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San Josemaría, en la Universidad,
en 1967.
“Ya desde sus años de estudiante en la Universidad de Zaragoza, donde cursaba la carrera de Derecho al mismo tiempo que realizaba sus estudios sacerdotales, san Josemaría se interesó particularmente por la vida universitaria, con un aprecio que manifestó repetidamente a lo largo de su vida”. Así lo señaló el beato Álvaro del Portillo, su sucesor, en el acto in memoriam que se celebró tras el fallecimiento del primer Gran Canciller. “Me considero universitario: y todo lo que se refiere a la universidad me apasiona”, había afirmado él mismo en 1966.
Así, la idea de fundar una universidad había rondado la mente de san Josemaría desde muy pronto, seguro del gran influjo que las profesiones intelectuales ejercen en la sociedad.
José Javier López-Jacoiste, uno de los primeros profesores de la Escuela de Derecho del Estudio General de Navarra, germen de lo que hoy es la Universidad, fue uno de los testigos de la gestación de aquel sueño. Con motivo del 50 aniversario de esa primera facultad, recordaba cómo, de entrada, el afán parecía casi imposible. No era la primera vez que, a lo largo de la historia, se incoaba, sin éxito, el proyecto de hacer una universidad en Navarra. Pero es que, además, por si la experiencia de la historia no resultaba suficiente, había que añadirle que en aquella época la creación de universidades era competencia exclusiva del poder estatal.