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Portada del libro de David Petraeus y Andrew Roberts ‘Conflict. The Evolution of Warfare from 1945 to Ukraine’ (Londres: William Collins, 2023) 544 págs.
Durante los años de las operaciones de contrainsurgencia en Irak y Afganistán, se abrió en círculos especializados un vivo debate sobre la vigencia de la idea ‘clausewitziana’ de la existencia de una naturaleza inmutable en la guerra a la que se superpondría un carácter cambiante. Para unos, la naturaleza del fenómeno habría cambiado para siempre; para otros, lo que en realidad habría sucedido es que la guerra habría evolucionado en su rostro y apariencia externa (carácter), pero mantendría su esencia (naturaleza) en cuanto fenómeno social.
‘Conflict’ se presenta al lector como una aportación al estudio de la metamorfosis del fenómeno bélico. Se trata de una obra escrita a cuatro manos —aunque resulta fácil identificar al autor de cada capítulo— en la que Andrew Roberts, un reconocido historiador británico y David Petraeus, quizás el oficial general norteamericano contemporáneo más carismático, hacen un recorrido selectivo y no exhaustivo por la evolución de la guerra desde el final de la Segunda Guerra Mundial, analizando los conflictos armados que, desde su punto de vista, más han contribuido a cambiar su rostro.
El libro es de indudable interés para cualquiera que se sienta atraído por la historia de la guerra, incluso aunque no sea un experto en la materia. Conviene decir, sin embargo, que no termina de cumplir lo que promete en su subtítulo “The Evolution of Warfare from 1945 to Ukraine”, y que no acierta a trazar el hilo conductor que pruebe la forma en que cada conflicto ha suscitado la evolución del fenómeno bélico.
Ciertamente, la lectura, en todo momento fácil y cautivadora, ofrece algo —bastante, si se quiere— de ello pero, en general, lo que el lector encuentra en sus capítulos, que pueden leerse de forma independiente, es la descripción y análisis de una selección de los conflictos armados más importantes de la era contemporánea, elegidos de una forma un tanto discutible y, quizás, no del todo ajustada al criterio de selección anunciado en el que, sin que se diga abiertamente, se incluye como elemento de cierto peso el hecho de que en ellas hayan participado Estados Unidos, Gran Bretaña o ambos. A la vista de la selección, el subtítulo de la obra podría haber sido el de “Evolución de la guerra desde el punto de vista anglosajón”, pues es a lo que los autores, uno norteamericano, británico el otro, dedican la parte principal del libro, en el que menudean las lisonjas a sus respectivas capacidades militares.
El relato, por ejemplo, comienza analizando la guerra civil china, librada por una de las partes con procedimientos de guerrilla, pero que no puede decirse que cambiara el rostro de la guerra, y que Mao emprendió siempre con la idea de transformarla en cuanto fuera posible en un enfrentamiento convencional. O, por poner otro caso, y pese a todo lo que supuso el brote bélico de las Malvinas, ¿puede realmente decirse que fue un hito memorable en la evolución de la guerra? ¿Puede decirse lo mismo de la guerra de Corea? Se echa de menos, sin embargo, una referencia a guerras como la que enfrentó a Israel con Hezbolá en 2006, que puso en cuestión el concepto EBO (Effects-based Operations) muy en boga hasta ese momento.
La parte dedicada a las operaciones ‘Iraqi Freedom’ y ‘Enduring Freedom’ tiene el valor de lo vívido; no en vano, las dos son narradas por quien protagonizó ambas como comandante en diferentes momentos, y que fue, además, padre intelectual del cambio de enfoque en Irak hacia la contrainsurgencia que, finalmente, permitió a Estados Unidos abandonar el teatro con cierta dignidad, y que se intentó imitar posteriormente en Afganistán. Los relatos tienen ese indudable interés, que no queda oscurecido por la dosis, perdonable, de autojustificación y autoalabanza que contienen.
Uno de los ‘leitmotivs’ del libro, de forma un tanto sorprendente a la vista de su título, tiene más que ver con el liderazgo que con la evolución de la guerra, de su causalidad, de sus motivaciones y de la forma de hacerla. Quizás bajo el influjo de Roberts, historiador especialmente interesado en la cuestión del mando en tiempo de guerra, ofrece algunas reflexiones valiosas sobre el liderazgo estratégico. Con un grado de detalle diferente según los capítulos, la obra argumenta que los líderes políticos y militares deben, en guerra, dominar cuatro tareas fundamentales: primero, entender completamente la situación estratégica general en un conflicto para articular la estrategia apropiada —en una palabra, captar correctamente las ‘grandes ideas’—; segundo, comunicar efectivamente esas ideas; tercero, supervisar su puesta en práctica, dirigiendo la ejecución de la guerra con determinación, y cuarto, determinar cómo esas ideas deben refinarse y adaptarse a los cambios en la situación para ser capaz de ejecutar las otras tres funciones una y otra vez. Posiblemente ésta, junto con el énfasis que ponen en la importancia en la guerra de la moral y los aspectos humanos, sea la aportación más relevante de los autores a la literatura sobre la guerra moderna.
En definitiva, ‘Conflict’ es un muy buen libro: recomendable; trufado de observaciones válidas, útiles, e interesantes; atractivo y de lectura fácil, pese a lo cual no figurará en el futuro, probablemente, entre las cinco mejores obras sobre la guerra.