La zona gris y las tácticas navales de China
La zona gris, que caracteriza las acciones de Pekín en el Mar del Sur de China, es un espacio conceptual que se encuentra situado entre la paz y el conflicto armado. Se materializa cuando uno o varios actores utilizan distintos elementos de poder de forma deliberada para perseguir objetivos políticos o militares mediante actividades de carácter ambiguo o de difícil atribución. Estas actividades exceden el límite de lo que podría ser una mera competición entre dichos actores, pero no llegan a ser un conflicto armado.
Las actividades en la zona gris se sitúan por debajo del límite que justifique una respuesta militar, y se dan de forma gradual durante un periodo de tiempo determinado en vez de conllevar acciones inmediatas y directas. La gran mayoría de ellas se plantean de forma que resulta altamente complicado identificar a su autor, aunque en el caso del Mar del Sur de China esto no aplica.
En esta región se emplea una amplia variedad de justificaciones legales y políticas, así como, sobre todo, argumentos históricos, para los actos que se cometen. Además, China se apoya también en la amenaza de escalada como instrumento coercitivo, de forma que los estados afectados se vean comprometidos en caso de intentar hacer frente a la asertividad de Pekín.
A continuación, se describe un encuentro ficticio ilustrado por el almirante retirado James Stavridis, que describe a la perfección la realidad de la situación actual en la región:
Una tarde de verano en el sofocante mar del Sur de China, un buque de vapor costero de 2.000 toneladas se aproxima a una flota de pesqueros vietnamitas que están faenando dentro de la zona económica exclusiva de Vietnam, a unas 150 millas de la costa. El vapor merodea por la zona durante una hora o dos a medida que va cayendo la noche.
De pronto, por un costado del barco aparecen tres lanchas rápidas, cada una armada con cañones de calibre 50 y lanzacohetes de mano. Durante la siguiente hora, las lanchas atacan a docenas de pesqueros, disparando con sus cañones, lanzando granadas y atacando a los supervivientes que flotan en el agua. Los buques pesqueros que logran salir de allí huyen hacia su costa, enviando frenéticamente señales de socorro por radio, las cuales son interceptadas y anuladas por pequeños drones que vuelan sobre ellos […].
Tras el suceso, China insiste en que sus Fuerzas Armadas no estuvieron involucradas y afirma que sospecha de un grupo de gánsteres dedicados a la extorsión, piratas o terroristas vietnamitas.
Con este relato, que no dista mucho de lo que podría llegar a ocurrir algún día a los pesqueros vietnamitas y filipinos de la región, el almirante destaca dos características fundamentales de la guerra híbrida: el uso de la fuerza siempre por debajo del umbral del conflicto armado (no son acciones propias de una guerra convencional como las que estamos viendo en el Mar Negro), y la dificultad de atribuir las acciones a un actor concreto debido a la ausencia de identificación en sus buques y uniformes (lo que permite a quien las perpetua evadir de la responsabilidad derivada de sus acciones).
Respecto a la primera característica, China recurre a un abanico de tácticas híbridas para hostigar a sus vecinos y reclamar el control de facto sobre las regiones anteriormente mencionadas, la mayoría de las cuales son no-convencionales:
‘Laser Dazzling’. Los láseres son armas no letales empleadas por la Guardia Costera china para provocar ceguera momentánea a los marineros de sus países vecinos, además de causar problemas en los sensores de sus embarcaciones. Se emplean mayoritariamente para acosar a las embarcaciones filipinas en áreas disputadas, como el atolón de Scarborough o el banco de arena de Ayungin (conocido como Second Thomas Shoal).
Bloqueos. Una de las acciones más comúnmente repetidas frente a embarcaciones filipinas son los bloqueos, que consisten en realizar cruces frente a la proa de la embarcación para obstruir la realización de sus patrullas o poder llegar a sus lugares de destino. Su uso es especialmente común contra las misiones de reaprovisionamiento filipinas al banco de Ayungin, habiendo impedido en repetidas ocasiones que puedan llevarse a cabo con normalidad.
‘Going Dark’, traducido como ‘oscurecerse’. Las embarcaciones chinas recurren a esta táctica para que no se sepa con seguridad dónde están operando o hacia dónde se dirigen. Lo hacen apagando el transpondedor de su sistema de información automática (AIS), un instrumento de señalización que permite identificar el tipo de embarcación, su posición, velocidad y demás indicadores de seguridad de navegación. Pese a que su uso es obligatorio de acuerdo con la Organización Marítima Internacional (IMO), las embarcaciones chinas operando en la región lo apagan a menudo para ocultar sus maniobras contra embarcaciones filipinas. Además de en el Mar del Sur de China, esta táctica suele ser empleada también por buques rusos, y se ha visto también en varias ocasiones con los incidentes en el Mar Rojo.
‘Swarming’ o ‘enjambre’. Otro rasgo característico de las acciones de China en la región es el empleo de su milicia marítima (mayoritariamente compuesta por embarcaciones pesqueras) para perseguir sus objetivos estratégicos. Pese a su apariencia de simples embarcaciones civiles, suelen ir también equipadas con armamento para intimidar a embarcaciones más grandes de otras guardias costeras. Bajo el nombre oficial de Milicia Marítima del Ejército Popular (PAFMM en inglés), y conocida más coloquialmente como los ‘soldaditos azules’, permite a China hostigar a otros barcos en aquellos lugares en los que China reclama su soberanía.
Cañones de Agua. Como indica su nombre, China ha recurrido en numerosas ocasiones a disparar con cañones de agua a alta presión contra embarcaciones pesqueras y guarda costas de Filipinas y otros vecinos. Al igual que con el resto de tácticas, Pekín busca disuadir a dichas embarcaciones de llevar a cabo sus cometidos habituales, de forma que abandonen las regiones disputadas y China pueda de esta forma ir lentamente reclamando su soberanía.
Estas y otras tácticas pueden consultarse en la página de Sea Light, una iniciativa de varios especialistas en seguridad marítima de la región que trata precisamente de ‘iluminar’ las actividades de China en la zona gris.
El peso del Indo-Pacífico
En definitiva, pese a que los conflictos actuales en Ucrania y Gaza están acaparando el foco mediático casi por completo, no debemos olvidar la gravedad de la situación en el Pacífico Occidental.
Durante los próximos años, China seguirá fortaleciendo su postura marítima y afianzando su estatus como la marina de guerra más grande del mundo. A la vez, y como respuesta, los países vecinos llevan ya años centrando sus esfuerzos en reforzar sus propias capacidades navales para hacer frente al expansionismo de China. Japón y Corea del Sur son, después de China, los dos países con mayor capacidad de construcción naval a día de hoy, y sus esfuerzos se han traducido en una tasa de crecimiento de sus marinas de guerra que no se veía desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Ambos factores hacen de la situación una de las más peligrosas geoestratégicamente, debido a la importancia que tienen estas aguas para el comercio marítimo global.
Además de Japón, China y Corea del Sur, países más pequeños como Filipinas o Vietnam también están tratando de aumentar sus capacidades para hacer frente a los hostigamientos de China, cuyo abanico de tácticas navales híbridas podría conducir a una peligrosa escalada de tensiones en los próximos años. Por tanto, conviene seguir con detenimiento la evolución de los acontecimientos en la región, siendo conscientes, como ya mencionábamos más arriba, de que un conflicto en la región tendría consecuencias más graves que las del conflicto de Ucrania o Gaza.