“¿Dónde se ubica Montessori ante el legado pedagógico del Romanticismo de Rousseau?” Ese es el planteamiento que se cuestionó Catherine L’Ecuyer en su trabajo de investigación que defendió el pasado 21 de junio en la Universidad de Navarra y titulado: “María Montessori ante el legado pedagógico del romanticismo de Jean Jaques-Rousseau”.

En él, la investigadora explica que “el trasfondo filosófico de las ideas pedagógicas de Montessori  tiene una afinidad sorprendente con el pensamiento de los filósofos clásicos, sobre todo con el de Aristóteles”.

Además, expuso el análisis que llevó a cabo de los principales rasgos del Romanticismo, para concluir que Montessori no compartía el planteamiento romántico en cuanto a rebelión contra la racionalidad, el empirismo, la importancia de los sentimientos, de la imaginación productiva, de la libertad y de la disciplina, el naturalismo, el rol del Estado y la cultura militante. Asimismo, añadió que la pedagoga no compartía la definición romántica del “progreso”.  

L’Ecuyer, concluyó que para Montessori, “la disciplina no es un obstáculo a la libertad, sino su condición sine qua non” y que es “la teleología del ser humano lo que inspira y nutre la visión que esta pedagoga tiene de la persona y de la educación”.

El trabajo de Catherine L’Ecuyer, que obtuvo sobresaliente cum laude, estuvo dirigido por el profesor José Ignacio Murillo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Grupo Mente-Cerebro del Instituto de Cultura y Sociedad (ICS), del que L’Ecuyer también es colaboradora.

El tribunal estuvo compuesto por la Decana de la Facultad de Educación y Psicología, Concepción Naval; el profesor de la misma facultad, Javier Laspalas;  el profesor de la Universidad Abat Molina CEU Marin P. Kazmiercza; Ignacio de Bofarull, profesor de la Universidad Internacional de Cataluña; Pablo Pérez, profesor de la Universidad de Navarra; y Eugènia Arús, profesora de la Universidad de Barcelona.