El impacto de la geografía en la política en secuelas

El impacto de la geografía en la política en secuelas

RESEÑA

01 | 06 | 2024

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La entrega de Marshall sigue al éxito de ‘Prisioneros de la geografía’

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Portada del libro de Tim Marshall ‘The power of geography’ (London: Elliott & Thompson, 2021) 380 páginas.

La geopolítica, según se dice, vuelve a estar de moda; la ingente cantidad de publicaciones recientes que abordan asuntos relacionados con esta disciplina desde diversos ángulos vendría a corroborar tal afirmación. Tim Marshall, periodista británico con más de veinticinco años de experiencia profesional en el campo de las relaciones internacionales es, tal vez, uno de los autores que mejor ha sabido captar el viento favorable del interés público por la fascinante relación que mantienen la geografía y la política; fruto de ello son los no menos de cinco títulos que ya ha publicado dedicados a esta disciplina. Todos ellos han tenido amplia difusión y han valido a Marshall un lugar próximo al que disfruta Robert D. Kaplan en el olimpo de los divulgadores de la geopolítica.

‘The Power of Geography’ es uno de estos títulos, concebido por Marshall como secuela de ‘Prisoners of Geography’, su primera obra, publicada en 2015, y elevada pronto al rango de ‘best-seller’. El libro sigue la misma pauta del anterior, ofreciendo al lector viñetas geopolíticas muy vivas que utilizan las características geográficas de distintas unidades –naciones-estado o regiones– para explicar su comportamiento en el sistema internacional, poniendo con ello de relieve una de las dimensiones prácticas de la geopolítica: leer los mapas con visión política para tratar de entender el pasado y arrojar luz sobre el futuro, teniendo siempre en cuenta que la disciplina no es prescriptiva, sino que se limita a inspirar, nunca a imponer, actitudes y preferencias políticas basadas en la geografía.

Como el libro anterior, las pretensiones de ‘The Power of Geography’ no son académicas y sí divulgativas; la obra está pensada para un público generalista, quizás no muy informado, pero interesado en comprender el porqué de los asuntos internacionales que le rodean. Para ello, con gran habilidad, Marshall hace buen uso de sus amplios conocimientos en relaciones internacionales y de sus extraordinarias dotes de comunicador para, en un lenguaje sencillo, asequible y sazonado de anécdotas personales con las que parece querer demostrar su pedigrí como viajero, analizar diversas entidades desde un punto de vista geopolítico.

Cada capítulo de la obra está dedicado a una unidad geográfica; todos ellos, excepto el Sahel y el espacio exterior, son estados-nación. Es en esta estructura, y en la selección de casos, donde, quizás, resida una de las principales objeciones que se le pueden hacer a la obra. Aunque las secciones son independientes y pueden ser leídas por separado, todas, de acuerdo con lo que anuncia la introducción, merecerían su inclusión en el libro por el hecho de ser focos de conflicto emergidos en el siglo XXI y con potencial para tener un impacto de largo alcance en el mundo multipolar hacia el que parece que vamos. Sin embargo, puede objetarse a la selección que algunos de los casos son muy anteriores al presente siglo –piénsese, por ejemplo, en el problema nacionalista de España– y han experimentado episodios de violencia y conflictividad muy superiores a los que se viven en la actualidad; otros escenarios como Palestina, Ucrania, el Ártico o el Indo-Pacífico, habrían merecido, de acuerdo con el criterio del autor, un capítulo. Sobre la razón por la que no lo han sido, únicamente cabe especular; quizás porque ya fueron materia de la entrega anterior, y no parecía oportuno reiterar.

Igualmente problemático es el criterio de centrarse en el nivel nación-estado como unidad de análisis, excepción hecha, como se ha dicho, del espacio y del Sahel. El libro captura algunas díadas como la que conforman Irán-Arabia Saudita, o la compuesta por Grecia-Turquía. Sin embargo, las trata en capítulos separados e independientes; ello puede presentar ciertas ventajas desde el punto de vista expositivo, pero dificulta la comprensión del conflicto en todas sus dimensiones, y la de la interacción de todas ellas. Un capítulo dedicado, por ejemplo, al Mediterráneo Oriental, o al Mar Egeo, habría puesto de relieve la conexión de cuestiones como la de la soberanía en el Egeo, el uso de los refugiados sirios como arma arrojadiza de Turquía contra Grecia y la Unión Europea, la división de Chipre o las dinámicas derivadas del descubrimiento de depósitos de hidrocarburos en la región. De modo similar, una sección dedicada a Oriente Medio o, quizás mejor, a la brecha sunismo-chiísmo, habría permitido tratar de forma integral las múltiples facetas de esta cuestión como, por ejemplo, la de los esfuerzos iraníes por convertirse en la potencia hegemónica en Oriente Medio, y la de la reacción del resto de los actores regionales afectados por ellos.

Desde el punto de vista del estudio de la geopolítica, el valor de los capítulos es desigual. Todos comienzan con un breve e interesante análisis geográfico de la unidad en cuestión puesto en el contexto de su historia; una aproximación acertada que, además, tiene la virtud de mostrar de forma nítida la relación entre las condiciones geográficas y el devenir político de cada actor en cuestión. Sin embargo, mientras que, en algunos casos, como el de Etiopía, la condición geográfica etíope –como fuente del Nilo y con una naturaleza montañosa, más acusada al este, y dividida por el valle del Rift– aparece como hilo argumental del comportamiento político del país a lo largo de su historia, en otros, la relación aparece más desdibujada, o pasa por alto detalles de interés geopolítico que resultan en un análisis un tanto parcial. En el caso de España, por ejemplo, su dimensión marítima y atlántica –es, de facto, una isla separada de Europa por los Pirineos–, o el hecho, geopolíticamente anómalo, de la falta de unidad política a lo largo y ancho de toda la península ibérica –dicho sea con el máximo respeto a la independencia de Portugal– se obvian en el análisis o son muy superficialmente tratados, quizás porque, hoy por hoy, no son motivo de conflicto. Más controvertida es la interpretación que hace del episodio del “Corpus de Sangre”, la consideración de Vascongadas y Cataluña como dos bloques monolíticamente diferentes, por geografía e historia, al resto de España, o la lectura de algunos pasajes de la historia reciente del país.

Con todo, el balance final es muy positivo. Como ya ocurría con ‘Prisoners of Geography’, el producto final es completo, acertado, interesante y muy recomendable a lectores que quieran adentrarse en los entresijos de la geopolítica global. Un buen entrante que deja al lector con hambre para sumergirse en ‘The Future of Geography’, tercera entrega de la, hasta ahora, trilogía geopolítica de Marshall.