El lado oculto de nuestros dispositivos electrónicos

El lado oculto de nuestros dispositivos electrónicos

RESEÑA

15 | 01 | 2025

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Cobalto: el mineral imprescindible para la fabricación de baterías que genera abusos de derechos humanos en el Congo

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Portada del libro de Siddharth Kara ‘Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes’ (Madrid: Capitán Swing, 2024) 304 págs.

Para muchos de nosotros, el primer contacto con la realidad que sentimos en el mismo momento de recuperar la consciencia tras el sueño resulta ser la alarma que tenemos configurada en nuestro teléfono móvil. Todos somos conscientes de que, hoy en día, el uso de este dispositivo resulta casi imprescindible en nuestra vida diaria. Además de para despertarse, está presente en un sinfín de acciones cotidianas tan relevantes como informarse, comunicarse con nuestros seres queridos, orientarse en una ciudad, consultar un sinfín de información, escuchar música, tomar fotografías e incluso pagar en cualquier comercio.

Además del teléfono móvil, costaría reconocer la vida cotidiana del primer cuarto del S.XXI sin el uso de dispositivos como ordenadores portátiles o tabletas que también funcionan mediante baterías de litio, por no mencionar la creciente presencia y presumible tendencia a utilizar vehículos de carga eléctrica propulsados también por baterías que necesitan mil veces más material que la de un móvil. Un elemento fundamental de la composición de estas baterías de litio es el cobalto, un mineral que permite mejorar su tamaño y prestaciones. Se estima que el 75% del mismo se encuentra en el subsuelo del territorio de la República Democrática del Congo.

En ‘Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes’, el escritor y profesor especializado en Trata de Seres Humanos y Esclavitud Moderna Siddharth Kara ofrece un testimonio de primera mano de las vulneraciones de derechos humanos detrás de la industria de explotación del mineral en el país africano. Mediante una exhaustiva investigación sobre el terreno, Kara documenta las desgarradoras condiciones de trabajo de las personas dedicadas a la extracción del mineral, así como las prácticas abusivas en la cadena de suministro que transcurre desde la mina hasta nuestros dispositivos.

El cobalto es un mineral que se encuentra a relativa poca profundidad en el subsuelo, lo que supone que se pueda extraer sin necesidad de una gran inversión en maquinaria e infraestructura, lo que se conoce bajo el eufemismo de ‘minería artesanal’, es decir, aquella en la que se emplean poco más que picos y palas. El 90% del cobalto que se extrae en el Congo proviene de la minería artesanal con lo que ello conlleva en términos de seguridad para los trabajadores. Kara documenta la alta frecuencia con la que se producen accidentes, incluidos derrumbes, en el interior de los túneles. La fiebre del cobalto, así como la corrupción generalizada de las autoridades conlleva que en las explotaciones no se garanticen ni las más mínimas medidas de seguridad.

En la actualidad, el 85% de las minas de cobalto se encuentra en manos de compañías chinas debido al acuerdo firmado entre el gobierno del anterior presidente, Joseph Kabila, y China mediante el cual Pekín se encargaría de reconstruir infraestructuras congoleñas devastadas por las sucesivas guerras que han azotado al país en las últimas décadas a cambio de concesiones mineras. El cobalto necesita ser refinado para poder ser empleado como elemento de las baterías. Así, en 2021 el 75% del cobalto refinado a nivel mundial se produjo en China.

La cadena de suministro que comienza en la mina se caracteriza por la presencia de una serie de intermediarios que la convierte, en palabras de Kara, en “un nuevo capítulo de la esclavitud”. La pobreza y la falta de oportunidades generan que familias enteras vivan al día excavando en busca del mineral mediante un sistema en el que venden al peso el mineral extraído a cambio de una ínfima fracción de su precio final a una serie de intermediarios que lo agrupan y lo depositan en puntos de venta controlados, en su inmensa mayoría, por ciudadanos chinos. La explotación infantil y la violencia sexual contra las mujeres, por su parte, constituyen un elemento más del macabro paisaje de las minas.

No es la primera vez en la historia del Congo en la que su riqueza natural se convierte en su maldición. El nobel hispano-peruano Mario Vargas Llosa describe en su obra ‘El Sueño del Celta’ la dinámica de abusos imperante en el Congo durante el régimen colonial del rey Leopoldo II de Bélgica. En esa ocasión el objetivo era nutrir al mercado internacional de caucho, fundamental para fabricar neumáticos en una época de expansión del automóvil. La novela relata también cómo la publicación del informe elaborado por el diplomático Roger Casement para dar a conocer la situación removió las conciencias de la sociedad. A día de hoy, personas cuyos antepasados se vieron obligados a medir su vida en kilos de caucho durante el régimen del rey Leopoldo II de Bélgica lo hacen ahora en kilos de cobalto.

Mediante esta obra uno se llega a plantear cómo el mundo ha podido avanzar de tal manera que podamos ver y escuchar en tiempo real a una persona en el otro extremo del mundo y, al mismo tiempo, nuestro estilo de vida esté siendo mantenido en funcionamiento por una auténtica catástrofe humana y medioambiental. El tiempo dirá si esta obra, magníficamente elaborada a pesar de su dureza, constituye un Informe Casement del S.XXI.