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"Para ser ético, profesionalmente hablando, se ha de ser ético en la vida no profesional"

Marc Serer ha visitado la Escuela para impartir una sesión sobre gestión ética de proyectos

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01/10/14 11:29 Alberto Bonilla

Marc Serer, doctor por la Universidad Politécnica de Catalunya y director del Máster en Gestión Integrada de Proyectos (Project Management), ha visitado la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra para impartir una conferencia bajo el título "Gestionando éticamente proyectos". Con más de 40 años de trabajo en ingeniería, consultoría y arquitectura, hablamos con Marc Serer sobre la gestión ética de los proyectos, claves, consejos y algún ejemplo de buenas prácticas.

¿Qué características o virtudes diría que son indispensables a la hora de gestionar proyectos de forma ética?

Quizás podría decir que es indispensable que el gestor esté preparado. Es decir tenga una actitud proactiva al respecto. Ha de existir un deseo evidente de ser ético y por lo tanto preparase para ello. No hay que dejar a nuestro subconsciente a que se manifieste improvisadamente cuando corresponda. Se ha de saber, que la ética, al final, no es más que el reconocimiento de la bondad o malicia y éstas, lo ha de ser respecto al daño, que por nuestra actuación, produzcamos en forma gratuita a un tercero.

¿Existen unos patrones, teoría o un modelo a seguir?

No cabe duda. El modelo radica fundamentalmente en abstraerse de las normas de conductas y actitudes generadas por la identidad que tradicionalmente disponen muchos  gestores: identidades que condicionan sus actuaciones y basadas en consideraciones que diferencia a unas persona de otras, tales como, el idioma, el color de la piel, la religión, la historia en la que creen, etc. La base del modelo parte de que la identidad del gestor se ha de basar fundamentalmente (sin abandonar, por supuesto esas otras características, pero dejándolas en un segundo o tercer lugar…) en valores, que son universales y que no diferencian a las personas. Así se actuará más equitativamente. A partir de esos valores que deben resistir las presiones culturales e históricas para se manifiesten libre y objetivamente, se ha de analizar el contexto global y particular del problema sobre el que se ha actuar éticamente. La base anterior permitirá conocer el contenido moral del hecho y a partir de ahí se está en condiciones de tomar la decisión más ética.

¿Qué es lo primero a la hora de afrontar un proyecto de forma ética? ¿Qué variables se valoran?

Considero que básicamente hay 4 consideraciones: primero que la decisión ética no suele ser evidente, en segundo lugar que el gestor no es "neutral" y que ha de defender los intereses de su cliente –siempre hay un cliente-. En tercer lugar que el buen criterio técnico, requiere una buena formación, un buen conocimiento del contexto en el que se está inmerso y que normalmente, la "mejor" resolución  suele ser la más ética. En último lugar que hay que ser practicante "permanente" de unos determinados "valores", tales como la excelencia, la verdad, la lealtad, la equidad, la nobleza, la claridad… Yo he encontrado 10, que calificaría como los más trascendentes. Y no solamente, como digo, en la vida privada y doméstica o solo en la vida profesional, sino en las dos a la vez.

¿Nos puede dar algún ejemplo que le haya sorprendido mucho por su particularidad?

Lo cierto es que me vienen a la memoria muchos ejemplos. Piense que directa o indirectamente he estado en la gestión de proyectos más de 40 años, incluyendo los últimos tan conocidos por todos y  tanto en el sector público como en el privado: Muchos deleznables y otros positivos. Quiero recordar uno sencillo y positivo, por lo que me impactó hace muchos años. Nuestra compañía estaba trabajando para Fecsa en la Central nuclear de Ascó. Nuestro contrato que empezó con no mucho contenido, cada vez iba aumentando: lo estábamos haciendo bien y cada vez aumentaba nuestra participación. Era un proyecto básicamente industrial y energético y yo quería que Fecsa supiera de nuestra capacidad para acometer otro tipo de proyectos. Así que sabiendo que nuestro fundador, Rafael Escolá, conocía a uno de los directivos de Fecsa que estaba en Barcelona, programé una reunión con los dos. Casi nada más llegar al despacho del directivo, este nos dijo que sabía que nuestra experiencia más importante estaba en los sectores industriales y energéticos, pero tenía un proyecto urgente que acometer, diferente, y que como nuestra empresa era una compañía potente podríamos afrontarlo. Se trataba de unas instalaciones de un gran edificio. Yo estaba exultante de alegría: Habíamos conseguido más de lo que venía a buscar. Pero pasados unos segundos de tan singular ofrecimiento, Rafael le contestó a su amigo, que si quería un trabajo rápido y bueno, nosotros tardaríamos un poco más quizás de lo que él necesitaba, dado que el "corazón" de nuestra experiencia no estaba en las instalaciones de los edificios. Y le recomendó a otra ingeniería pequeña pero solo dedicada al tema en cuestión. Ellos lo harían además de bien, rápidamente, que es lo que necesitaba –dijo Rafael. Cuando salimos de la oficina, le pregunté por qué había hecho eso si nos habían ofrecido lo que estábamos buscando. Y él me contestó que no se trataba tanto de conseguir  trabajo, que también, sino de prestar el  "mejor servicio" a nuestros clientes. Y en este caso eso no estaba en nuestras manos. No me tenía que preocupar, habíamos dado una muestra de confianza a nuestro cliente y eso tendría repercusiones positivas en el futuro. "La vida es muy larga", me dijo. Ahora tenemos que mejorar en ese aspecto del que no tenemos suficiente conocimiento y experiencia. Y tenía razón: hoy en día se puede decir que, la que fue mi compañía, ha contratado y llevado a cabo el proyecto de arquitectura e instalaciones de muchísimos edificios de gran complejidad y belleza. Este hecho me marcó mucho mi vida profesional

¿Por qué cree que la gestión ética de proyectos es tan sabida que es beneficiosa para todos pero luego muchas veces se descubren malas prácticas? ¿Falta espíritu de conjunto?

Desafortunadamente, no creo que todos piensen que la gestión ética es beneficiosa para todos. Al contrario, incluso a menudo premiamos con nuestra condescendencia al "pícaro", que al final, y en muchas ocasiones no es más que un sinvergüenza que se aprovecha de los buenos sentimientos de algunas personas. De hecho el panorama general no es muy reconfortante. Añadiendo un término a la frase que le oí a Leopoldo Abadía, a quien conocí hace muchos años: "Estamos asistiendo a una generalización y trivialización de la indecencia". He añadido lo de la "trivialización", porque parece que ya es de ordinario uso. Necesitamos modificar nuestro sistema educativo desde la edad temprana (la ética no es una asignatura más, se tiene que enseñar transversalmente en todas las materias, lo mismo que el respeto al medio ambiente) y se tienen que generar unas infraestructuras que ayuden a impedir la corrupción, la mentira, el chantaje o la prevaricación, por ejemplo: Eso hace muchos años que han hecho otros países. Solo tenemos que copiar lo bueno que están haciendo otros… Y las dos cosas hay que hacerlas a la vez.

Algún consejo para el futuro arquitecto

Dar consejos, puede ser y parecer un poco soberbio e incluso poco adecuado porque cada cual debe elegir su camino. Yo en todo caso lo que puedo asegurar es que ser ético es absoluta y totalmente compatible con la eficiencia y la excelencia. Se puede ganar uno la vida, razonablemente bien, y además se vive con más tranquilidad de espíritu. Aseguro que se es más feliz. Pero para ser ético, profesionalmente hablando, se ha de ser ético en la vida no profesional. La disfuncionalidad no funciona. Al final se rompe por el lado más débil. Y lo malo es que a veces no nos estamos dando cuenta de que no estamos obrando éticamente, por aquello de la "trivialización", o bien utilizamos el engañoso argumento de que "si aquel hace lo que hace, lo mío no tiene importancia".

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