Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
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El diccionario define paradoja como "figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción".
Ejemplo, "mira al avaro, en sus riquezas, pobre". Charles Handy dice al respecto: "Las paradojas son como el tiempo que hace, algo con lo que hemos de vivir, no algo que hemos de solucionar; Hay que aceptar la paradoja, soportarla, hacer que tenga sentido, en la vida, en el trabajo, en comunidad y entre las naciones. Vivir con la paradoja no es cómodo ni fácil. Puede ser como andar por un bosque oscuro en una noche sin luna. Se pierde todo sentido de dirección.
No obstante, cuando llega el alba, el camino a seguir está despejado, los ruidos son ahora los cantos de los pájaros y el rumor de la maleza sólo son los conejos que huyen. Es un lugar diferente". A las mentes más rígidas y dogmáticas la paradoja les resulta un trago insuperable. En su cerrazón e inseguridad todo vestigio de duda e incertidumbre les abruma y desarbola. Curiosamente, muestras fortalezas, llevadas al extremo, se transforman en debilidades. Pienso en las innumerables paradojas de la vida a raíz de la reforma sanitaria de Obama. Una de las principales señas de identidad de EEUU es la primacía del individuo sobre el Estado. La libertad de la persona es un valor primordial del sueño norteamericano. Este vieja tradición cultural explica el escepticismo hacia lo gubernamental.
Washington equivale a control y burocracia, lo que no obsta para que algunos listillos sean los primeros en solicitar ayudas estatales. La reciente crisis financiera ofrece lacerantes ejemplos. Retomando mi argumento, lo que originalmente era una cualidad, autonomía y responsabilidad personal, en su versión más radical puede transformarse en defecto. En Europa, podría pasar lo contrario. Un sistema social de protecciones y garantías, si se administra mal puede deteriorarse en una deficiencia diferencial. Hombres y mujeres acostumbrados a una sanidad gratuita abusan de un derecho que precisa mentalidades cívicas, maduras y responsables. Si no, el coste de los servicios públicos se dispara alarmantemente.
Desde mi condición de europeo feliz y agradecido, celebro gozoso el coraje de Obama. Ya este último verano me impresionó la actitud y virulencia de algunos diarios y cadenas de TV. En su interpretación más light, Obama es un burócrata receloso de la iniciativa privada. En su peor traducción, Obama es un socialista que aspira a conculcar la libertad del pueblo americano.
Como siempre, a falta de argumentos, y en defensa de intereses económicos inexplicables, se azuza el miedo. Superando tristes atavismos, y reclamando una gestión seria y austera, pregunto: ¿Cómo se explica que la primera potencia del mundo no ofrezca cobertura sanitaria a millones de ciudadanos? ¿Cómo se entiende que una familia de clase media tenga que vender su casa ante la enfermedad de uno de sus miembros? ¿Son compatibles la insolidaridad y la injusticia con la esencia del mensaje cristiano? ¿Mercado, libertad, propiedad privada, o una jungla inhóspita para los más necesitados? Una sociedad que no atiende a todos, ¿qué juicio merece? ¿Caldera fácil para la violencia? ¿Vuelta al salvaje oeste?
En este contexto tan polarizado y agresivo, agradezco la apuesta de Obama. ¿Le puede pasar factura en las próximas elecciones? Sí, claro, un liderazgo noble estira el horizonte temporal, intelectual y moral del gobierno. Tan convencido estoy que dirigir es gestionar resistencias, que sospecho de aquellos que no encuentran ninguna. El lado egoísta del alma americana se queja y chirría, y la labor de un estadista es trabajarle el hígado hasta que entienda que la persona en su misterio, y la comunidad en su totalidad, son un poco mejores cuando le hacen un hueco a los pobres y desheredados de la tierra.
Aprovecho para solicitar aquí lo mismo. Tenemos unas cuantas reformas estructurales pendientes. Poder judicial, sistema financiero, reforma laboral, ley electoral.¡La Constitución es una norma, no un dogma!... y la más importante de todas, la educación, a lomos del esfuerzo, la disciplina, el talento, la constancia y la pasión por aprender, claves eternas de la Universidad. ¿Dónde está nuestro Obama? ¿Quien nos zarandea y espabila la conciencia? Reformas-resistencias-persuasión, triada de un líder al que otorgo mi confianza.