Guyana: Del ‘boom’ petrolero al riesgo de la ‘maldición de los recursos’

Guyana: Del ‘boom’ petrolero al riesgo de la ‘maldición de los recursos’

ARTÍCULO

11 | 12 | 2023

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Uno de los países más pobres de América es el de mayor crecimiento económico mundial, pero los ingresos podrían alimentar más la corrupción que el desarrollo

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Buque de Exxon en el bloque Stabroek de Guyana [Exxon]

Guyana constituye, sobre el papel, una enorme historia de éxito: es el país del mundo con mayor crecimiento económico, que este año se acercará al 40% del PIB. El descubrimiento de campos de petróleo ‘off-shore’ en 2015 y el comienzo de su explotación en 2019 están aportando a este país un ‘boom’ sin precedentes. Pero Guyana, uno de los países más pobres de América, se enfrenta a la ‘maldición de los recursos’: el riesgo de depender excesivamente de una única fuente de ingresos y la perspectiva de un desequilibrio socioeconómico derivado de un enriquecimiento tan rápido como exclusivo de unas elites.

El caso de Guyana es bastante singular, aunque se trata de una historia que ya se ha repetido muchas veces. Desde el reciente descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo frente a sus costas, Guyana se encuentra en una encrucijada. Invertir en la industria del petróleo y del gas reportará sin duda muchos beneficios a este pequeño país sudamericano de apenas 815.000 habitantes y con altas tasas de pobreza, pero hay riesgos graves que debería tener en cuenta.

La explotación de varios pozos en una amplia zona ‘off-shore’ guayanesa (el bloque Stabroek) por parte de un consorcio internacional liderado por Exxon está suponiendo la producción de 380.000 barriles diarios de petróleo y se espera que en 2027 alcance los 1,2 millones de barriles diarios. Esta última cifra supera la producción actual de Venezuela, país que precisamente disputa el control de esas aguas, en un conflicto dormido y que ahora, a raíz del enriquecimiento de la antigua colonia inglesa, el Gobierno en crisis venezolano está avivando.

Efectos positivos: mejora económica

En el mejor de los casos, Guyana podría gestionar bien su industria petrolera e imitar a productores de éxito como Estados Unidos, Canadá y Noruega. Probablemente no llegará a esos niveles, pero la producción y exportación de hidrocarburos supondrá una ventaja económica, pues Guyana es el cuarto país más pobre del hemisferio occidental, sólo superado por Haití, Surinam y Nicaragua. El comienzo de la explotación está siendo ya revolucionario para la economía guyanesa, impulsando un crecimiento del PIB que, en función de las cantidades extraídas y del precio internacional del crudo, podría ser de entre un 300% y 1000% para 2025, transformándolo en la economía con la renta per cápita más alta de Sudamérica. Así, con la explotación petrolera, desde 2020 el aumento del PIB ha pasado a ser de dos dígitos (43,5% en 2020; 20,1% en 2021; 62,3% en 2022, y un estimado 38,4% en 2023), elevando el PIB per cápita de 6.950 dólares en 2020 a 20.560 en 2023, cifra que sin duda se verá multiplicada en los próximos años.

En Guyana, la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y después de los primeros años de extracción de petróleo, la economía guyanesa está viendo los beneficios. Los valores de exportación se han disparado, lo que posibilita que también la importación de bienes aumente al mismo ritmo, sin riesgo de déficit comercial, poniendo al alcance de la sociedad guyanesa productos antes no alcanzados o solo importados en un corto volumen. En 2019 la partida de petróleo, productos derivados y otros materiales relacionados representó solo el 0,1% del valor total de las exportaciones de Guyana; en 2020 supuso el 40% en 2020, y el 70% en 2021.

Algunas empresas ya han acudido a Guyana, como Exxon, que ha invertido 30.000 millones de dólares en Guyana, 450 millones de los cuales se han destinado a proveedores locales, algunos a organizaciones benéficas locales e iniciativas de investigación, además de haber formado a más de 3.000 empleados guyaneses para trabajar en la industria de hidrocarburos. Se prevé que el aumento de la inversión extranjera ampliará la producción en sectores como la agricultura, la vivienda, la salud y el transporte, y mejorará la infraestructura eléctrica de Guyana.

Los beneficios no son sólo económicos, Guyana ganará geopolíticamente con el aumento del interés extranjero, en particular de Brasil. Guyana mantiene actualmente una importante disputa fronteriza con Venezuela por la región de Esequibo. Brasil siempre ha sostenido que no quiere conflictos en el continente y ha intentado mantener el ‘statu quo’ y proteger las fronteras de Guyana. Conseguir el favor de las compañías petroleras brasileñas y estrechar los lazos con Brasil en general ayudaría a Guyana a preservar su integridad territorial frente a un régimen cada vez más entregado al irredentismo en Venezuela.

Efectos negativos: La ‘maldición de los recursos’

Es probable, si no definitivo, que Guyana sufra la ‘maldición de los recursos’. Guyana sufrirá política y quizás también económicamente por su recién inaugurada industria de extracción de petróleo. Para que los recién nacidos países productores de petróleo tengan éxito, necesitan un gobierno transparente, no corrupto y con experiencia; el gobierno de Guyana no tiene ninguno de estos rasgos. La estabilidad política de Guyana ha decaído en los últimos años, ya que los partidos políticos se disputan el control de la prosperidad económica. En el país han aumentado las tensiones étnicas, un factor que ha generado importantes conflictos en otros países productores de hidrocarburos. Además, la corrupción es un problema relevante en la política guyanesa, ya que los dos principales partidos han sido acusados de conseguir acuerdos privados con empresas petroleras. Guyana ocupa actualmente el puesto número 85 de 180 países del índice corrupción de International Transparency. Estos no son buenos indicadores para el futuro de la democracia guyanesa y reducirán las posibilidades de una mayor democratización.

Guyana es un país con poca experiencia en la gestión de empresas petroleras, su legislación es anticuada y está mal equipada. El Gobierno ya ha firmado contratos unilaterales con compañías petroleras, como el establecido con la mencionada Exxon, por el que Guyana habría perdido más de 55.000 millones de dólares en ingresos potenciales según algunas estimaciones. La inexperiencia de sus negociadores y su incapacidad para aprovechar su posición han dado lugar a que Guyana otorgue desde el principio demasiado poder y control a las compañías petroleras y gasistas. Exxon controla la legislación medioambiental de Guyana, que ahora no puede modificarse de forma que “perturbe o interfiera” en la producción de petróleo de Exxon. Su falta de experiencia y mano de obra cualificada han obligado a Guyana a buscar asesoramiento y ayuda en el extranjero, así como a depender más de las compañías multinacionales. Afortunadamente, el Gobierno se ha esforzado por subsanar esta deficiencia. Ha solicitado ayuda al FMI y al Banco Mundial, así como a abogados, consultores y estrategas energéticos para mejorar su infraestructura fiscal, jurídica y reguladora. Guyana también ha solicitado ayuda a Trinidad y Tobago para el desarrollo de puertos, pues solo cuenta con uno, de apenas 6 metros de profundidad.

Desde el punto de vista económico, Guyana corre el riesgo de gastar demasiado sus nuevos ingresos. La inversión en la industria del petróleo y el gas será extremadamente costosa, sobre todo la instalación de una tubería de 200 km para bombear gas a tierra. Además, Guyana expondrá su economía a las volátiles ‘ganancias inesperadas’del mercado de valores del petróleo. Guyana está invirtiendo en su economía para prepararla para tales acontecimientos, y está consultando a expertos para aliviar cualquier posible problema económico; sin embargo, su posición de partida es débil. Lo advertía inicialmente el ‘Wall Street Journal’ con el titular “El nuevo hallazgo más grande del mundo pone patas arriba a Guyana”, sembrando dudas sobre que el país caribeño esté preparado para esa transición.

Lecciones: de Trinidad y Tobago y para Surinam

Al observar a sus vecinos podemos ver algunas similitudes y advertencias. Se ha señalado que la economía de Trinidad y Tobago necesita transformarse urgentemente, ya que la industria de los combustibles fósiles se ha convertido en una ‘sunset industry’. La economía de T&T ha estado muy centrada en los combustibles fósiles durante los últimos cien años y ahora debe sustituirlos gradualmente a medida que sus yacimientos petrolíferos maduran y se secan. Así, la producción de crudo ha descendido a la mitad en los últimos veinte años: en 2002 se bombeaban 130.000 barriles diarios; en 2022 fueron 58.000. No obstante, esto ha tenido efectos negativos leves en la economía de T&T gracias a sus grandes reservas de gas, con una producción anual de unos 30.000 millones de metros cúbicos. De tal manera que T&T sigue dependiendo en gran medida de su industria de combustibles fósiles, lo que expone al país y a la ‘Dutch Disease’, a la que la economía de Trinidad y Tobago ya ha sobrevivido dos veces. Guyana debe tener cuidado, pues, de no depender demasiado de la extracción de petróleo.

Por su parte, Surinam podría seguir los pasos de la vecina Guyana si las exploraciones realizadas en 2020, también ‘off-shore’ (justamente en el área contigua al bloque Stabroek guyanés), se revelan aprovechables. Nuevas informaciones apuntan a otros hallazgos por parte de Exxon-Petronas, que ya en 2020 localizaron posibles reservas, en principio menos cuantiosas que las de Guayana. En cualquier caso, para tener éxito, Surinam tendrá que reducir sus niveles de corrupción y reforzar sus instituciones y su economía, que conforman un contexto peor que el de guyanés. En la medida en que Guyana pueda aprender cómo realizar una gestión asumible por un país de sus características, Surinam podría copiar algunas de esas políticas. De entrada, debería dar importancia a su posición en la mesa de negociaciones con las compañías petroleras y reforzar su legislación en torno a la extracción de petróleo y la protección del medio ambiente antes de entrar en dichas negociaciones.

Conclusión

Guyana está preparada insuficientemente para gestionar con equilibrio su naciente explotación petrolera, por lo que sufrirá la ‘maldición de los recursos’ a un nivel u otro. El Gobierno es consciente de ello y está tratando de superar las situaciones más desventajosas. El petróleo traerá desarrollo económico y social a Guyana (aunque está por ver cómo afecta a la desigualdad, dada la alta corrupción de las elites dirigentes), pero también inestabilidad política y económica.