Resumen:
La cultura contemporánea abunda en expresiones sacrílegas, blasfemas o simplemente repugnantes, que persiguen deliberadamente suscitar un equívoco repudio en el espectador; a menudo sus celebraciones consisten en un aquelarre, una celebración o exaltación del mal que aparece como inversión de la liturgia religiosa, hasta el extremo de que el productor o consumidor de cultura judeocristiano puede llegar a sentir que se enfrenta a una disyuntiva: participar de la cultura de su tiempo o participar de su religión.