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Portada de libro del General Fernando Alejandre Martínez ‘Rey servido y patria honrada’ (Barcelona: Deusto, 2022), 464 págs
Tras el triunfo de la moción de censura presentada contra el presidente del Gobierno Mariano Rajoy en junio de 2018, la ministra de Defensa del nuevo gabinete socialista decidió mantener en sus cometidos de Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) al General de Ejército Fernando Alejandre, designado para el puesto por el anterior ejecutivo, del Partido Popular. El gesto fue interpretado, correctamente, como una muestra de la confianza del gobierno en la neutralidad política y en la profesionalidad de las Fuerzas Armadas, encarnadas en la persona del JEMAD.
La relación entre la nueva titular de la cartera de Defensa y quien, por ley, es asesor militar directo del presidente del Gobierno y del ministro de Defensa resultó, sin embargo, difícil, y pronto comenzaron a aflorar diferencias entre ambos que, a la postre, resultaron en el relevo de Alejandre en enero de 2020, ejecutado de una forma un tanto heterodoxa.
Rey servido y patria honrada, obra firmada por el propio General Alejandre, y publicada dos años después de haber dejado el cargo, arroja luz sobre la intrahistoria del episodio de relaciones político-militares que le tocó vivir. No es, sin embargo, un libro de memorias; al menos no uno al uso. El título de la obra, una cita sobre don Álvaro de Bazán tomada de Lope de Vega, revela que la obra podría haber sido inspirada por un cierto espíritu de autojustificación –dicho sea esto sin ningún tono peyorativo. No es, sin embargo, este el fin que parece haber movido al autor. Tampoco el deseo de hacer una crónica de sus años en el cargo, y ello, a pesar de que el volumen está entreverado de numerosas y jugosas anécdotas recogidas, no solo durante el tiempo en que el autor ejerció como número dos del Ministerio de Defensa, sino también a lo largo de su dilatada y rica vida militar.
Más allá de esas motivaciones, lo que el General Alejandre pretende hacer –y hace– con el libro, desde un punto de vista tan autorizado, por cargo y experiencia, como el suyo, es dar a conocer al público general la situación real y precaria de la Defensa, y alertar sobre los riesgos en los que incurre la nación si no se pone remedio a muchos de las deficiencias que le aquejan.
Cuestiones como el desinterés y la falta de implicación de los ciudadanos por todo lo que tenga que ver con la seguridad y la defensa; el desconocimiento de los españoles de todo lo que se refiere a ellas, incluyendo la institución militar, sus cometidos y vicisitudes; la renuencia del público a invertir más recursos en un campo como el de la defensa, cuyo valor social no es apreciado; la falta de percepción general de los riesgos o amenazas que acechan a España; la peligrosa desnaturalización del cometido principal de las Fuerzas Armadas –la defensa militar de España–, despreocupadamente aceptada por los españoles, a la que se está llegando por el abuso del recurso a unidades militares para desempeñar misiones no directamente relacionadas con ese cometido; o la necesidad de asumir un mayor protagonismo en la escena internacional, que se corresponda con las capacidades y dimensiones de España, son analizadas de forma crítica a lo largo de las páginas del libro, en un esfuerzo por estimular –provocar, incluso– al público y abrirle los ojos a las consecuencias que, para la seguridad, tiene perpetuar el actual estado de cosas.
De entre los muchos asuntos que recoge el libro, algunos de ellos de carácter técnico y difíciles de seguir por no iniciados, el capítulo dedicado a la creación y vicisitudes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) resalta como ejemplo que ilustra alguna de estas cuestiones. Reconociendo la eficacia, dedicación y profesionalidad con que los miembros de esta unidad se desempeñan cada vez que se emplea, el General Alejandre llama la atención sobre el peligro de que el tan positivo impacto que las misiones que lleva a cabo la UME –plenamente dentro del ámbito de la Protección Civil– tiene sobre el bienestar directo de los españoles y sobre la valoración que estos hacen sobre sus militares, llegue a oscurecer –no solo para el público profano, sino también para muchos miembros de la institución militar– la imperiosa necesidad de dotar y preparar adecuadamente a las Fuerzas Armadas para el cometido que constituye su razón de ser última: combatir y ganar las guerras que determine el gobierno de la nación.
Los dos últimos capítulos del libro son, quizás, los más autobiográficos, pese a que sus títulos –“Las Fuerzas Armadas vistas desde la derecha/izquierda”–, paradójicamente, anuncian un contenido más bien analítico. En este caso, puede sentirse defraudado quien espere encontrar un estudio basado en datos históricos que permita extraer conclusiones generales sobre cómo se ven las Fuerzas Armadas desde los diferentes prismas ideológicos activos en la vida política española. En su lugar, el lector halla una valoración personal del JEMAD sobre el particular, no tanto basada en la acumulación y análisis metódico de hechos y datos, sino más en una apreciación –un tanto estereotipada– fundamentada en la experiencia recogida a través de su desempeño con gobiernos de distinto partido. Más importante encuentra la crónica de cómo se gestionaron complejos asuntos gobiernos de diferente color en el área en que interactúan los niveles político y militar.
Nunca, antes de Rey servido y patria honrada, había dejado un JEMAD un testimonio publicado como este. Ello otorga al libro un especial interés, que se ve reforzado por un relato ágil, atractivo –un tanto críptico en algunos pasajes técnicos–, certero y lúcido en el análisis, y no carente de un fino sentido del humor. Una obra imprescindible para profundizar en el campo de las relaciones político-militares en España y para entender la situación actual de la Defensa Nacional.