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Claves previas de la cumbre de la OTAN

29/06/2022

Published in

Salvador Sánchez Tapia |

profesor de la Facultad de Derecho e la Universidad de Navarra

La cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid el 29 y 30 de junio no va a ser una más entre las muchas de similar naturaleza que celebra la Alianza. En primer lugar, porque se celebra en medio de una agresión armada cuyo parangón, dejando de lado la guerra de los Balcanes, no se encuentra desde 1945. En segundo lugar, y quizás más relevante, porque se espera que apruebe un nuevo Concepto Estratégico que oriente la Alianza Atlántica hacia las amenazas a que se ha de enfrentar en el futuro inmediato.

Rusia ocupará, seguramente, un lugar importante en la cumbre y en el propio Concepto Estratégico. Lo que ha sucedido en Ucrania, y la posibilidad de que Putin escale, agrediendo, incluso, a algún miembro de la Alianza, no puede ser ignorado, e indica que las relaciones entre Rusia y los países del Tratado de Washington han entrado en una nueva fase de abierta confrontación. Esto podrá verse reflejado en el nuevo concepto con el renovado énfasis que, previsiblemente, pondrá en la defensa colectiva como misión principal de la OTAN y, no se olvide, auténtica razón de ser del Tratado de Washington.

Suecia y Finlandia aparecen en este contexto como actores principales, por el vuelco que la amenaza rusa ha provocado en su tradicional neutralidad, empujando a ambos países a llamar a la puerta de la Alianza. De acuerdo con el Tratado de Washington, la formalización de la adhesión requiere una invitación hecha por los aliados con una unanimidad, inexistente en el momento de escribir estas líneas por las reservas mostradas a Suecia por Turquía. El encuentro de los líderes de los países implicados previsto para la tarde del día 28 en Madrid, puede allanar el camino a un anuncio de ampliación de la Alianza.

La centralidad que ha adquirido la invasión rusa de Ucrania no debe, sin embargo, oscurecer la realidad de la complejidad y multidimensionalidad de las amenazas y riesgos que debe atender la Alianza para satisfacer las necesidades de seguridad de todos sus miembros. España, anfitriona de la cumbre, y otros países del Sur de Europa, están interesados en que la OTAN, más allá de la retórica, se tome en serio el concepto de seguridad 360º y dedique a los riesgos procedentes del Norte de África un esfuerzo homologable al que se dedica al reto planteado por Rusia; lo acuciante de esta amenaza no debe servir para ignorar o minusvalorar la procedente del Sur, más diversa y difusa, desde luego, pero no menos real. La debilidad de muchos de los estados del Norte de África favorece el desarrollo y arraigo en la región de grupos terroristas islámicos transnacionales trabajando en colusión con organizaciones criminales dedicadas al tráfico ilícito de narcóticos y seres humanos. El potencial que esta situación tiene para desestabilizar Europa, más allá de los países ribereños del Mediterráneo, es alto, máxime si se tiene en cuenta que Rusia está aprovechando la inestabilidad de tan sensible espacio para posicionarse en él, de momento por agentes interpuestos, como el grupo paramilitar ruso “Wagner”.

España es particularmente sensible a la inestabilidad de la ribera Sur del Mediterráneo, habida cuenta de que Ceuta, Melilla, las Islas Canarias, y las islas y peñones de soberanía hacen de ella una nación geográficamente africana con intereses directos en la zona. Como es bien sabido, mientras que los territorios insulares están recogidos en el Artículo 6 del Tratado de Washington, las ciudades de Ceuta y Melilla están fuera del territorio OTAN definido en dicho artículo. Puede ser que la declaración final de la cumbre o, incluso, el concepto estratégico, haga alguna alusión al compromiso de la Alianza con la seguridad de ambas. Sin embargo, la garantía plena solo puede llegar con una modificación del citado Artículo 6, como se hizo cuando ingresó Turquía. No parece probable que este cambio se vaya a anunciar.

El nuevo Concepto Estratégico incluirá, a buen seguro, las consabidas referencias a la aliteración de amenazas y riesgos procedentes del espacio y el ciberespacio, del espacio cognitivo, de la tecnología, de la proliferación de armas de destrucción masiva, del cambio climático, de las pandemias, o de la urbanización creciente. Entre toda esta cacofonía de desafíos de seguridad, conviene estar atentos al tratamiento que el nuevo Concepto Estratégico confiera a China, cuyo comportamiento fue ya visto con preocupación por los aliados en la Cumbre de Bruselas de junio de 2021. Sin cerrar la puerta a la cooperación, sí puede preverse una mayor implicación de la OTAN en la región del Indo-Pacífico.

Un nuevo Concepto Estratégico, en definitiva, más acorde al panorama de seguridad que se vive actualmente, y que demandará un mayor esfuerzo de los aliados, y una mayor inversión de recursos, humanos, materiales, y financieros, en beneficio de su propia seguridad.