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Alejandro Navas García, , Profesor de Sociología de la Universidad de Navarra

Un lujo de escándalo

dom, 22 sep 2013 17:41:00 +0000 Publicado en Hoy de Extremadura

En el Land alemán de  Baja Sajonia (capital, Hannover) gobierna desde febrero una coalición de socialistas y verdes que preside el socialista Stephan Weil.  Después de una prolongada hegemonía cristianodemócrata, por fin el cambio.

En el reparto de carteras ministeriales, Agricultura correspondió al verde Christian Meyer. Meyer nombró Secretario de Estado a su viejo amigo Udo Paschedag, que dejó un puesto en el Gobierno regional de Renania Westfalia para trasladarse a Hannover. No importaba que el nuevo Secretario de Estado no tuviera experiencia agrícola: la amistad con el Ministro parecía cualificación suficiente. El equipo de Agricultura se aplicó con entusiasmo a la tarea  de revolucionar la estructura agrícola del Land. Se trataba de ir contra las grandes explotaciones y favorecer a los pequeños agricultores; además, ignoró al noventa por ciento de los agricultores, que cultivan sus tierras de modo convencional, para favorecer descaradamente al diez por ciento que sigue métodos más del gusto de los verdes. El malestar en el campo se hizo notorio – la agricultura es el segundo sector más importante en la economía de Baja Sajonia--, pero eso no disminuyó el ímpetu reformista del Ministerio. El Presidente Weil se inquietaba, pero necesitaba de los verdes para gobernar. Hasta que estalló el escándalo.

Para empezar, Paschedag pidió un Audi A8 como coche oficial, a pesar de que por su cargo le correspondía un modelo más pequeño. En el impreso de solicitud indicó, a mano, que tanto el Presidente Weil como el ministro Meyer así se lo habían prometido. El Secretario de Estado mentía, como se pudo comprobar después. Por añadidura, hizo instalar un aparato refrigerador en su despacho, gasto no contemplado en el presupuesto.

Un ciudadano corriente denunció al Secretario de Estado ante la Justicia, por malversación de fondos públicos. La Fiscalía abrió una investigación, y aunque la cerró enseguida al no descubrir indicios de delito, el escándalo había abierto las alas. Paschedag se apresuró a reintegrar al erario los 3.700 euros que había costado el refrigerador y renunció al Audi A8 y a cualquier tipo de vehículo oficial. Explicó que había solicitado ese modelo más confortable por los dolores crónicos de espalda que sufre. El Ministro salió en su defensa: "Es verdad que mi Secretario de  Estado cometió un error al solicitar ese coche oficial, pero lo ha devuelto y el Land no ha sufrido perjuicio económico. El señor Paschedag no es un aprovechado". No le sirvió de nada. Con fecha 3 de septiembre se hacía oficial su cese. El Presidente podía respirar aliviado.

Pero por poco tiempo. La oposición cristianodemócrata y liberal ha exigido una comisión parlamentaria que investigue lo sucedido y se propone forzar la dimisión del Ministro. Christian Meyer se había caracterizado durante el gobierno de la CDU por su crítica implacable, atento siempre a denunciar en el tono más enérgico cualquier signo de corrupción o de mal gobierno. De repente se ve en el inesperado papel de víctima de esa misma denuncia, retratado por el refrán alemán que censura al que predica agua y bebe vino. El cazador cazado, que no entiende el mundo que le rodea. 

Como es típico de la cultura política anglosajona, a la gente corriente, más que la falta en sí misma, le indigna la mentira al intentar justificarla. Las hemerotecas y los diarios de sesiones son testigos implacables, y en el debate sobre Paschedag la oposición ha podido utilizar con regocijo unas palabras del propio ministro Meyer, pronunciadas en un incidente anterior: "Quien conoce la verdad entera, pero dice solo la mitad de la verdad, es un completo mentiroso".

Al margen del desenlace de este caso, miro con envidia a Baja Sajonia. ¡Qué lujo de escándalo! Un par de miles de euros del aparato refrigerador y la diferencia entre el Audi A8 y otro coche de gama inferior. Aquí operamos con otras magnitudes: millones de euros en el caso Bárcenas o cientos de millones en el de los ERE andaluces. ¿No son un poco exagerados estos alemanes del Norte? ¿Se justifica tanto revuelo por algo de tan poca monta? Pienso que sí. Con la corrupción resulta imprescindible aplicar la tolerancia cero. Si ese cáncer no se arranca sin contemplaciones en los comienzos, se extiende y sus metástasis acaban invadiéndolo todo. Las consecuencias están a la vista.