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Infantes de Marina, en labores humanitarias en Valencia [Armada]
A finales de octubre de 2024, una parte importante de la costa mediterránea española se vio afectada por un fenómeno meteorológico conocido como DANA, que provocó inundaciones masivas en Cataluña, Valencia, Andalucía y otras regiones de la península Ibérica. El impacto de la crisis se ha visto agravado aún más por la falta de una respuesta decisiva por parte de los gobiernos regionales y central, que han dudado en asumir la responsabilidad de la coordinación de la respuesta e incluso se han negado a aceptar ayuda externa en algunos casos.
La Armada española ha desplegado unidades y personal para ayudar con las medidas de respuesta a desastres, lo que pone de relieve la flexibilidad inherente del poder naval y la importancia duradera de su dimensión de Asistencia Humanitaria y Respuesta a Desastres (HADR por sus siglas en inglés) en la estrategia marítima contemporánea. En una época en la que las armadas siguen siendo una herramienta para la proyección de poder en tierra con más frecuencia que contra otras armadas, la crisis de Valencia es otro recordatorio de que las misiones HADR están destinadas a seguir siendo un pilar central del poder marítimo en el siglo XXI.
La Armada española y la crisis de Valencia
El Ministerio de Defensa ha movilizado gradualmente varias unidades de las Fuerzas Armadas españolas para ayudar con la asistencia humanitaria y el socorro en caso de desastre en las regiones más afectadas (incluido personal del Ejército de Tierra, la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias). La contribución de la Armada también ha sido significativa.
La Armada española tiene una rica historia de despliegues HADR desde el final de la Guerra Fría. El L-51 ‘Galicia’ fue desplegado en América Central en 1998 en respuesta al huracán Mitch menos de cinco meses después de su puesta en servicio, y también fue desplegado para ayudar en el desastre del ‘Prestige’ en 2002, el tsunami de 2005 en Indonesia y el terremoto de 2023 en Turquía. Su buque gemelo, el L-52 ‘Castilla’, también ha sido desplegado en el Caribe y el Golfo de México.
En el caso de Valencia, la Armada ha sido ejemplar con su despliegue tanto de activos navales como de personal. Desde el 1 de noviembre, ha desplegado el LPD ‘Galicia’ con base en Rota, los cazaminas ‘Duero’ y ‘Sella’ con base en Cartagena (que operan un UUV ‘Pluto’ para inspeccionar el litoral alrededor de Valencia), dos helicópteros SH-60F, una embarcación inflable rígida (RIB) ‘Narwhal’ y un USV ‘Veril’. El 17 de noviembre, el ‘Galicia’ fue reemplazado por el buque insignia de la Armada, el LHD ‘Juan Carlos I’, que ahora lidera el despliegue de la Armada.
En términos de personal, el contingente enviado a la región para ayudar ha superado la barrera de 1.000, incluidos 628 infantes de marina, 24 buzos y cientos de marineros. Entre las principales tareas que lleva a cabo la Armada se encuentran las patrullas marítimas por el litoral valenciano, la limpieza del alcantarillado en los pueblos más afectados de Valencia, el bombeo de agua en barrios inundados y la búsqueda de desaparecidos y supervivientes. El ‘Galicia’ y el ‘Juan Carlos I’ cuentan a bordo con hospitales totalmente equipados y también han estado prestando asistencia médica a los necesitados.
La HADR y la evolución del poder naval
La flexibilidad inherente de las plataformas navales y su consiguiente capacidad para cambiar de un tipo de misión a otro en un plazo muy breve hacen de las armadas, y del poder naval en general, uno de los instrumentos más eficaces de la seguridad nacional. Esto es muy significativo en un momento en el que los efectos de un retorno global a la competencia entre grandes potencias se están mostrando en el mar (por ejemplo, la crisis del Mar Rojo).
Si bien el propósito principal de los buques de guerra es la conducción de la guerra en el mar o desde el mar, pueden llevar a cabo una amplia gama de tareas si es necesario. Entre ellas se encuentran la vigilancia y el reconocimiento marítimos, las visitas diplomáticas a puertos extranjeros, los ejercicios navales conjuntos con aliados y socios, y la asistencia humanitaria y el socorro en caso de desastre (HADR).
La HADR ha cobrado relevancia como una de las principales tareas de las armadas en las últimas décadas, en parte como consecuencia de la creciente importancia de las operaciones navales en aguas litorales. En un momento en que un segmento cada vez mayor de la población mundial vive más cerca de las costas y existe una mayor dependencia de la actividad económica dentro de las zonas económicas exclusivas (ZEE), el enorme potencial destructivo de los desastres naturales exige capacidades sólidas para prevenirlos antes de que ocurran, así como para su gestión eficaz una vez que ya han golpeado. Como ha dicho Joshua Tallis, investigador del Centro de Análisis Naval de Virginia, “la asistencia humanitaria y el socorro en caso de desastre no son accesorios del panorama estratégico más amplio, sino fundamentales en su construcción”.
Desde el final de la Guerra Fría, las armadas se han centrado cada vez más en llevar a cabo misiones en el extremo inferior del espectro de intensidad, muchas de las cuales caen dentro de la categoría de operaciones militares distintas de la guerra. Este cambio alejó su atención de las misiones navales más tradicionales relacionadas con la lucha bélica y la competencia contra adversarios pares, un cambio que se ha corregido parcialmente en los últimos años con el regreso de la competencia entre grandes potencias globales y la consiguiente necesidad de fortalecer la disuasión en el mar.
Conclusiones
La continua contribución de la Armada Española en la crisis de Valencia es un oportuno recordatorio de la importancia de la HADR como pilar fundamental de la estrategia marítima y el poder marítimo en el siglo XXI. Ante la amenaza inminente de que se repitan en todo el mundo nuevas crisis como la que está teniendo lugar en España, es esencial que las armadas de todo el mundo sigan reforzando su formación y preparación para este tipo de tareas.
La versatilidad y la movilidad logística del poder naval lo convierten en un instrumento destacado de la política de seguridad nacional, que debe ejercitarse y mantenerse de forma permanente para aprovechar las ventajas que confiere. La HADR es un aspecto que requiere una preparación constante y seguirá siendo una de las tareas más importantes para muchas armadas en los próximos años, como ha puesto tristemente de manifiesto la crisis de Valencia.