El yuan gana terreno en Latinoamérica, pero el dólar sigue dominante

El yuan gana terreno en Latinoamérica, pero el dólar sigue dominante

ARTÍCULO

01 | 11 | 2023

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China presiona para que su amplio comercio con la región se traduzca en mayor peso de su moneda

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Yuanes chinos

A comienzos de siglo despegó el comercio de China con Latinoamérica, con la búsqueda de materias primas para su exponencial industrialización; desde hace unos años Pekín empuja a sus socios a que al menos parte de ese comercio sea en yuanes. Diversos programas de ‘swaps’ monetarios han acelerado la tendencia, que además se ve favorecida por el propósito político de Brasil de reducir el papel internacional de la moneda estadounidense y por la falta de dólares de algunos países, singularmente Argentina, para realizar sus pagos exteriores. A pesar del avance del yuan en Latinoamérica, no obstante, el dólar mantiene su posición dominante y no se ve amenazado a medio plazo.

El volumen de las transacciones comerciales transfronterizas para la compra y venta de bienes llevadas a cabo con la moneda china llegaron en 2022 a los 7,9 billones de yuanes (CNY) –1,17 billones de dólares–, lo que supuso un aumento del 37,2% respecto al año anterior, según el Ministerio de Comercio chino. Por su parte, los datos del sistema interbancario SWIFT muestran también un creciente uso global de la moneda china, que el pasado septiembre alcanzó una cuota récord del 3,71% en las liquidaciones internacionales.

Este avance en el peso de la moneda china no constituye, al menos de momento, una especial amenaza para la posición del dólar, cuyo papel sigue siendo dominante. En cuanto a reservas en moneda extranjera acumuladas por los países, el 58,88% sigue siendo en dólares y solo el 2,45% en yuanes, cifra que está por debajo de otra moneda no tradicional en la canasta de reserva como el dólar canadiense. En el sistema SWIFT, el dólar es usado en el 46,6% de los pagos y el yuan ocupa el quinto lugar, con el 3,71% ya mencionado, por detrás del euro, la libra esterlina y el yen japonés. En las transacciones comerciales, el dólar tiene una cuota del 88,5%, el euro del 30,5% y el yuan, también en quinto lugar, del 7%.

De todos modos, existe un progreso del yuan en los mercados internacionales y en ese crecimiento no han sido ajenos los intercambios de China con el continente latinoamericano. Es más, ciertos intentos de marcar distancias respecto a Estados Unidos han llevado a algunos dirigentes como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a hacer de altavoz en el Sur Global del deseo político de un menor peso del dólar estadounidense en el mundo.

Brasil tiene a China como principal socio comercial, con un volumen de intercambio de bienes que en 2022 superó el récord de 150.500 millones de dólares. El esfuerzo de Pekín por extender el uso de su moneda en sus operaciones comerciales ha acrecentado el nivel de reservas que el Banco Central de Brasil tiene en yuanes, de forma que las reservas en esta moneda han llegado al 5,3%, cuando en 2018 no existían, y han superado a las acumuladas en euros. No obstante, las reservas en dólares rondan el 80%; ese mismo porcentaje es el comercio total que Brasil realiza en la moneda estadounidense.

Si las autoridades brasileñas han firmado varios acuerdos de ‘swaps’ con moneda china, el caso Argentina es más llamativo, pues parte de esas divisas han sido destinadas, no ya a comprar bienes chinos, sino a cubrir vencimientos del crédito de 2018 del FMI ante la falta de dólares del Banco Central de Argentina. Un acuerdoentre los bancos centrales de ambos países, ampliado en noviembre de 2022 y de nuevo en abril y junio de 2023 ante el deterioro financiero argentino por la elevada inflación, incrementa el ‘swap’ con China a un montante de 130.000 millones de yuanes (unos 18.200 millones de dólares) por el plazo de tres años. Esto facultó, por ejemplo, que empresas argentinas efectuaran pagos de importación con la moneda china que solo en el mes de abril y mayo de este año rondaron los 1.800 millones de dólares. Este convenio permite al país sudamericano disponer de 10.000 millones de dólares en calidad de reserva de libre disponibilidad, como las partidas destinadas ya a dos pagos del FMI. La ampliación del ‘swap’ aumentó hasta el 48% la participación de la divisa china en las reservas internacionales del Banco Central Argentino.

En Bolivia, donde también las reservas internacionales se han visto disminuidas y existe escasez de dólares, el presidente, Luis Arce, se refirió al deseo de usar yuanes en las operaciones de comercio exterior, si bien las transacciones nacionales con China son más reducidas que las que mantienen sus dos grandes vecinos. “Las dos economías más grandes de la región ya están transando en yuanes en acuerdos con China”, sostuvoArce, quien cree que “la tendencia de la región va a ser esa".

Como Brasil y Argentina, Chile ya firmó en la última década un acuerdo de intercambio de divisas con China, que en 2021 fue renovado por otros cinco años y asciende a un equivalente de 7.700 millones de dólares. Chile fue donde se abrió el primer banco de compensación en yuanes de Latinoamérica con el fin de alentar el comercio entre ambas naciones.

Ecuador y Uruguay podrían continuar este camino, ya que están negociando tratados de libre comercio con China, lo que conduce a la adopción de acuerdos ‘swaps’ y futuros intercambios en yuanes (la negociación abierta por Uruguay, no obstante, debe ser aceptada y acompañada por el resto de miembros de Mercosur, algo hasta ahora disputado).

Política de Brasil y Argentina

En el avance del yuan en Latinoamérica, modesto pero apreciable, influye la ofensiva diplomática que China está llevando a cabo para traducir su elevado comercio con la región en un mayor uso internacional de su moneda. Pero también intervienen motivaciones propias de los países latinoamericanos, como el recelo a la histórica hegemonía estadounidense y la falta de dólares en algunos países.

En su regreso al poder en Brasil, Lula ha adoptado una posición combativa frente a la preponderancia de Estados Unidos, y específicamente ha cuestionado la primacía del dólar como moneda de transacción universal. “Cada noche me pregunto a mí mismo por qué todos los países están obligados a hacer su comercio pegado al dólar”, dijo en abril en una visita oficial a Pekín. Lula ha planteado abandonar la moneda estadounidense en el comercio entre Brasil y Argentina, o entre los países de Unasur y de los BRICS, sustituyendo el dólar por una unidad de cuenta bilateral o multilateral.

La iniciativa de la que Brasil y Argentina han hablado –una suerte de unión monetaria, solo aplicada en principio a las transacciones comerciales, sin suprimir las monedas nacionales en los respectivos países– tiene en el fondo un propósito de desdolarización. Podría tener sentido económico solo si se llegasen a cumplir condiciones fundamentales, que no se dan, en aspectos macroeconómicos, jurídicos y políticos. Por lo tanto, Washington no tendría mucho de qué preocuparse con respecto a la moneda “Sur” (nombre que se decidió para esta supuesta divisa). Tampoco afronta un camino fácil el proyecto de moneda BRICS, que podría tener dos vías de implementación: la creación de un banco central común que gestione la nueva unidad contable, o bien utilizar una moneda de uno de los miembros –en ese caso sería la divisa china– como moneda para el intercambio comercial.

Por lo que afecta a Argentina, existe también un deseo de despegarse de la moneda estadounidense. Hay muchas razones para explicar este fenómeno, el primero proviene de la enorme dependencia del dólar que existe en Argentina. La deuda pública alcanzó a mediados de este año los 403.809 millones de dólares y los montos en moneda extranjera representan un 64% de ese total.

En Argentina, el dólar es un elemento muy familiar en la economía local; se compran y se venden casas, terrenos y departamentos, e incluso hay tiendas de conveniencia que, por la volatilidad del tipo de cambio, computan sus precios en esta moneda. El dólar es tan importante que aquellos con la facilidad de ahorrar, lo hacen adquiriendo esta divisa y las empresas, incluso si no tienen ejercicios fuera del país, dolarizan sus ahorros. En el país, el dólar tiene un valor simbólico que no se ve en ningún otro país del mundo [1].

Pero ese reclamo de soberanía monetaria no es compartido por toda la población. Ahí está la propuesta de dolarización de Argentina realizada por el candidato presidencial Javier Milei, si bien en esto tiene que ver también el deseo de sacar las manos del gobierno de la facultad de imprimir billetes para alimentar el clientelismo electoral, lo que genera corrupción e inflación. En cualquier caso, el creciente recurso al yuan por parte del último gobierno argentino se ha debido sobre todo a la falta de dólares disponibles.

Reacción de Estados Unidos

Estados Unidos es consciente del terreno que va ganando el yuan y analiza cuál puede ser su reacción para preservar su ventaja en el continente, donde, por otra parte, otros tres países llevan tiempo utilizando el dólar como moneda oficial (Panamá, El Salvador y Ecuador). Ideas como renegociaciones de acuerdos de libre comercio, cláusulas de apertura de mercados y propuestas de inversión, se ven frustradas por los innovación y flexibilidad de los tratados chinos, que se optimizan y adecúan mejor a las necesidades de sus socios.

Un intento de respuesta a esto por parte de la administración Biden es la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica (APEP), acordada durante la Cumbre de las Américas celebrada el año pasado en Los Ángeles. Esa Alianza ofrece a los 11 miembros mejoras en el comercio digital, seguridad en las cadenas de suministro, establecimiento de normas aduaneras más flexibles y la generación de empleos en el área de las energías limpias. Aunque es verdad que su acogida por parte de los líderes regionales no fue la esperada, ahora mismo es la herramienta política más factible de Estados Unidos para promover el comercio y continuar con el dólar como moneda de cambio más ventajosa.


[1] Luzzi, M., & Wilkis, A. (2019). El dólar. Historia de Una Moneda Argentina (1930-2019). Buenos Aires, Crítica.