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Imagen de satélite [Gob. de Alemania]
Por primera vez, Alemania ha elaborado un documento de estrategia de seguridad nacional. El cambio de era (‘Zeitenwende’) que en Europa y el mundo supone la agresión rusa sobre Ucrania ha obligado a la primera potencia europea a dar un inusitado paso al frente en términos militares. No obstante, la estrategia presentada se limita a ratificar los compromisos de gasto ya anunciados para que la Bundeswehr sea un verdadero instrumento de defensa, tanto propia como de los aliados. La novedad, para un texto de esta naturaleza, está en el acento puesto en la seguridad energética y en la diversificación de proveedores de materias primas y otros suministros para la industria alemana. La dependencia del gas ruso y de ciertas inversiones chinas ha alarmado a Berlín, que busca una completa transformación en algunas de sus dinámicas económicas. Es lo que denomina «seguridad integrada».
Alemania reitera en su estrategia de seguridad nacional, titulada “Una seguridad integrada para Alemania”, el compromiso de elevar su gasto en defensa hasta el 2% del PIB “como media en un periodo plurianual” y de crear un fondo especial de 100.000 millones de euros destinado a tal efecto. El hecho de que el documento no haya ido más allá en su concreción respecto al anuncio que en esos mismos términos realizó el canciller Olaf Scholz días después de que Rusia invadiera Ucrania, hace año y medio, ha sido visto con cierto desánimo por quienes consideran que el Gobierno alemán no afronta la guerra de Ucrania de modo proactivo, sino reactivo. De hecho, a pesar de que avanza propósitos en otros ámbitos, más allá del militar, el documento precisa que nada de eso se verá acompañado de nuevas partidas presupuestarias. Quizá porque los tres socios de gobierno discrepan en aspectos importantes, la actuación alemana en la crisis ucraniana adolece de cierta arritmia.
Con todo, la estrategia presentada supone un avance conceptual que es normal que requiera cierto tiempo en su asimilación por parte de los distintos niveles de la administración alemana. Se trata de un completo giro. Asumir con todas sus consecuencias que, con su “brutal guerra de agresión”, Rusia es “la amenaza más significativa para la paz y la seguridad” de Alemania no es fácil para un país que durante los gobiernos de Schröder (SPD) y de Merkel (CDU) cultivó un intenso partenariado con Moscú. No solo se ha dado un cambio total en la relación con Rusia, cortando de forma precipitada la mayoritaria importación de hidrocarburos rusos, sino que el nuevo orden internacional obliga también a Alemania a revisar su relación con China, destino importante de las manufacturas alemanas. El documento sigue considerando a China como un socio, pero también califica a ese país de “competidor y rival sistémico”. “Hemos observado que rivalidad y competencia han aumentado los últimos años”, dice el texto con relación a China, y que esta actúa “una y otra vez contra nuestros intereses y valores”.
Seguridad económica
Precisamente adaptar la maquinaria de la industria alemana a ese nuevo orden internacional es la gran tarea propia que tiene por delante Berlín y que da singularidad a este documento estratégico. Normalmente, en el aspecto militar casi todo queda supeditado a las decisiones que se tomen en el ámbito de la OTAN o el de la Unión Europea. Pero la búsqueda de alternativas energéticas estables para sustituir la anterior dependencia de Rusia y abrir nuevos mercados que permitan no depender tanto de las compras que hace China es cometido directo de las autoridades de Berlín y muy especialmente, como indica el mismo documento, de las empresas alemanas. Esto es la “seguridad integrada” en que consiste la nueva estrategia, que “significa poner juntas todas las cuestiones e instrumentos que son relevantes para protegernos de amenazas externas”.
El poder de Alemania se basa en una industria cuya producción supera con creces las necesidades del propio mercado, por lo que la exportación es esencial para el mantenimiento de puestos de trabajo y así garantizar la paz social. También es fundamental garantizar los insumos que necesita la industria para su actividad y que en gran medida debe importar. El peso de la exportación (alrededor del 40% del PIB) en general ha venido obligando a Alemania a no tensar en exceso la cuerda en las relaciones con posibles compradores; aun cuando sus exportaciones son mayoritariamente al resto de Europa, China constituye un mercado que hasta ahora Alemania no ha querido arriesgar pero que puede ir camino de malograrse.
“En el futuro nos enfocaremos más en la seguridad cuando se trata de decisiones sobre política económica”, advierte en el preámbulo del documento la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock. “También cuando se trata de decidir a qué actores se les permite invertir en infraestructura crítica”, añade, en referencia muy directamente a China, que ha estado invirtiendo en Alemania en sectores estratégicos sensibles.
El documento insiste en esas ideas: “Reduciremos dependencias unilaterales actuales en el suministro de materias primas y energía, así como en otras áreas relevantes estratégicamente, diversificando nuestras relaciones de suministro”; “nuestro objetivo es asegurar que los lazos económicos no tienen un impacto negativo en nuestra seguridad”.
Otros aspectos
Junto a este acento en lo económico, en las 76 páginas del documento lógicamente se abordan diversos aspectos de defensa, como el “inquebrantable compromiso” con el artículo 5 de la OTAN de mutuo auxilio militar en caso de guerra (y similares estipulaciones del Tratado de la UE y del existente con Francia); la intención de expandir la presencia militar alemana en territorios aliados y hacerla más permanente, así como de convertir la Bundeswehr en los próximos años en “una de las fuerzas armadas convencionales más efectivas”; y el propósito de desarrollar armas de precisión de ataque profundo. Asimismo, se pone la atención en capacidades para luchar contra ciberataques y la amenaza terrorista. Enlazando con la seguridad energética y de acceso a materias primas, se señala la importancia de la seguridad marítima, tanto en superficie como submarina.
Alemania apuesta igualmente por una ampliación de la UE que incluya a los Balcanes occidentales, Ucrania y Moldavia y, en el largo plazo, también a Georgia. Para ello plantea que deberían realizarse reformas institucionales en la UE para garantizar su operatividad en un horizonte que supera los treinta miembros. Anuncia su propósito de optar a un asiento no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para 2027-28.
En la presentación del documento estratégico, el Gobierno alemán especificó que había descartado la creación de un Consejo de Seguridad Nacional. Justificó la decisión indicando que un órgano de ese tipo es más propio de un país con sistema presidencialista como Estados Unidos.