Vitaliy lleva 15 años viviendo en España con sus padres y su hermana, pero el resto de su familia está en Ucrania.
Cuando se despertó la mañana del jueves 24 de febrero, la primera noticia que tuvo de la invasión fue a través de un mensaje de WhatsApp de un amigo. Su primera reacción fue rezar un Rosario a la Virgen. Aunque llevaba días preocupado por la escalada de tensión, la noticia fue un shock, pasó todo muy rápido, “de un día para otro la situación de vida había cambiado radicalmente”, dice Vitaliy.
La familia de Vitaliy se ha quedado en sus casas, la mayoría están en el oeste de Ucrania, pero también tiene familia al norte de Crimea, en Kyiv, en Odessa… en los últimos días se está recrudeciendo la situación y algunos familiares están planeando venir a España.
Vitaliy estuvo en Ucrania por última vez hace cuatro años, en la boda de su primo. Solían volver en verano para reencontrarse con su familia. Para Vitaliy, Ucrania son sus raíces y, hasta hace poco, un lugar seguro y un hogar. En verano, recuerda, Ucrania está preciosa con los extensos campos de trigo, es un lugar que le despierta setimientos que no tiene en ningún otro sitio. Para él, la vida es distinta allí, es todo más sencillo y, sobre todo, dice emocionado “es un lugar donde están algunas de las personas que más quiero”.
Vitaliy anima a hacer tres cosas: apoyo material, lo que se pueda tanto de dinero como productos; apoyo espiritual, rezando; y apoyo emocional, estando pendientes, apoyando a los que sufren y no olvidando o banalizando el conflicto. “La guerra ha sido un shock, pero hay que ser valientes y magnánimos”, concluye Vitaliy con una sonrisa.