Modernización del Ejército del Aire: Retos y estrategias presupuestarias en España

Modernización del Ejército del Aire: Retos y estrategias presupuestarias en España

ARTÍCULO

17 | 02 | 2025

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El Gobierno prevé un presupuesto de 4.500 millones de euros para la adquisición en dos fases de un nuevo avión de combate

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Eurofighter ‘Typhoon’ Tranche 4, del que el Gobierno español ha firmado la compra de 25 unidades [Airbus]

La modernización del Ejército del Aire y del Espacio es decisiva, ya que, con una flota en proceso de envejecimiento, la actualización de las capacidades de combate es de primordial importancia para lograr responder eficazmente a las amenazas actuales y futuras. Esta modernización, respaldada por un incremento presupuestario significativo, refleja que España parece estar en marcha para adaptarse a los estándares de seguridad también para poder lograr una mayor independencia dentro de la OTAN.

Siendo la tecnología uno de los factores más decisivos en el ejercicio militar global, el Ejército del Aire y del Espacio de España se enfrenta a grandes desafíos como la modernización de su capacidad operativa para poder afrontar las amenazas de seguridad cada vez más evidentes en el contexto mundial actual, así como para poder continuar comprometido con los objetivos de defensa europea y de la OTAN.

Este proyecto de modernización se ha visto reflejado en un aumento presupuestario por parte del Gobierno que permite a los Ejércitos desarrollar las infraestructuras ya existentes e incorporar nuevos métodos de defensa nacional, como drones o inteligencia artificial. Según datos de la OTAN, el gasto español en defensa pasó del 0,9% del PIB en 2019 al 1,3% en 2023, nivel en el que se habría mantenido en 2024, según estimaciones preliminares. En 2024, el presupuesto de defensa de España experimentó un incremento significativo, alcanzando los 16.000 millones de euros, mediante créditos extraordinarios y transferencias adicionales aprobadas por el Gobierno. La finalidad de esta iniciativa no es únicamente poder fortalecer el ámbito de la Fuerza Aérea, sino también la de avanzar hacia una mayor autonomía estratégica, reduciendo la dependencia de recursos y tecnología de aliados dentro de la OTAN.

Ahora bien, los proyectos de modernización tienen una gran envergadura por lo que su desarrollo va a estar sujeto a una variedad de factores. Para realizar un análisis de esta modernización es esencial comprender la capacidad actual del Ejército del Aire y del Espacio y sus áreas clave de mejora, aspectos que permitirán evaluar el alcance y los beneficios de esta transformación.

Capacidades actuales del Ejército del Aire y del Espacio

En lo que respecta a la capacidad de combate en su flota aérea, el Ejército del Aire español cuenta con una flota compuesta principalmente por los cazas Eurofighter ‘Typhoon’ (C.16) y Mc Donnell Douglas F-18 ‘Hornet’ (C.15). En la actualidad, el Ejército del Aire y del Espacio, cuenta con una totalidad de 73 unidades operativas del C.16 (un caza eficaz de superioridad aérea en misiones aire-aire y aire-tierra; su entrada en servicio en España data de 2003) y con 65 unidades del C.15 (un caza multiuso que entró en servicio en 1986). Ambos modelos han demostrado su eficacia en multitud de operaciones internacionales, incluyendo misiones de vigilancia marítima en el Mediterráneo, operaciones de mantenimiento de la paz en Kosovo y participaciones en misiones de la OTAN, como las llevadas a cabo en Libia. Complementando esta flota de combate, se dispone de armamento misil aire-aire, aire-superficie, bombas con guiado o minas. La capacidad de transporte aéreo se cifra en 14 unidades del Airbus A400M ‘Atlas’, el T.23 en la denominación del Ejército del Aire y del Espacio; un avión de transporte militar de gran capacidad que permite transportar a larga distancia grandes cargas, vehículos y tropas.

En cuanto al personal, el Ejército del Aire y del Espacio español contaba, según estimaciones de 2023, con aproximadamente 22.000 efectivos. Este personal altamente cualificado desempeña un papel fundamental en el mantenimiento y operación de los sistemas de armas, así como en la ejecución de las misiones encomendadas.

Limitaciones y áreas de mejora

A pesar de su capacidad, la flota de combate del Ejército del Aire y del Espacio afronta un importante problema de envejecimiento, algo a lo que no se sustraen otras aviaciones militares a nivel mundial. La superación de la vida útil de servicio de numerosas unidades puede generar una serie de desafíos operativos y logísticos.

La obsolescencia del Ejército del Aire y del Espacio es especialmente evidente en el caso de los cazas C.15, cuya vida se está aproximando a casi cuatro décadas, con el consiguiente incremento en los costes de mantenimiento asociados al deterioro de componentes y sistemas. La tasa de accidentes aéreos, como el que resultó en el fallecimiento del teniente coronel Pablo Estrada en un accidente durante un vuelo de entrenamiento cerca de Teruel el 4 de octubre de 2024, ha crecido de forma preocupante. Paralelamente, la disminución en la disponibilidad operativa y la reducción en la capacidad de misión han limitado la efectividad de este caza en escenarios de combate modernos. Todo ello pone de manifiesto la necesidad de evaluar alternativas estratégicas para modernizar la flota de aviones de combate y, además, garantizar la seguridad de los pilotos.

La necesidad de sustituir los envejecidos cazas F18 ‘Hornet’ es cada vez más evidente, y resulta ineludible para alinear el Ejército del Aire y del Espacio con los estándares operativos de la OTAN, especialmente a la vista de la incierta situación geopolítica actual. El problema es particularmente acuciante en el caso de la flota de F18 de Canarias. Como respuesta a esta exigencia, el Gobierno ha iniciado un proceso de adquisición de los Eurofighter ‘Typhoon’ Tranche 4, un caza de superioridad aérea de última generación, para así comenzar a asumir progresivamente las misiones actualmente desempeñadas por los ‘Hornet’ en el archipiélago. Pendiente quedaría la renovación del resto de la flota de aviones C.15, para lo que se barajan varias opciones, sin que pueda descartarse adquirir un número indeterminado de unidades del modelo F-35A de Lockheed Martin.

Consideraciones presupuestarias y desafíos fiscales

Tras la Guerra Fría (1947-1991) el gasto público dedicado a la defensa se redujo de manera notable en todos los estados europeos. Sobre ese trasfondo, la crisis financiera mundial del 2008, que afectó notablemente a España, impuso a las Fuerzas Armadas aún más drásticas restricciones presupuestarias.

Mientras la estabilidad global reinaba en los años inmediatamente posteriores al colapso de la Unión Soviética, el bajo nivel de gasto no supuso ninguna preocupación aparente. La situación ha cambiado con el ascenso de China al rango de rival sistémico de Occidente y, más recientemente, con la agresión de Rusia a Ucrania iniciada en 2022.

La reelección de Donald J. Trump como el 47º presidente de Estados Unidos cobra especial relevancia, y añade un elemento de presión adicional hacia un mayor gasto en defensa, pues ya en su anterior mandato había expresado de manera crítica la falta de inversión en defensa de los miembros europeos de la OTAN. Esta presión resultó en el vago compromiso anunciado en 2022 por el presidente del Gobierno español de alcanzar un gasto en defensa del 2% del PIB en un plazo de tiempo indeterminado.

El Gobierno ha concretado el cumplimiento de ese objetivo para 2029. En esa línea, durante 2023, el presupuesto del Ministerio de Defensa incluyó un incremento del 26,31% con respecto al presupuesto del año anterior, que, en términos absolutos, puso el gasto en defensa al borde de los 13.000 millones de euros. A pesar de las dificultades por la falta de la aprobación de Presupuestos Generales del Estado para 2024, ya que la tramitación de los mismos no se pudo dar en los plazos que determina la ley, la ministra de Defensa, Margarita Robles, aseguró que todos los programas de modernización se mantendrán en marcha.

Presupuesto y proyectos de modernización

El incremento presupuestario aludido, ha tenido un impacto directo sobre el proyecto de modernización del Ejército del Aire y del Espacio. En primer lugar, el aumento permite incorporar una partida de 444,6 millones de euros para la compra de 23 helicópteros multimisión NH90, de los cuales 15 son para las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra y 6 para el Ejército del Aire y del Espacio. Este helicóptero dota de capacidades para misiones de transporte, combate, evacuación y antisubmarinas, y refuerza la capacidad de la Fuerza Aérea y de la Armada, que también va a incluirse en este ámbito.

Adicionalmente, el Gobierno ha aprobado la adquisición de 16 aviones Airbus C295 (T.21) en configuraciones de patrulla marítima (MPA) y vigilancia marítima (VIGMA) para el Ejército del Aire y del Espacio, con un presupuesto total de 2.034 millones de euros. De estos 16 aviones, 6 serán C295 MPA, destinados a reemplazar a los P-3 Orion retirados en 2022. Se trata de un modelo de alto rendimiento en cuanto a la guerra antisubmarina, una capacidad estratégica para el Ministerio de Defensa.

Sin duda, la parte más importante del renovado presupuesto es la dedicada al proyecto de modernización y renovación de la flota de combate a la que ya se ha hecho referencia antes. A estos efectos, la previsión es la de dedicar un presupuesto de 4.500 millones de euros para la adquisición en dos fases de un nuevo avión de combate. En la primera fase, el Gobierno firmó un contrato para la compra de 25 aviones Eurofighter ‘Typhoon’ Tranche 4 (C.16), destinados a sustituir parte de la flota de F18, con entregas previstas para 2030. La segunda fase de este proyecto se encuentra todavía en proceso de evaluación de los posibles candidatos para continuar esta restitución. Aunque la adquisición del F35 de Lockheed Martin está aún dentro de las opciones, el Ministerio de Defensa se inclina hacia un solución de índole europea como la que ofrece el programa FCAS (Future Combat Air System), un proyecto multinacional en el que participan Francia, Alemania y España para el desarrollo de un sistema aéreo de combate de sexta generación, en el cual se incluyen drones y cazas conectados con inteligencia artificial, y que se prevé entre en servicio en la década de 2040. Esta opción plantea un problema temporal, ya que el F18 será retirado en 2030, es decir, cuarenta y tres años después de su entrada en servicio. Pero su baja se producirá antes de 2040, la fecha prevista para la llegada del FCAS, siempre y cuando el proyecto no experimente retrasos. La solución a este problema puede pasar por la extensión de la vida operativa del C.16 o por la adquisición del F35.

Conclusiones. Impacto en ámbito estratégico de España

El plan de modernización del Ejército del Aire y del Espacio español considera una amplia renovación de las capacidades existentes, en especial de la flota de cazas, e incluye las de las flotas de transporte y ala rotatoria.

El proyecto FCAS no sólo refuerza la interoperabilidad con otros ejércitos de la UE, sino que también fortalece la soberanía nacional reforzando la autonomía estratégica de las Fuerzas Armadas españolas. Sin embargo, las limitaciones de los proyectos de modernización se presentan en la brecha temporal de operatividad, puesto que en el caso de los F18 se prevé su inoperatividad en 2030 y el proyecto FCAS no concluirá hasta 2040.

La principal ventaja de la modernización del Ejército del Aire y del Espacio de España es su fortalecimiento estratégico en un mundo en el que cada vez aumenta más la importancia de lo tecnológico, y el cual avanza de manera veloz. Por consiguiente, mejorará también su posición dentro de su principal alianza militar, la OTAN, no únicamente alcanzado las medidas requeridas sino también en la contribución del mantenimiento de la seguridad global. Por el contrario, la no modernización resultaría en una falta de autonomía e influencia en estos contextos, en un mundo que se enfrenta a situaciones críticas en Oriente Medio, Europa y África.

Se puede señalar que la modernización de las Fuerzas Armadas del Aire llevará a reforzar la autonomía defensiva de España. Más aún, la colaboración en programas de defensa colectiva resulta para España en una estrategia de desarrollo y producción propia que garantiza beneficios estratégicos y operativos a largo plazo, fortaleciendo la capacidad de respuesta y reforzando la soberanía nacional.