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El rigor de la ciencia y la innovación empresarial, junto con la búsqueda del bien común, claves para un progreso sostenible


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01 | 12 | 2022

El verdadero progreso vela por el largo plazo, pretende la mejora de la calidad de vida de las personas sin comprometer el patrimonio natural, y no se basa en el aumento del consumo. Así lo afirmaron los ponentes en la segunda sesión de "Bioma Talks", un ciclo que se celebra de forma presencial en el campus madrileño de la Universidad de Navarra y que genera diálogo entre académicos y empresarios, en favor del desarrollo social sostenible.

Eduardo Ayesa, investigador de Ceit y profesor en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra, fue uno de los ponentes. Aseguró que "el progreso que no colabora en la construcción de un mundo mejor, no es progreso: salud, oportunidades, inclusión, conservación del patrimonio…  Porque no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino que los cambios afectan al todo. El criterio de discernimiento –aconsejó- debe ser el bien común, y así se está implementando desde la industria". 

Una ciudadanía preparada para el cambio

​​​​​​En el diálogo también participó Joaquín Suescun, director de economía circular y transformación ecológica en Veolia Group, quien presentó las principales conclusiones de un estudio recientemente realizado por la compañía sobre la sensibilización social ante el cambio climático. "No hacer nada supondría un coste social y económico demasiado caro" es el pensamiento generalizado de la población, aseguró Suescun. "La ciudadanía –apostilló- sabe que el futuro es incierto y se muestra abierta a incorporar cambios en su vida cotidiana, al tiempo que anima a las empresas a emprender rápidamente acciones innovadoras, aunque de incierta eficacia, siempre y cuando dichas acciones generen un beneficio social y sus resultados se puedan medir y evaluar". Por todo ello, durante su intervención, Joaquín Suescun defendió la necesidad de prever y medir impacto de la tecnología en el desarrollo económico y social.

Ambos ponentes coincidieron, por tanto, en la existencia de una mayor sensibilización social. "Antes, la legislación era la única que generaba cambios, pero ahora a quienes trabajamos en los centros tecnológicos y en la industria, nos mueve el hecho de cuidar a las personas y el entorno. Por ejemplo, regeneramos una ciudad para mejorar la calidad de vida de las personas. Esta sensibilización, unida a la existencia de fondos europeos, serán motores de mejoras relevantes, sin duda", señaló Ayesa.  En este sentido, insistió en que "el papel de la ingeniería es hacer las cosas más eficientes, pero es importante que lo sostenible sea también económicamente viable. Hemos detectado soluciones que son buenas y serán rentables en un futuro, pero las ayudas públicas deben encaminarse a hacer posibles las inversiones iniciales y estas soluciones las aporta la universidad y los centros tecnológicos y la investigación", haciendo alusión a los fondos que Europa está destinando en la transición ecológica.

Economía circular: sacarle partido a todo

Según Suescun, cuya empresa centra su actividad en el saneamiento de las aguas residuales para convertirlas en una fuente de recursos "no nos preocupa tanto la contaminación del agua –problema que ya está abordado- sino sacar partido a todo y aprovechar al máximo todos los recursos, generando entre todos una verdadera economía circular”. A lo que Ayesa asintió y añadió la importancia de dar voz a la universidad en la conversación global sobre sostenibilidad, “porque favorecer una voz profesional e independiente, sin ataduras políticas ni intereses económicos, mejorará el debate público y lo haremos más veraz y honesto, por tanto, más productivo y justo".

La moderadora del debate fue Paloma Grau, vicerrectora de Investigación y Sosteniblidad de la Universidad de Navarra, que, aunque afirmó que el consumo de agua se ha duplicado en solo un siglo, destacó que hay indicios de mejora, y que entre el año 2000 hasta el 2020 ya se detectan mejoras en el recurso del agua. "Se promovió a la modernidad para acceder a recursos que eran escasos –afirmó-, pero ahora que tenemos las necesidades básicas más que cubiertas, generamos nuevas necesidades, y eso nos lleva a un consumo excesivo". Paloma Grau destacó que "somos la primera generación que se preocupa por el cuidado del planeta como tal" y recordó la enorme importancia de la universidad en cuanto a la promoción y formación de los estudiantes en las habilidades que se necesitan para las profesiones del futuro, en la formación en emprendimiento e innovación.

Bien común, colaboración, rapidez y creatividad fueron las palabras las palabras más escuchadas en esta segunda sesión de "Bioma Talks".

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