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Volver 20000804Un profesor de la Universidad de Navarra, nuevo jurista de la Corte Internacional de Justicia

Un profesor de la Universidad, nuevo jurista de la Corte Internacional de Justicia

Carlos Espaliú ha impartido clases de Derecho Internacional Público

04/08/00 19:19

Carlos Espaliú, profesor de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra, fue nombrado jurista (legal officer) de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El cuerpo jurídico de la Corte está compuesto por cinco miembros, cuya función es asesorar a los quince jueces, investigar y redactar las sentencias. Las dos plazas libres fueron ocupadas, tras un concurso de méritos, por el profesor de la Universidad de Navarra y una jurista inglesa.

El profesor Espaliú, de 30 años, ha impartido hasta ahora clases en Pamplona tras doctorarse por la Universidad de Córdoba. Para acceder a alguna de las dos plazas libres existentes en la secretaría de la Corte -a las que aspiraron más de 200 candidatos- exigían cinco años de experiencia en Derecho Internacional, y un conocimiento especial del arreglo pacífico de controversias internacionales. Sobre este tema había investigado Carlos Espaliú en su tesis doctoral.

La Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, es el órgano judicial superior de la ONU y, como ésta, tiene su origen en la Carta de San Francisco (1945). Posee dos competencias: una contenciosa, que resuelve controversias entre estados; y una consultiva, por la que otorga dictámenes jurídicos a los organismos internacionales, facultados por la Carta de San Francisco, que lo soliciten.

"La Corte Internacional es la mejor vía para solucionar las controversias entre los estados mediante el Derecho Internacional. Tiene además una gran importancia teórica para esta rama del Derecho, porque es necesario que exista un órgano objetivo que determine cuál es el derecho que rige, algo que no se puede dejar a la libre voluntad de los estados", dijo el profesor Espaliú.

Ineficacia de las instituciones

Pero el gran obstáculo con que se enfrenta esta Corte es que "para conocer de un asunto, necesita tener el consentimiento de las dos partes, la demandante y la demandada. Es su gran hándicap". A este freno, el profesor de la Universidad de Navarra atribuyó gran culpa de la ineficacia que se atribuye a los organismos internacionales: "Si la Organización de Naciones Unidas a veces no es del todo eficaz es porque los Estados no la dotan de las competencias suficientes para alcanzar los objetivos tan importantes que se le han destinado. Esto es, por supuesto, también aplicable a la propia Corte. No obstante, la Corte juega un gran papel en el ámbito de la solución de los conflictos internacionales de modo pacífico aunque su labor sea desconocida por el gran público".

La legalidad del uso de la fuerza en el ataque de la OTAN contra Yugoslavia; conflictos de delimitación territorial entre países sudamericanos, africanos y asiáticos, el conflicto entre Pakistán y la India; problemas consulares relacionados con la situación de personas en el corredor de la muerte de EE.UU.; o el presunto ataque de dos ciudadanos libios contra una línea aérea norteamericana (asunto Lockerbie), son algunas de las cuestiones que esta Corte tiene pendientes de resolución.

El prestigio de este organismo ha crecido mucho a los ojos de los países del Este y del Tercer Mundo. Hace unos años, creían que la Corte defendía únicamente los puntos de vista occidentales. "Pero la situación cambió cuando en 1986, en el conflicto de Nicaragua, la Corte castigó a EE.UU. por haber empleado la fuerza en el país Centroamericano. Esos países se dieron cuenta de que se trataba del único foro del mundo en el que existían condiciones de igualdad. Desde entonces, la Corte está atravesando el mejor momento de su historia. Conoce de 24 asuntos de gran trascendencia en su jurisdicción contenciosa, cuando antes eran sólo dos o tres".

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