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Gerardo Castillo Ceballos, Profesor emérito de la Facultad de Educación y de la Universidad de Navarra

La difícil madurez: del verde al amarillo

mar, 24 may 2016 16:28:00 +0000 Publicado en Diari de Tarragona

“Verde que te quiero verde/ verde viento. Verdes ramas./ El barco sobre la mar/ y el caballo en la montaña.” (F. García Lorca)

¿Quién retrasa hoy que los jóvenes pasen del verde al amarillo?

Los padres posesivos que se creen imprescindibles y no saben desprenderse de sus hijos; los hijos jóvenes, que no se deciden a saltar desde la rama verde que sostiene el nido.

La metáfora de la fruta es un recurso didáctico muy utilizado para explicar el proceso de maduración humana, pero matizando que una persona –a diferencia de la fruta- no alcanza la madurez completa en un determinado momento. Por otra parte, puede madurar en algunos aspectos y no en otros.

El acceso a la adultez requiere pasar por la adolescencia. En ella se parte de un estado de inmadurez psicológica para ir en busca de la madurez propia del adulto responsable. Comparada con la del niño, la inmadurez del adolescente no es –como suele creerse- un retroceso.

El niño es incapaz de valerse por sí mismo, pero lo “resuelve” aceptando  la dependencia de los mayores; el adolescente tiene la misma incapacidad, pero al rechazar la dependencia (rasgo positivo en sí mismo) incurre en muchos fallos típicos de la conducta inmadura. Por ejemplo, la autosuficiencia y la ausencia de autocrítica.

El proceso de maduración se observa claramente en el tema de la amistad. El niño tiene compañeros de juegos pero no amigos. Habrá que esperar al nacimiento de la intimidad, típico de la adolescencia, para que surja la confidencia, aunque inicialmente esa nueva relación tiene aún rasgos posesivos que se manifiestan en las  llamadas “amistades particulares”, cerradas a un posible tercer amigo.

Haber pasado ya la edad juvenil no significa necesariamente que se ha madurado. La edad cronológica no asegura la madurez psicológica. Actualmente proliferan los casos de personas inmaduras. ¿Por qué hay muchos más casos de inmadurez afectiva y volitiva que de inmadurez intelectual? Posiblemente porque la dimensión intelectual es la que más suele valorarse y cultivarse en muchas familias y escuelas.

La inmadurez de jóvenes mayores de 25 años suele deberse a que se han instalado en la adolescencia. Las nuevas dificultades para emanciparse, el miedo a valerse por sí mismos y el apego a la vida fácil les lleva a refugiase  indefinidamente en su familia. Es un regreso a la dependencia.

Otra posible causa de esa inmadurez prolongada es la educación familiar proteccionista. Los hijos que no han tenido oportunidades de afrontar dificultades por sí mismos, cuando llega la edad de lanzarse a volar sienten pánico; están en peor situación que los que han podido tener experiencias vitales (siempre que sean experiencias reflexionadas).

El prestigioso sociólogo Javier Elzo nos informa sobre cuál es el perfil de la juventud española: “la juventud actual es más inmadura según avanzan los años”. Es un autodiagnóstico de 4.000 jóvenes consultados entre los 15 y los 24 años.

Muchos jóvenes no reconocen que tienen un noviazgo (“no somos novios, sino amigos”). Esto denota un rasgo de inmadurez: incapacidad para asumir nuevas responsabilidades.

Hay noviazgos en los que la inmadurez afecta solamente a uno de los dos:

-Ella: te dejo porque eres muy inmaduro.

-Él: No me gustan las bromas pesadas. Calla y pásame el mando de la tele, que quiero ver Bob Esponja.

 

En otros casos la inmadurez es compartida: 

-Eres inmaduro y yo debo serlo también, porque lo que más me gusta de ti son tus defectos.

Algunos jóvenes achacan todos sus problemas al mundo en el que viven, ignorando que la causa está en su propia inmadurez. Cuando no existe aceptación personal (reconocimiento de las propias capacidades y limitaciones) la comunicación es inmadura.

Lograr la madurez significa haber evaluado correctamente la vida, y conceder a cada situación la importancia que tiene. Ello requiere cierto grado de autoconocimiento. Otros rasgos importantes de la madurez son la fidelidad a los compromisos, la  responsabilidad, la coherencia, la tolerancia a las frustraciones, ser realista y olvidarse de sí.

La persona inmadura se exige muy poco a sí misma, culpa a los demás de todo lo malo que le sucede y tiene una actitud permanente de queja estéril que crea un ambiente de pesimismo.

La inmadurez obstaculiza el rendimiento escolar y dificulta la toma de decisiones. La mejor prevención es la educación de la inteligencia, de la afectividad y de la voluntad a lo largo de la infancia.