Brasil como mediador global: Una oportunidad en la guerra de Ucrania

Brasil como mediador global: Una oportunidad en la guerra de Ucrania

ARTÍCULO

20 | 12 | 2024

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Putin ha mencionado al país suramericano como uno de los posibles candidatos a ejercer ese papel; la elección de Trump puede acelerar el cese de hostilidades

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El presidente Lula da Silva interviene por vídeo en la cumbre BRICS 2024 [Planalto]

La elección de Donald Trump ha puesto en el calendario de 2025 la posibilidad de avances en el cese de las hostilidades en la guerra de Ucrania. En la resolución de conflictos suele contarse con la asistencia de uno o varios países mediadores que pueden contar con la confianza de ambos bandos contendientes. El Brasil de Lula da Silva, interesado en remarcar ese perfil propio de país que se entiende con Rusia y China y al mismo tiempo es parte de Occidente, ha ofrecido sus servicios diplomáticos para esta misión de paz. Hasta ahora Brasil no ha podido dar pasos en esa dirección, pero dice estar preparado para los cambios que pueden ocurrir a partir de enero.

Una de las promesas de Donald Trump para ser reelegido presidente de Estados Unidos ha sido la de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra de Ucrania. Poco se conoce de momento sobre cómo planteará los mecanismos de diálogo entre las partes para lograr una resolución. Por su parte, Vladimir Putin ha hablado sobre la posibilidad de países mediadores, y en septiembre se refirió a China, India o Brasil. Los tres ya han indicado en el pasado su disposición a jugar ese rol. Brasil se considera a sí mismo como especialmente idóneo para esa labor, por su carácter de potencia media.

El interés de Brasil para ser mediador

Brasil tiene una capacidad militar reducida al situarse en un ámbito geográfico relativamente seguro debido a la inexistencia de amenazas externas para su seguridad. Dentro de un campo internacional multipolar Igualmente, Brasil se presenta justamente como una potencia media y además con aspiración a ejercer como tal. Esta idea ha sido explotada por Lula da Silva mediante su estrategia de ‘Brazil is Back’, que esgrimiendo el concepto de ‘grande nação’, define a Brasil como un agente con capacidad para abordar activamente cuestiones globales críticas y ser arquitecto de un sistema internacional basado en normas. Más bien, una de las mayores ambiciones de Brasil sería una reforma del Consejo de Seguridad, alegando la falta de representatividad del Sur Global y constituyendo parte del grupo de estados que solicitan asiento permanente(G4).

Con dicho fin, Brasil tiene un enfoque basado en el no-alineamiento y la autonomía estratégica, de tal modo que puede posicionarse como mediador en conflictos haciendo gala de neutralidad y credibilidad. Algo que ya ha hecho tanto a nivel regional como internacional (en 2010 medió en la crisis nuclear de Irán, junto con Turquía; aunque las negociaciones no culminaron, Brasil extrajo gran experiencia). Durante el siglo XX los esfuerzos de mediación de los conflictos globales eran casi reservados a los estados europeos. Hoy la percepción de su falta de neutralidad (incluida Suiza) alienta a los países del Sur Global (en concreto los IBSA: India, Brasil y Sudáfrica) a intentar presentarse como moldeadores de la geopolítica del nuevo siglo.

Por otro lado, a Brasil le interesa la estabilidad en el escenario multipolar para poder tener una influencia de mayor calado. Las discrepancias por la guerra en Ucrania merman su rol de liderazgo regional, pues se crean divisiones entre quienes están especialmente alineados con Rusia/China (véase Venezuela) o con Estados Unidos (como es el caso de la Argentina de Milei). Esto también se manifiesta sobre la Lusofonía que Brasil quiere explotar para proyectarse internacionalmente, ya que si bien Portugal o Cavo Verde apoyan a Ucrania, Rusia está recabando apoyos en el África lusa; ejemplo de ello es el acuerdo de defensa con Sao Tomé.

Fortalezas y limitaciones para el rol de mediador

Lo que más favorece al rol de mediador es la relación de Brasil con las partes involucradas. Durante el conflicto, Brasil ha sabido mostrarse como un estado neutral, sin despegarse de la defensa del derecho internacional. Así, ha votado a favor de las resoluciones de Naciones Unidas condenando los actos de agresión hacia Ucrania, pero al mismo tiempo ha rechazado la imposición de sanciones a Rusia al considerarlas ilegales por no estar aprobadas por el Consejo de Seguridad. Como miembro de los BRICS, Brasil mantiene una buena relación con China y Rusia, pero al mismo tiempo sus lazos con Estados Unidos y la Unión Europea son estrechos, lo que le permite presentarse como puente entre Occidente y el Sur Global.

La mayor limitación que han señalado algunos analistas sería la polarización dentro del propio Brasil, aludiendo a que mientras que Lula piensa de manera globalista, la agenda más nacionalista de Bolsonaro podría confrontar ese papel internacional. De todos modos, aunque la falta de unidad pueda traducirse en debilidad, la política exterior de Brasil siempre ha tendido a una continuidad de la que no pueden presumir otros estados de su entorno.

Propuesta brasileña de mediación

Brasil ha hecho referencia a seguir una estrategia de mediación conocida como ‘Friends of Peace’ consistente en agrupar estados que juntos puedan hacer avanzar la paz. Así lo hizo en el propio marco regional, con el Grupo de Rio de 1986, que contribuyó a solucionar la crisis en América Central, o el Grupo de Amigos de Venezuela de 2003 en un momento de crisis institucional del régimen chavista. En una entrevista con la CNN Lula parecía querer establecer una estrategia similar respecto a Ucrania: “Necesitamos encontrar interlocutores que puedan sentarse con el presidente Putin y mostrarle el error que cometió al afectar la integridad territorial de Ucrania y tenemos que mostrarle a Ucrania que es necesario aprender a hablar más para que podamos evitar esta guerra (...) es necesario crear un grupo de países para negociar la paz”.

La propuesta de Lula no fue de entusiasmo para el Kremlin, ya que incluía aceptar la devolución territorial. Tampoco lo fue para Estados Unidos o Ucrania, al considerar el presidente brasileño Rusia respondía a una amenaza de la OTAN. Sin embargo, Brasil podría replantear su propuesta manteniendo la estrategia del ‘Group of Friends’, escogiendo correctamente a estados que sean percibidos satisfactoriamente por las partes. Con todo, Brasil debería desarrollar los contactos al más alto nivel fuera de su propio territorio (en principio no podría acoger una cumbre final a la que fuera Putin porque Brasil ratificó el Estatuto de Roma y estaría obligado a detener al presidente ruso en caso de presentarse allí). Un candidato a formar parte del club negociador es Turquía, dado el precedente del Acuerdo del Grano, en el contexto de la misma guerra de Ucrania; su buena relación con Rusia a pesar de ser miembro de la OTAN, y la proximidad geográfica al conflicto.

Oportunidad

La propuesta de Brasil para actuar como mediador en la guerra de Ucrania representa una oportunidad estratégica para consolidar su liderazgo global y avanzar en su ambición de reformar el orden internacional. Su posición neutral, experiencia diplomática y relaciones con las partes involucradas lo convierten en un candidato plausible, aunque enfrenta desafíos internos y externos que requieren un enfoque cuidadoso.

Al asumir un rol mediador, Brasil podría no solo contribuir a la resolución de uno de los conflictos más graves del siglo, sino también fortalecer su posición como un actor clave en el sistema internacional, demostrando que las potencias medias del Sur Global pueden desempeñar un papel transformador en la seguridad global del siglo XXI.