de los mismos, la Virgen o los mártires, venía muy bien para realizar un discurso catequético y aún encomiástico de los mismos, adaptando siempre cada virtud al santo en cuestión, por ejemplo, la fortaleza y la justicia siempre con san Miguel … etc. En ocasiones, la justicia y el resto de las virtudes cardinales, como en el retablo de Ezcároz y o el del monasterio de la Oliva, alcanzaron la categoría de grandes bultos redondos, pero lo usual es encontrarlas en relieves que las representan tumbadas, adaptándose a los rectángulos de los banquillos de los sucesivos cuerpos de los retablos. La sillería de la parroquia de Aguilar de Codés, del segundo tercio del siglo XVI, es un buen y temprano ejemplo de la representación de alegorías, como puede verse en sus tableros. En los retablos mayores de Cábrega, Learza, Ugar, Olazagutía, Berrioplano, Tirapu, Arellano y Muruzábal y en colaterales de Azagra, Ochagavía, Garisoain, Lumbier, Villatuerta o Mañeru, entre otros, se pueden contemplar virtudes teologales y cardinales con sus correspondientes atributos. La justicia, casi siempre, porta la balanza como atributo que nos permite identificarla.

En el siglo XVIII, podemos destacar las alegorías de la fachada del Ayuntamiento de Pamplona y las esculturas en madera de las capillas de Santa Ana de Tudela y de la Virgen del Camino de Pamplona.

San Miguel pesando las almas

Entre los tipos iconográficos más difundidos de la figura del arcángel san Miguel, dada su gran fama como guardián terrenal y salvador de almas, destaca el que se representa con una balanza en la que se pesan las almas en el Juicio Final. Con el término griego de psicostasis, se indica el peso del espíritu, en aras a la salvación eterna o la condenación. Al santo arcángel le correspondería esa acción de las buenas y malas acciones, en una escena que suele aparecer el diablo, utilizando todo tipo de artimañas para inclinar el platillo de la balanza a su favor.

Al arte románico pertenecen los relieves escultóricos del pesaje de las almas de la parroquia de San Miguel de Estella, Santa María de Sangüesa y Larumbe. Durante el periodo gótico encontramos la escena en diferentes artes y soportes. Del siglo XVI mencionaremos la tabla del tríptico de la Visitación de Olite, de bellísima factura, así como la pintura de Juan del Bosque del retablo de Burlada. Ambas obras se pueden contemplar en el Museo de Navarra. En las imágenes barrocas no suele ser frecuente, pero la encontramos en la gran escultura dieciochesca del castillo de Javier.

La balanza fue el motivo de que san Miguel fuese aclamado por patrón por los oficios que se servían del mencionado elemento: pasteleros, barquilleros, especieros o merceros.

Clara de Montefalco: la balanza con evocaciones trinitaria

Del resto de los santos que portan balanza como atributo, únicamente hemos de destacar la presencia en Navarra de la monja penitente agustina Clara de Montefalco (1268-1308), famosa por sus visiones y éxtasis ante la Pasión de Cristo, llegando a experimentar algunos signos de la misma. Su beatificación en 1737 hizo que se representase tanto en esculturas como en pinturas, de modo especial, en los conventos de la orden de san Agustín.

Entre los atributos que la identifican figura una balanza con tres pequeñas piedras. El número tres hay que ponerlo en consonancia con la iconografía trinitaria de san Agustín, pero en este caso hay un hecho legendario que habla de las tres piedras encontradas en su vesícula biliar. Un biógrafo del siglo XV (Carrara) expuso cómo disponiendo las piedras redondas, de distinta forma en la balanza, siempre pesaban lo mismo, por lo que “significan que en la Smª Trinidad hay un solo Dios y tres personas”. Diversos historiadores de la orden como Cariolano y Orozco recogieron el relato y lo popularizaron. Las comendadoras de Puente la Reina conservan un lienzo (c. 1737) y una escultura de la santa, ésta es obra de Francisco Pejón (1756) en su retablo mayor

En la serie de santos agustinos del convento de los Agustinos de Marcilla, realizada por el pintor sevillano José María Romero entre 1890 y 1891, encontramos a santa Clara de Montefalco, visionaria y participante de la pasión de Cristo, aparece conversando con un Nazareno, de evocaciones sevillanas. Según hemos indicado y por su devoción trinitaria se acompaña de la balanza con las tres piedras que siempre pesaban lo mismo, pese a su disposición en los platillos. Muestra también su corazón con las arma Christi.

El lienzo del Cristo del Rescate de Valencia en Tudela

Procedente de los Antonianos de Tudela, se conserva en la escalera del palacio de los marqueses de Huarte un interesante lienzo de mediados del siglo XVII, que representa la historia del Cristo del Rescate que recibió culto secular desde 1539 en el desaparecido convento de agustinas de San José y Santa Tecla y, actualmente, se encuentra en la parroquia de San Esteban de Valencia.

Narra la adquisición de una escultura en tierras musulmanas del norte de África por parte de un cristiano. Al fondo, aparece una hoguera en la que se iba a destrozar y quemar la talla, en el centro el peso y la venta de la escultura y en la parte inferior los caballeros cristianos Pedro y Andrés de Medina que observan el milagro de la balanza que no admite “ni más ni menos” que las treinta monedas de plata, ya que se había acordado que se les daría el Crucificado a los hermanos Medina por su peso en monedas argénteas.

La escasa calidad artística del lienzo se compensa por los detalles de todo tipo que se dejan ver en la pintura: trajes, actitudes, rostros, tocados y la gran balanza.

La historia de la imagen del Cristo del Rescate fue muy conocida en su tiempo. Según el relato oral y escrito recogido en la tradición, a comienzos del siglo XVI, los piratas de Argel abordaron en el Mediterráneo un barco que se dirigía a Barcelona apoderándose del cargamento y de la tripulación. Los tripulantes fueron vendidos como esclavos en el mercado de Argel y entre el cargamento incautado se encontraba la imagen de madera tallada de un Cristo Crucificado. Los piratas echaron al fuego la talla de Cristo y llenos de sorpresa vieron cómo el fuego no consumía la madera.

En Argel se encontraban, en aquellos momentos, los hermanos Pedro y Andrés de Medina negociando la liberación de una hermana suya, que años atrás había sido raptada en un ataque de piratas en la costa valenciana. Enterados los hermanos del milagro ocurrido con el Cristo, se personaron delante del jefe pirata con la intención de pagar un rescate por la imagen. Acordaron que el precio del rescate sería el peso de la talla en monedas de plata. Colocado el Crucifijo en una balanza, nuevamente se obró un milagro, porque el plato del peso sólo admitía treinta monedas de plata, ni una más, por lo que el pirata, muy a su pesar, tuvo que entregar la imagen a los hermanos Medina, que embarcaron rumbo a Valencia en 1539.

El pesaje: oficios y ponderales de los plateros

En la del Juicio de Tudela la mala praxis del carnicero, engañando en el peso y quizás en el propio género de carne, es protagonista de una de sus dovelas en donde al igual que en el caso de los cambistas se da cuenta del pecado de la avaricia, intentando obtener ganancias ilícitas. El carnicero pone la mano en la balanza, inclinándola a su favor, además de que la carne que vende puede ser la del perro que se encuentra a su lado. Se censura, de este modo, a los mercaderes que manipulan calidad y peso, amén de la mentira y el perjurio, a fin de obtener ganancias superiores a las debidas. Así, se justifica con la representación próxima del castigo a los carniceros, en que dos personajes con grandes cuchillos introducen las manos en la boca de un ser infernal, que como ha identificado B. Mariño, hace las veces de Bocca della Verità que, como la de Roma, se cierra sobre la mano de los perjuros.

Algunos ayuntamientos han conservado junto a las pesas, medidas y balanzas con las que se llevaban a cabo las revisiones en establecimientos y tiendas de sus localidades. En el Ayuntamiento de Fitero se conserva una balanza de gran tamaño con el fiel de hierro forjado, que se fecha en 1713.

Por último, hemos de mencionar unos estuches de madera con pequeñas pesas y su balanza que los plateros, monederos, joyeros o diamantistas utilizaban para pesar con toda precisión monedas de oro y plata. Algunos son verdaderas piezas de coleccionismo y museo. Su interés se incrementa en algunos casos porque en sus pesas figuran los nombres de los fieles contrastes que aparecen marcando la plata, como ocurre con los estuches con sus balanzas, en donde los plateros Pedro Antonio Sasa (1745-1831) y Joaquín Vicente Sasa, marcador entre al menos 1818 y 1826, incluyen junto a las balanzas las pesas convenientemente marcadas, el escudo de Navarra.