Pioneras
en las aulas
Cuando la presencia de la mujer en la universidad aún era muy minoritaria, algunas no dudaron en perseguir su vocación y, no sin dificultades, apostaron por continuar con su formación e iniciar una carrera universitaria. En el Archivo y en los expedientes de Gestión Académica, encontramos la historia de mujeres a las que les tocó abrir camino, uniendo sus pasos a los de una naciente Universidad de Navarra.
El Estudio General de Navarra, germen de la Universidad, nació en 1952. Su facultad pionera, la entonces Escuela de Derecho, se puso en marcha con 8 profesores y 47 alumnos. O mejor dicho, con 46 alumnos y una alumna. María Luisa García Goyena se había matriculado tres días antes de que empezasen las clases, convirtiéndose en la primera alumna de la Universidad de Navarra. Los dos últimos cursos de la carrera los hizo en Murcia por motivos familiares, pero María Luisa abrió camino para que otras llegaran después, como María Marcellán Allueva, alumna de la II promoción de Derecho, o María Esther Zaratiegui, de la tercera, que en los años 60, colaborando estrechamente con Álvaro d’Ors, ayudó a poner en marcha la Biblioteca de la Universidad, de la que luego fue directora.
Como en el resto de universidades españolas en esos primeros años 50 la presencia de mujeres en las aulas era aún muy pequeña.
En 1954 comenzó su andadura la Facultad de Medicina. María Luisa Subirá (I Promoción), Chus de Meer (II Promoción) o Inés Dorronsoro (V Promoción) son los nombres de algunas de las primeras mujeres en esa disciplina. Carmen Gómez Lavín es otro de los nombres que saben a pionera. Con don Eduardo Ortiz de Landázuri y don Juan Jiménez Vargas, Carmen abrió de par en par las puertas de la investigación en el antiguo Pabellón F del Hospital de Navarra, que la Facultad utilizaba para sus clases y prácticas. Su tesis fue la segunda que se leyó en el campus de Pamplona, solo dieciséis días más tarde que la de Bernardo Pinto Mateos, también de Medicina. Titulada “Investigaciones experimentales sobre fisiología y farmacología de reflejos de las vías respiratorias”, la defensa tuvo lugar el 4 de noviembre de 1963 en el aula 5 del actual edificio de Investigación, y el trabajo obtuvo un sobresaliente cum laude.
María Luisa García Goyena fue la primera alumna de la Universidad de Navarra. Perteneció a la I promoción de la Escuela de Derecho, la pionera, formada por 46 alumnos y una alumna.
María Casal se convirtió, con tan solo veinticinco años, en la primera directora de la entonces Escuela de Enfermería, cargo que ocupó hasta 1959
Carmen sabía bien lo que era ser pionera pues había estudiado la carrera en la Universidad de Granada, donde en 1955 solo la cursaban diez chicas; cuatro en su clase. Un panorama similar al que había vivido Ángela Mouriz. Ella había estudiado Medicina en la Universidad Central de Madrid, siendo una de las ocho mujeres de una promoción de más de 200 hombres. En Pamplona, Ángela Mouriz se convirtió en 1955 en la primera profesora de la Facultad de Medicina, primero impartiendo prácticas de Fisiología y ya en el curso 1957/58, como profesora de Farmacología de la Facultad, a la que dedicó la mayor parte de su carrera docente hasta su jubilación.
En el currículum de la Dra. Mouriz destaca especialmente la concesión de la beca Humboldt, que ganó en 1965 y con la que pasó un año investigando en Múnich (Alemania). Allí, en el departamento experimental de Neurofisiología del Instituto Max Plank de Psiquiatría, a las órdenes de Otto Detlev Creutzfeldt, desarrolló una farmacología apoyada en la fisiología para explicar la reacción de los fármacos en el organismo.
Ángela Mouriz compartió docencia con otra de las mujeres que abrieron camino en la Universidad: María Casal. También médico, había iniciado sus estudios en la Universidad de Sevilla, siendo la única mujer de su promoción; para trasladarse luego, a principios de los años 50, a la Universidad de Barcelona, donde continuó con su carrera. Allí colaboró en el Laboratorio de Fisiología con el profesor Juan Jiménez Vargas, nombrado en 1954 primer decano de la Facultad de Medicina, quien le propuso poner en marcha en Pamplona los estudios de Enfermería. María Casal se convirtió así, con tan solo veinticinco años, en la primera directora de la entonces Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra, cargo que ocupó hasta 1959. Junto con María Victoria Tabernero, Sagrario Aguinaga y María Jesús Domingo, primer equipo directivo de la Escuela, asumió el reto de formar directamente a las primeras promociones de la Escuela. En la primera de ellas se matricularon 24 alumnas.
Primera promoción de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra en la que se matricularon 24 alumnas
Ángela Mouriz se convirtió en 1955 en la primera profesora de la Facultad de Medicina, primero impartiendo prácticas de Fisiología y ya en el curso 1957/58, como profesora de Farmacología
Carmen Gómez Lavin defendió su tesis “Investigaciones experimentales sobre fisiología y farmacología de reflejos de las vías respiratorias” el 4 de noviembre de 1963 en el aula 5 del actual edificio de Investigación, y obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude. Fue la segunda tesis que se leyó en el campus de Pamplona
Igual que el acceso de la mujer a la universidad, su entrada y ascenso en la carrera académica fue lento, pero firme.
Hasta 1970 solo había once mujeres catedráticas en España. Una de ella era María Pilar Fernández Otero que ese mismo año había ganado la cátedra de “Fisiología animal” de la Facultad de Farmacia en la Universidad de Santiago. Su nombre y el de la Universidad de Navarra se unieron quince años después, en 1985, cuando María Pilar se incorporó al claustro de la Facultad de Farmacia, de la que fue decana durante nueve años. Después, fue durante doce años más vicerrectora de Investigación. Un servicio que la Universidad reconoció concediéndole la Medalla de Oro en 2008.
Otra pionera en la carrera académica fue Carmen Castillo, quien llegó a la Universidad en 1962 como Profesora Ayudante en la Facultad de Filosofía y Letras. En 1972 se convirtió en la segunda mujer que en España obtuvo una Cátedra de Filología Latina.
Caso similar es el de Concepción García Gainza, graduada de la tercera promoción de la Facultad de Filosofía y Letras. En 1962 inició su carrera docente y en 1975 alcanzó la categoría más alta en la enseñanza universitaria, convirtiéndose, además, en la primera catedrática de Historia del Arte en España.
Algunos años más tarde, en 1983, otra antigua alumna de la Universidad, está vez de la Facultad de Ciencias, volvía a hacer historia al convertirse en la catedrática más joven de España en su área: Biología Celular. Fue Pilar Sesma, que también recibió la Medalla de Oro de la Universidad, en 2016.
María Pilar Fernández Otero fue una de las once mujeres catedráticas en España hasta 1970.
Carmen Castillo, segunda mujer que en España obtuvo una Cátedra de Filología Latina
Pilar Sesma se convirtió en la catedrática más joven de España en su área: Biología Celular
Todas estas pioneras son solo el ejemplo de muchas más, cuyo legado traspasa aulas y laboratorios, y cuyas huellas han marcado el camino para muchas otras. Su decisión de cursar estudios universitarios, de didicarse a la investigación o de iniciar una carrera académica sentó las bases para que hoy la presencia femenina en la Universidad sea una realidad incuestionable. Su vida y su trabajo nos recuerda que la educación es una herramienta de transformación. Gracias a su esfuerzo, las generaciones actuales pueden acceder al conocimiento y la investigación en igualdad de condiciones, construyendo un futuro lleno de talento.
Concepción García Gainza, graduada de la tercera promoción de la Facultad de Filosofía y Letras, inició su carrera docente en 1962 y en 1975 alcanzó la categoría más alta en la enseñanza universitaria, convirtiéndose, además, en la primera catedrática de Historia del Arte en España
La mujer en la universidad española
En 1872, María Elena Maseras se matriculó para cursar Medicina en la Universidad de Barcelona. Fue la primera mujer universitaria de España. No obstante, las mujeres no debían asistir a clase, y tuvieron demoras en la expedición de sus títulos universitarios, que ni siquiera les habilitaban para el ejercicio profesional. De las 36 universitarias que se matricularon en España antes de 1910, solo 8 consiguieron publicar su tesis doctoral.
Aquellas pioneras de finales del siglo XIX comenzaron a ir a la universidad aprovechando el vacío legal que existía. Al principio no lo tenían prohibido, porque, simplemente, nadie había contemplado la posibilidad de que una mujer quisiera estudiar. Luego, poco después de que las primeras mujeres fueran a la universidad, se les acabó prohibiendo la entrada. Y fue así hasta hace 115 años.
El 8 de marzo de 1910 se firmó en España un real decreto que autorizaba, por igual, la matrícula de alumnos y alumnas, permitiendo acceder a ambos sexos a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones. La presencia de la mujer en la Universidad siguió siendo, sin embargo, minoritaria.
"El ingreso de una mujer en una universidad española, siguiendo los cauces oficiales, no se produce hasta finales del XIX. A partir de ese momento, las mujeres se van incorporando a los estudios universitarios de forma paulatina, si bien es cierto que en condiciones desiguales y con muchos más obstáculos y dificultades que los que se imponen a sus compañeros. Durante gran parte del siglo XX, la presencia de la mujer en la vida universitaria es minoritaria (...) y se circunscribe a determinados estudios que son considerados por la sociedad mucho más adecuados al papel que la mujer desarrolla en el ámbito familiar".
La presencia de la mujer en la Universidad española, estudio de Laura López de la Cruz, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
"(Las mujeres) se veían obligadas a superar, primero múltiples barreras sociales y sopesados acuerdos familiares antes de matricularse, y después la autorización ministerial. A eso se sumaba el tener que ir acompañadas hasta las aulas y sentarse en un lugar especial al lado del profesor. Y al finalizar los estudios, tampoco se libraron de vetos a la hora de expedirles los títulos de licenciatura, de inscribirse en los Colegios Profesionales de Medicina o de Farmacia y de iniciar el ejercicio de la carrera estudiada".
Universitarias en España: de los inicios a la actualidad, Ana Guil Bozal. Universidad de Sevilla
En 1940, las mujeres representaban el 12.6% del alumnado en los centros de educación superior; en 1970 eran el 31%. Según los datos recogidos en la publicación de la profesora López de la Cruz, las mujeres estudiaban principalmente Filosofía y Letras y Ciencias (sobre todo, Química y Farmacia). A partir de 1950, el 69,9% de los estudiantes de Filosofía y Letras son mujeres. En Farmacia, son mayoría a partir de 1960.
En las décadas de los años 50 y 60, el papel de la mayoría de las mujeres en España se reducía al ámbito familiar, es decir a la atención de su marido y a la educación de sus hijos. Entre otras cuestiones, las mujeres no podían disponer de sus propios bienes, ni abrir una cuenta bancaria sin permiso, tampoco comprar una casa y tenían dificultades para obtener el pasaporte para viajar fuera del país si no iban acompañadas.