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"Dios te puede estar llamando y quedarse afónico"

Una conversación con Ronald Cerda, seminarista de Nicaragua, a dos días de su ordenación diaconal

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Ronald Antonio Cerda Meza es el primer seminarista de El Coral Chontales, Nicaragua. FOTO: Manuel Castells
01/04/14 17:27 Fina Trèmols

Ronald Antonio Cerda Meza, hijo de Cornelio y de Consuelo, sintió ganas de ser sacerdote a los 7 años. Pronto se le olvidó, pero continuó con sus tareas de monaguillo; de hecho 5 de sus 8 hermanos lo eran. Empezó los estudios de secundaria y como dice él, "saltó de nuevo la chispa de su vocación" y pensó en hacerse franciscano, porque solo conocía al padre Oreste Téllez, párroco de El Coral Chontales, su pueblo. El padre Oreste le invitaba todos los años a las convivencias vocacionales, pero él nunca fue.

En 2005, cuando estaba en el cuarto año de secundaria, quería estudiar el grado de Gramática Española y su profesora, Blanca Nevais Centeno, le comentó que le había conseguido una beca para ir a estudiar a la Universidad de URACCAN, en Nueva Guinea, Nicaragua. Pero él sin haberlo hablado con el párroco le dijo que no le interesaba porque en realidad lo que quería era irse al seminario. Ella se alegró "porque era una buena católica", la recuerda Ronald, pero le dijo que le seguiría guardando la beca por un tiempo, por si se arrepentía. "Fue un paso muy fuerte para mí decirle a mi profesora que no quería esa beca", asegura.

Mientras tanto, en su parroquia de El Coral Chontales, el padre franciscano se había marchado a Costa Rica y le sustituyó el padre Manuel Acosta, de las Islas Canarias, quien después de un año se fue de misionero a Cuba, por lo que les asignaron un administrador parroquial, por la escasez de sacerdotes. También había un nuevo obispo, Mons. Sócrates René Sándigo, con quien tuvo ocasión de encontrarse, junto con sus padres, unos días antes de que fuera de visita oficial a la parroquia. "Y, en ese momento, sin haberlo comentado antes con nadie, solo con mis padres, le dije directamente al Obispo que quería ser sacerdote", sigue contando Ronald. Ni qué decir tiene que para el Obispo fue una grata sorpresa.

 Y llegó el día en que Mons. René visitó su parroquia. Ronald hacía de monaguillo, como siempre. En su homilía les dijo a sus feligreses: "Si ustedes me dan un seminarista, yo les daré un sacerdote". Y Ronald, delante de todo el mundo, levantó la mano. ¿Fue una puesta en escena? No recuerda haberlo preparado previamente con el Obispo, pero sí que fue la manera más rápida de que se enterara todo el pueblo. "Soy el primer seminarista de El Coral Chontales" dice, orgulloso.

En 2006 entró –e inauguró con sus compañeros– el seminario menor  "El Discípulo Amado", en Muhan Chontales,  y al año siguiente pasó –y estrenó también– al Seminario Propedéutico  Interdiocesano "San Pedro Apóstol", en Diriá, Granada, a más de 200 km. de su pueblo. Después se fue al Seminario Mayor Interdiocesano "Ntra. Sra. de Fátima", en Managua. Cuenta Ronald que todos los años, estando de vacaciones, el día antes de que iniciara un nuevo curso, su padre le decía: "Tengo que hablar contigo". E invariablemente, año tras año, le repetía: "tener un hijo en el seminario es el mayor regalo, pero si no es lo tuyo y vas a hacerle daño a la Iglesia y a ti mismo, déjalo y no te preocupes por el qué dirán, porque nosotros te apoyaremos siempre en todo". Esa advertencia le reafirmaba en su vocación y le llenaba de alegría y de ánimo.

Ante los problemas que sufre la Iglesia, Ronald dice que "la caída de un árbol hace mucho ruido, pero un bosque va creciendo lentamente y el verdor de la esperanza está allí. Hay que luchar todos los días en lo pequeño, no solo en relación a los temas estrictamente cristianos, sino siempre y en todo. ¿Crees que cuando elegí la opción del sacerdocio no tenía otra? Hay muchas opciones en la vida, pero a mí me ha tocado la mejor; yo he elegido responder a mi vocación. Esto solo se entiende desde la óptica de la entrega, que tiene como consecuencia renunciar a algo, aunque lo esencial es la entrega. Cuando uno renuncia entregándose, la entrega no es dolorosa, es alegre. Lo que dejo en comparación a lo que gano no tiene importancia. Una entrega, cualquier entrega, implica renuncia, también en el matrimonio. No me voy a casar, pero tendré una esposa más grande: se llama Iglesia. Y tendré muchos hijos: mis feligreses, a quienes tendré que servir, como un padre sirve a sus hijos. Esto humanamente hablando es imposible. Hay que hablar con Dios".

"Y Dios llama" –prosigue, de corrido–; "todos tenemos vocación. Pero Dios nos ha creado libres y mi respuesta es también libre. Dios me puede estar llamando y quedarse afónico, pero si en mis auriculares solo está mi música, mi mundo, difícilmente le podré escuchar. Hay que buscar momentos para el silencio; no un silencio egoísta, en el que nos encerramos en nosotros mismos, sino para abrirnos a Dios. Entonces, puedes escuchar a Dios que te habla y te dice cómo quiere que le sirvas, a Él y a la Iglesia".

Mons. René ordenará a Ronald el próximo viernes 4 de abril en el oratorio del Colegio Internacional Eclesiástico Bidasoa de Pamplona, donde se ha formado durante los 4 años que ha estudiado en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. En la víspera de la Ordenación espera la llamada de su padre, que le preguntará si realmente quiere ser sacerdote, y Ronald dice: "Con la gracia de Dios, podré volver a decir que sí".

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