Las hélices de los aerogeneradores disparan las ventas de madera de balsa

Las hélices de los aerogeneradores disparan las ventas de madera de balsa

ARTÍCULO

27 | 12 | 2021

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El primer exportador mundial es Ecuador, que en 2019 dobló sus ventas internacionales y en 2020 las volvió a doblar, sobre todo por la demanda de China

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Hélices de un aerogenerador [Pixabay]

La apuesta mundial por las fuentes de energía renovables ha hecho aumentar la generación eólica; a su vez, la construcción de los nuevos ‘molinos de viento’ ha disparado el consumo de madera de balsa: una madera tan liviana como resistente, ideal para las hélices de los aerogeneradores, especialmente para las de menor tamaño. Ecuador es el principal exportador –en 2019 dobló sus ventas internacionales y en 2020 las volvió a doblar– y China es el mayor comprador. El negocio ha potenciado la explotación ilegal de este árbol tropical y ha creado preocupación sobre su gestión sostenible.

La balsa en un árbol nativo de Sudamérica que crece especialmente en el trópico ya que necesita clima húmedo y tierra fértil para desarrollarse adecuadamente. Cada árbol puede llegar a medir entre 25 y 30 metros, lo cual es muy beneficioso para sus productores pues eso ofrece un alto rendimiento por ejemplar. Además, la edad perfecta para cortar el árbol se sitúa apenas entre los tres y cuatro años desde que se planta, lo que permite obtener altos beneficios en poco tiempo.

Sus características de madera liviana y suave y a la vez de alta resistencia –fuerte y de poco peso al mismo tiempo– la hacen perfecta para la fabricación de revestimientos de cruceros, esquís, puentes... y especialmente para las hélices de los aerogeneradores. Las aspas de las turbinas se fabrican en parte con madera de balsa porque es más barata que el metal, tiene más resistencia que el plástico y a diferencia de esos materiales es ideal para adaptarse y recuperarse en los días de mucho viento. Como especifica Carlos Martínez-Thiem, experto en el sector, la balsa tiende a usarse en mayor proporción en turbinas pequeñas. “Los aerogeneradores convencionales tienen aspas que generalmente se fabrican a partir de fibra de vidrio, en una proporción que puede ser de unas 24 toneladas GRP, con poco más de una tonelada de madera, y media tonelada de metal”, detalla. Esto hace que cuando los aerogeneradores convencionales, que tienen una vida útil de 10 a 20 años, son desechados, no compense reciclar la madera, pues sería algo laborioso y costoso.

Con la decidida apuesta mundial por la energía eólica y la creciente demanda de sus molinos se ha incrementado también la demanda internacional de madera de balsa. No obstante, como explica Martínez-Thiem, la oscilación de su precio, con sus recientes alzas, no se debe tanto a la evolución global de esa demanda como a otros factores, como pueden ser las vicisitudes en las posibilidades de acceso al material o en el transporte mundial.

Ya que Sudamérica tiene el clima tropical perfecto para el cultivo y explotación de balsa, es lógico que el mayor productor y exportador de esa madera sea un país de esta región. El primer lugar corresponde a Ecuador, que pone en el mercado el 20,3% de la madera de balsa disponible globalmente. Otros países sudamericanos exportadores son Chile (3,92%) y Brasil (3,77%), de forma que los tres suponen casi un tercio del mercado mundial.

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Exportación de madera de balsa desde Ecuador. Peso en toneladas (TM) y precio (FOB) en millones de dólares. Tomado del Banco Central de Ecuador

En 2018, Ecuador exportó 19.226 toneladas de madera de balsa, por valor de 67,5 millones de dólares, según las cifras de comercio exterior aportadas por el Banco Central de Ecuador. Ese volumen de mercancía, que había caído respecto a años anteriores, casi se duplicó en 2019, cuando ascendió a 33.081 toneladas (126,9 millones de dólares). Y en 2020 se alcanzó un récord de exportación de 74.680 toneladas, que en precio creció aún más, dada la revalorización del producto provocada por su alta demanda, llegando a 402,1 millones de dólares.

Esa evolución ha contribuido a restar peso a las exportaciones petroleras ecuatorianas, que del 24% del total de las ventas exteriores de 2019 bajaron al 14,5% en 2020. La madera de balsa pasó de representar un 0,49% de las exportaciones a significar un 3,06% (por detrás de bananas y camarones), siendo el sector con mayor crecimiento.

El incremento en la demanda de madera de balsa se debe a China. En 2020, el 85% de las ventas ecuatorianas de esa tipo de madera fueron a ese país: de las 74.680 toneladas exportadas, 65.379 toneladas se destinaron al gigante asiático, por valor de 344,8 millones de dólares; a distancia quedaron los siguientes compradores: Polonia (2.198 toneladas), Estados Unidos (1.877 toneladas) y Lituania (1.377 toneladas).

China requiere tanta madera de balsa porque está implementado un plan para la construcción de turbinas eólicas, con el fin incrementar su propia producción de energía limpia y depender menos del carbón, y con el objetivo también de posicionarse mundialmente en el sector, como ha hecho con las placas fotovoltaicas. Para conseguir cumplir las metas el plan, el gobierno chino ha subsidiado a gran número de productores chinos para la compra de toneladas de madera balsa, lo que ha disparado tanto la demanda que ha propiciado además en Ecuador que haya campesinos que la produzcan ilegalmente, sin los permisos oficiales, y se genere un mercado negro.

Ese mercado negro está suponiendo serios problemas medioambientales, como ocurre con su contribución a la deforestación de la selva amazónica para plantar balsa y explotarla, de forma que las comunidades que viven en el Amazonas se han visto severamente afectadas por el boom de la demanda de esa madera.

Aunque Ecuador ha exportado este producto desde 1940, nunca había tenido que atender tanta demanda, lo que explica la falta de reglamentación y regularización que padece este sector económico. La falta de mecanismos de regulación comercial y ambiental ha desencadenado una división en las comunidades amazónicas, pues si bien sus líderes quieren preservar el espacio de la selva donde viven y mantener sus actividades tradicionales, las nuevas generaciones se ven influencias por quienes llegan para promover la nueva industria y se implican en actividades ilegales, que van desde talar la selva para plantar balsa hasta el consumo de drogas, como la marihuana y el crack, introducidas por los recién llegados. En ese contexto, el último año saltaron 8.139 alertas de deforestación en la selva amazónica ecuatoriana, especialmente en los sectores de los ríos Pastaza, Bobonaza, Curaray y Villano.

Para poder cumplir con los compromisos internacionales adquiridos por Ecuador con respecto al medio ambiente, el nuevo presidente Guillermo Lasso ha presentado un plan para la potenciación de la energía renovable. El plan habla de nuevos modelos de producción y consumo sostenibles para reactivar la economía, tanto en relación a fuentes directas de energía como indirectas, que es el caso de la explotación regulada de madera de balsa.