In the image
Intervención de Gustavo Petro en la cumbre de la ONU sobre cambio climático de Dubái, en diciembre de 2023 [Alexa Rochi, Presidencia)
Colombia se enfrenta a la reducción de su producción de hidrocarburos sin que las necesidades energéticas que estos cubren puedan ser resueltas a corto y medio plazo por las energías renovables de las que el presidente Gustavo Petro quiere ser adalid. La decisión ya en ejecución de no otorgar más licencias para la exploración de hidrocarburos marcará un declive del sector del petróleo y del gas: en 2024 se espera un descenso de la producción petrolera, mientras que la gasista ya bajó un 7,8% en 2023.
A la espera de los detalles de la Hoja de Ruta de la Transición Energética Justa (TEJ) impulsada por el presidente Gustavo Petro, cuya concreción lleva retrasándose casi un año, los cálculos sobre el futuro de la soberanía energética de Colombia ya se están viendo afectados por la decisión de suspender la firma de contratos de exploración de carbón, gas y petróleo. La existencia misma de esa suspensión, que se aplica desde enero de 2023, ha sido objeto de intenso debate interno entre el Ministerio de Hacienda y el de Minas y Energía. Fue confirmada por el presidente colombiano en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada el pasado mes de diciembre en Dubái (COP 28).
“Colombia ha decidido no firmar más contratos de exploración en carbón y petróleo y gas”, dijo Petro, en su compromiso de reducir las emisiones de efecto invernadero en un 51% para el año 2030. Precisó que el país seguirá produciendo hidrocarburos, porque siguen adelante tanto los contratos de explotación vigentes como los de exploración firmados hasta ahora, pero no habrá una expansión de nuevas operaciones. “De esos contratos de exploración vigente, a lo mejor habrá más petróleo y más carbón explotable, pero el hecho de que la decisión política sea no firmar nuevos contratos significa que hemos puesto un límite en el tiempo”, añadió.
A pesar de que Petro dejaba abierta la posibilidad de que las actuales licencias lleven temporalmente a un aumento de la producción de hidrocarburos, lo cierto es que el declive ya ha empezado, antes de que un mayor desarrollo de las energías renovables permita sustituir unas fuentes por otras.
En Colombia el consumo primario de energía está dominado en un 74% por los hidrocarburos (31% petróleo, 28% gas natural y 15% carbón), mientras la energía renovable supone un 25% (22% energía hidroeléctrica, 3% otras fuentes renovables), según datos de 2020. Lo opuesto ocurre en el mix eléctrico, con un 75% de producción eléctrica generada en 2021 a partir de fuentes renovables (básicamente procedente de embalses y presas).
Este último dato sugiere que Colombia tiene al alcance aproximarse al 100% de generación eléctrica verde si el Gobierno intensifica el impulso de la transición energética. No obstante, dado el escaso uso de motores eléctricos en el transporte y la poca electrificación de otros sectores, lo que el país pueda avanzar en generación eólica y solar difícilmente cubrirá las exigencias de la industria y la movilidad.
Es cierto que la producción petrolera (760.000 barriles diarios en 2021) excede con creces el consumo interno (328.000). Por tanto, una menor extracción no afectaría a medio e incluso largo plazo al suministro del país, aunque sí notablemente a los ingresos que Colombia obtiene por esas ventas (el sector está dominado en un 60% por la estatal Ecopetrol). El déficit, en cambio, es ya una realidad en cuanto al gas, con un consumo creciente, que en 2020 fue 21,5% superior a la producción.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en 2022 las exportaciones de petróleo constituían el 32,4% del total de las exportaciones del país. En 2021 las rentas de petróleo conformaban el 3,4% del PIB y las del carbón el 0,7%. La caída de esas ventas supondría para Colombia unas pérdidas que la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas de Colombia estima en 18 billones de pesos (4,59 millones de dólares) para el periodo 2022-2026 en aportes fiscales y ascendería a 104 billones de pesos en 2032 (26,5 millones de dólares).
Petro ha decidido impulsar las energías renovables al tiempo que impone una contracción de los hidrocarburos (tal vez podría haberla limitado al carbón), a diferencia de la línea seguida por Lula da Silva en Brasil, quien con una mano enarbola también la bandera del medioambientalismo, pero con la otra mece a la petrolera nacional, Petrobras, procurando la expansión de sus negocios.
La vía unidireccional del presidente colombiano ha alimentado el debate político y social en el país. Existen interrogantes que han supuesto especial presión al Gobierno, produciéndose un recambio al frente del Ministerio de Minas y Energía, en el que Irene Vélez fue sustituida a mediados de 2023 por Andrés Camacho.