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Volver Diego Caro, graduado de la Escuela de Arquitectura, cuenta su experiencia profesional en Asia

Diego Caro, graduado de la Escuela de Arquitectura, cuenta su experiencia profesional en Asia

Su primer destino fue el estudio Kengo Kuma & Associates, en Tokio, y luego dio el salto a Pekín

05/01/12 10:29
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Tras graduarse en Arquitectura por la Universidad de Navarra, Diego Caro decidió dar sus primeros pasos profesionales en Asia. Su destino inicial fue Tokio, capital en la que se 'estrenó' como arquitecto en Kengo Kuma & Associates. Después se desplazó a China, donde trabaja actualmente en el estudio Vector Architects.

¿Por qué decidiste probar suerte en Asia cuando terminaste la carrera?

Me gusta viajar, me interesa mucho conocer nuevos lugares y Asia es un continente que me resulta muy atractivo y que a día de hoy ofrece muchas oportunidades profesionales. La situación económica actual en España alimenta, todavía más, este ánimo de exploración. He de decir, no obstante, que sin crisis me hubiera marchado igual.

Tengo la suerte de que la profesión de arquitecto, por la universalidad del lenguaje gráfico que utilizamos, nos ofrece muchas más facilidades para trabajar en el extranjero que otras profesiones.

He trabajado en Japón y en China, países completamente diferentes y paradójicamente con una gran rivalidad entre ellos. El primero me ofrecía la oportunidad de trabajar en una de las mejores oficinas del mundo. La calidad de la arquitectura japonesa es impresionante, producen proyectos de una definición constructiva exquisita. Allí aprendí mucho. Además, había muchos aspectos de su cultura que quería vivir en primera persona.

China, por otra parte, me ofrecía una sociedad en la que me puedo identificar un poco más; la posibilidad de desarrollar y construir en un tiempo record mis propios proyectos; y el poder vivir sin las estrecheces de Tokio (aunque sin ningún tipo de lujos).

¿Cuáles fueron tus primeros pasos profesionales en Tokio?

Trabajé como becario en la oficina de Kengo Kuma & Associates. Fue una experiencia breve pero muy intensa. Allí tuve la suerte de conocer a muy buenos arquitectos y trabajar en una oficina con muchos recursos. La jornada era de unas 14 horas al día, como mínimo, incluyendo a menudo fines de semana. La percepción del trabajo en una oficina como aquella es completamente diferente a lo que estaba acostumbrado anteriormente. Puede parecer una locura, pero lo disfruté muchísimo.

Además, considero que como arquitecto, el hecho de vivir en una ciudad como Tokio y recorrer sus calles es muy enriquecedora.

Diego Caro, junto a sus compañeros del estudio.

¿Cuándo decidiste dar el salto a Pekín?

Se puede decir que en gran medida fue casualidad. Tras mi paso por Tokio decidí pasar unos días en Pekín antes de regresar a casa. Ya había realizado prácticas allí tres años atrás y aproveché para visitar la ciudad de nuevo y saludar a antiguos compañeros.

Una vez allí, una amiga me puso en contacto con mis jefes actuales. Acababan de ganar un premio y fui a una de sus conferencias. Desde el primer momento hubo muy buena conexión, el tipo de arquitectura que persiguen y la forma de trabajar se ajustaba bastante conmigo. Me ofrecieron trabajo y decidí quedarme.

¿En qué proyectos has trabajado allí?

En Pekín comencé a trabajar como arquitecto para la oficina Vector Architects en la que sigo un año después, ahora como arquitecto asociado. A lo largo de este periodo he trabajado en varios proyectos con escalas muy diferentes: desde un pequeño pabellón en la ciudad de Kunshan, cuya construcción está a punto de terminarse, hasta un master plan urbanístico de unos 400.000 metros cuadrados construidos que incluye un distrito para artistas y un museo en la ciudad de Wuhan que estamos desarrollando actualmente.

En un país como China, si quieres sobrevivir como oficina tienes que realizar proyectos de gran escala como el último que he mencionado en Wuhan. A pesar de ello, en mi oficina tenemos la suerte de tener clientes (no muchos) con ganas de hacer pequeños proyectos de gran calidad con los que podemos entrar más en detalle y controlar mejor.

Recientemente he colaborado por mi cuenta con una ONG para la restauración y reconversión de una casa antigua en la sede de dicha organización, club de lectura y sala de exposiciones. Ha sido un proyecto muy pequeño, pero estamos muy contentos con el resultado.

¿Cómo es el trabajo allí?

Trabajar en China es duro. El ritmo de trabajo es muy distinto al de España y queda poco lugar para la reflexión. En este crecimiento exacerbado prima mucho más la cantidad (y velocidad) que la calidad. Esto se extiende a todos los campos, no únicamente al de la arquitectura. Si bien esto sucede, ha ocurrido en España también, en todas las economías con un rápido crecimiento económico, las dimensiones en China de este fenómeno se multiplican exponencialmente.

Así, durante el diálogo con los clientes no es sencillo llegar a decisiones conjuntas y los procedimientos son algo caóticos. Se han dado casos en los que nos han hecho el encargo de un gran proyecto urbanístico sin haber realizado un estudio previo de marketing, viabilidad económica, etc. Y a menudo hemos tenido que reiniciar proyectos por cambios drásticos en este.

El siguiente gran problema, una vez tomadas las decisiones finales y haber realizado el proyecto, es conseguir durante la construcción el resultado esperado. 

¿El idioma es una barrera?

Dejando al margen el hecho de que todos mis compañeros son chinos y que yo todavía no me desenvuelvo bien con el idioma, he de decir que de su lenguaje se deriva una forma de pensar y proceder ante los problemas muy distinta a la nuestra.

El chino es una lengua muy abstracta, difícil de utilizar para trabajos de carácter técnico. Es curioso observar cómo también surgen entre ellos problemas en la comunicación. En este sentido, el intercambio puede ser bastante interesante, pero hay que ser paciente.

¿Qué percepción tienen en Asia de los arquitectos españoles?

En general estamos bien valorados. Nos describen a menudo como arquitectos que buscamos soluciones sencillas, guiados por el sentido común, pero "con sentimiento". En nuestros edificios se puede sentir la energía del arquitecto que hay detrás.

Los arquitectos chinos están enamorados de las ciudades españolas, especialmente Barcelona. Se refieren a ella hablando de esa "vida" que hay detrás de los edificios y, por supuesto, de la paella (risas).

¿Recomendarías a jóvenes arquitectos españoles que busquen oportunidades profesionales en Asia?

Por supuesto, y no sólo en China, hay otros muchos países en Asia como Vietnam o Indonesia con un gran futuro para los arquitectos.

Creo que hay que estar abierto a nuevos destinos. La oferta de arquitectos extranjeros en ciudades como Pekín o Shanghai ha aumentado mucho en los últimos años y esto hace que nuestro "valor" haya disminuido. Las condiciones que se ofrecen ahora no son las que se ofrecían hace cinco años. Los focos de desarrollo se están trasladando a otras zonas del país algo menos conocidas donde están surgiendo grandes oportunidades.

He de decir que a menudo no es fácil estar tan lejos de casa y para mí ha sido, y sigue siendo, muy importante el apoyo de mi familia. A veces, vivir en una ciudad del tamaño de Pekín rodeado de tanta gente con la que no te puedes comunicar, te hace sentir en una especie de mundo paralelo, ficticio y esto propicia que con frecuencia te refugies en el trabajo.

A pesar de ello, la experiencia puede ser muy gratificante si sabes disfrutarla.

¿Qué proyectos tienes para el futuro?

La verdad es que hay distintas posibilidades abiertas y todavía me quedan decisiones por tomar, pero siempre he pensado que, ante la duda, la opción a seguir es trabajar duro. Así que, de momento, es lo que voy a hacer en mi actual oficina. Me ha costado bastante llegar hasta aquí y adaptarme a la vida en Pekín, ahora es el momento de disfrutar de esta situación y de los proyectos.

A pesar de ello, no olvido España y siempre tengo en mi mente la idea de volver. Me gustaría poder abrir mi propia oficina allí en unos años. Creo que este periodo es esencial en cuanto a formación y creación de redes internacionales con arquitectos, pues  muy probablemente tendré que seguir realizando proyectos en el extranjero.

Por otra parte, para mí es muy importante estar en contacto con la vida universitaria donde hay mucho más espacio para el estudio y la reflexión. Me gustaría mucho poder seguir vinculado a ella.

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