Parar los pies a China en Latinoamérica desde el BID

Parar los pies a China en Latinoamérica desde el BID

ARTÍCULO

04 | 01 | 2023

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El cambio al frente del Banco Interamericano de Desarrollo reabre el debate sobre la decisión tomada de reducir el peso de China en el reparto de fondos de la institución para la realización de proyectos en la región

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El brasileño Ilan Goldfajn, nuevo presidente del BID desde el mes de noviembre.

El brasileño Ilan Goldfajn llegó a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el pasado mes de noviembre, poniendo fin al corto mandato de Mauricio Claver-Carone, un estadounidense de origen cubano puesto al frente del banco por insistencia de Donald Trump (es costumbre que Estados Unidos, a pesar ser el país que más fondos aporta, deje ese asiento a un latinoamericano). El cese de Claver-Carone a raíz de una denuncia por contravenir disposiciones éticas, deja en el aire alguna de las políticas que había impulsado. La de mayor trascendencia geopolítica se refería a procurar reducir el peso de China en el reparto de los fondos para programas de desarrollo en la región. Recién aterrizado en el banco, la prioridad de Goldfjan ha sido de momento intentar recomponer el liderazgo dentro de la institución.

El avance de la actividad china en América Latina crea cierto nerviosismo en Washington y en otras capitales de la región. China es ya el primer o segundo mayor socio comercial de muchos países latinoamericanos y ha entregado abundantes créditos a sus gobiernos; en los últimos años los préstamos de los bancos políticos chinos se han visto sustituidos por préstamos de los bancos comerciales, lo que está permitiendo que China avance como origen de la inversión extranjera directa (si bien, de momento, muy por detrás de Estados Unidos y Europa).

En esa penetración en la región, China se ve ayudada por el Banco Interamericano de Desarrollo, lo que ha generado un debate en el directorio ejecutivo de la institución. La cuestión es que el gigante asiático se lleva una buena parte de los proyectos financiados por el BID. Entre 2010 y 2020 empresas de ingeniería y construcción chinas llevaron a cabo proyectos por valor de 1.700 millones de dólares que fueron adjudicados por el banco. Ello supone que China es el cuarto mayor beneficiario de la financiación (por detrás de Brasil, Argentina y Perú), siendo en cambio el inversor que menos aporta al capital de la entidad, tan solo un 0.004%. Por su parte, Estados Unidos, si bien es el que más aporta (un 30% de todo el presupuesto), durante el mismo periodo sólo se encargó de contratos por un valor de 249 millones de dólares, alrededor de un 85% menos que China. Esto viene a significar que, en cierto modo, China se estaría sirviendo de capital estadounidense para financiar sus propios proyectos, varios de los cuales se enmarcan dentro de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda.

Con todo, hay que precisar que China aún está lejos de desbancar a Estados Unidos en lo que a número de proyectos dirigidos se refiere. De hecho, Alemania, España o Países Bajos —como miembros no regionales del banco— lideraron más proyectos que China en 2022 (2, 2 y 6, respectivamente, hasta el mes de noviembre).

Para hacer frente a esta situación, Claver-Carone planteaba contrarrestar la presencia de empresas chinas, mediante el aumento del accionado del BID a otros países, como Australia, India y Qatar. A la par que fomentando la participación de otros países (ya miembros) en proyectos en la región —como naciones de Europa, Estados Unidos, Corea o Japón. Por supuesto, un aumento del accionado del banco también implicaría que China aumentase su participación en el banco, pero al menos así habría una relación más proporcionada entre las aportaciones al banco y el beneficio de los proyectos financiados por este, limitando la influencia china.

En lo que a sanciones se refiere, desde 2017 el BID solamente ha impuesto sanciones a dos empresas chinas que operaban en Venezuela, alegando en ese caso motivos de corrupción. Ambas se impusieron en octubre de 2021, cuando Claver-Carone era presidente del BID

En este debate también hay defensores de esa mayor presencia china en la región. Jorge Heine, exembajador de Chile en China y analista de la actualidad asiática, explicó en una carta dirigida al ‘Financial Times’ que si las empresas chinas lograban cerrar un mayor número de contratos —que Estados Unidos, por ejemplo— era porque éstas realmente se implicaban en los proyectos, mientras que Estados Unidos dejaba de lado iniciativas en la región por considerarlas “demasiado pequeñas”. Con frecuencia, autoridades de países receptores de las inversiones destacan que lo importante es que los proyectos se lleven a cabo, sin importar de dónde proviene la iniciativa de los proyectos ni qué nacionalidad tienen las empresas de la licitación.

No obstante, el ‘modus operandi’ de China en países emergentes y de economía vulnerable no se caracteriza precisamente por ser el más sostenible ni respetuoso con el tejido social y medioambiental. La conocida como “diplomacia de la trampa de la deuda” china se basa en la extracción de concesiones económicas y políticas de aquellos países que se convierten en acreedores. En el plano político, por ejemplo, China ha logrado que diversos países de Centroamérica dejen de reconocer la soberanía de Taiwán. En el económico, destaca la elevada deuda que Venezuela mantiene con China, a la que debería suministrar petróleo durante bastantes años a cambio de créditos ya recibidos.

Un estudio realizado por el propio BID en 2020 analizaba el impacto de la competencia china en el sector manufacturero de Brasil. Concluía que, lejos de fomentar la productividad y la innovación de la propia industria nacional, estaba teniendo un impacto negativo. Reflejaba que un 1% de aumento las importaciones de productos chinos suponía un decrecimiento del 0,28% en los empleos del sector manufacturero brasileño. Resultados similares se reportaban en otras partes de América Latina (México, Perú, Colombia y El Salvador), lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de este modelo de inversión. Los analistas alertaban sobre el impacto que estas políticas comerciales tendrían sobre la economía, pues las pérdidas de empleo podrían resultar en una bajada en los salarios, que a su vez se reflejaría en un aumento continuado del paro.

Aunque la aportación de China al BID sea muy reducida, al margen del banco realiza mayores aportaciones a la región de lo que hace su homólogo estadounidense en ciertos sectores. En los últimos meses, en vista del debilitamiento de la economía global y el giro de la política exterior de Estados Unidos a hacer frente a la guerra de Ucrania, China ha aprovechado para aumentar su inversión en sectores claves en América Latina. Recientemente, China anunció una inversión de 150.000 millones de dólares en el sector de los semiconductores en México, mientras que Estados Unidos solo destinará 52.000 millones.

La administración Biden mantiene, con algún diferente matiz, la estrategia de confrontación comercial con China. No obstante, ha mostrado menos urgencia en combatir la penetración china en Latinoamérica, de forma que, cuando se anunció el cese de Claver-Carone, que tenía un perfil más político (provenía del Consejo de Seguridad Nacional de Trump), este acusó a Biden de querer “entregar” el BID a China. De Goldfajn, exgobernador del Banco Central de Brasil y exdirectivo del FMI, se espera que también sea más diplomático en cuanto a la relación del BID con Pekín. Su candidatura fue propuesta por el saliento gobierno de Jair Bolsonaro; el hecho de que fuera mantenida por Lula da Silva obliga a Goldfajn a al menos contemporizar con ciertas posiciones del nuevo Gobierno brasileño, interesado en potenciar los vínculos entre China y Brasil y su relación en los BRICS.