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El presidente Lula da Silva interviene por vídeo en la cumbre BRICS 2024 [Planalto]
La elección de Donald Trump ha puesto en el calendario de 2025 la posibilidad de avances en el cese de las hostilidades en la guerra de Ucrania. En la resolución de conflictos suele contarse con la asistencia de uno o varios países mediadores que pueden contar con la confianza de ambos bandos contendientes. El Brasil de Lula da Silva, interesado en remarcar ese perfil propio de país que se entiende con Rusia y China y al mismo tiempo es parte de Occidente, ha ofrecido sus servicios diplomáticos para esta misión de paz. Hasta ahora Brasil no ha podido dar pasos en esa dirección, pero dice estar preparado para los cambios que pueden ocurrir a partir de enero.
Una de las promesas de Donald Trump para ser reelegido presidente de Estados Unidos ha sido la de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra de Ucrania. Poco se conoce de momento sobre cómo planteará los mecanismos de diálogo entre las partes para lograr una resolución. Por su parte, Vladimir Putin ha hablado sobre la posibilidad de países mediadores, y en septiembre se refirió a China, India o Brasil. Los tres ya han indicado en el pasado su disposición a jugar ese rol. Brasil se considera a sí mismo como especialmente idóneo para esa labor, por su carácter de potencia media.
El interés de Brasil para ser mediador
Brasil tiene una capacidad militar reducida al situarse en un ámbito geográfico relativamente seguro debido a la inexistencia de amenazas externas para su seguridad. Dentro de un campo internacional multipolar Igualmente, Brasil se presenta justamente como una potencia media y además con aspiración a ejercer como tal. Esta idea ha sido explotada por Lula da Silva mediante su estrategia de ‘Brazil is Back’, que esgrimiendo el concepto de ‘grande nação’, define a Brasil como un agente con capacidad para abordar activamente cuestiones globales críticas y ser arquitecto de un sistema internacional basado en normas. Más bien, una de las mayores ambiciones de Brasil sería una reforma del Consejo de Seguridad, alegando la falta de representatividad del Sur Global y constituyendo parte del grupo de estados que solicitan asiento permanente(G4).
Con dicho fin, Brasil tiene un enfoque basado en el no-alineamiento y la autonomía estratégica, de tal modo que puede posicionarse como mediador en conflictos haciendo gala de neutralidad y credibilidad. Algo que ya ha hecho tanto a nivel regional como internacional (en 2010 medió en la crisis nuclear de Irán, junto con Turquía; aunque las negociaciones no culminaron, Brasil extrajo gran experiencia). Durante el siglo XX los esfuerzos de mediación de los conflictos globales eran casi reservados a los estados europeos. Hoy la percepción de su falta de neutralidad (incluida Suiza) alienta a los países del Sur Global (en concreto los IBSA: India, Brasil y Sudáfrica) a intentar presentarse como moldeadores de la geopolítica del nuevo siglo.
Por otro lado, a Brasil le interesa la estabilidad en el escenario multipolar para poder tener una influencia de mayor calado. Las discrepancias por la guerra en Ucrania merman su rol de liderazgo regional, pues se crean divisiones entre quienes están especialmente alineados con Rusia/China (véase Venezuela) o con Estados Unidos (como es el caso de la Argentina de Milei). Esto también se manifiesta sobre la Lusofonía que Brasil quiere explotar para proyectarse internacionalmente, ya que si bien Portugal o Cavo Verde apoyan a Ucrania, Rusia está recabando apoyos en el África lusa; ejemplo de ello es el acuerdo de defensa con Sao Tomé.