Los dilemas éticos de comunicar la verdad al enfermo grave o terminal, a debate en un seminario interdisciplinar del ICS
Intervinieron Carlos Centeno, investigador principal del Programa ATLANTES del ICS; Tomás Trigo, profesor de Teología Moral; y Rogelio Altisent, de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza
Expertos de disciplinas como la medicina, la sociología, la enfermería, la filosofía o la teología participaron en el seminario ‘Los dilemas éticos en la comunicación de la verdad al enfermo grave o terminal'. La actividad fue organizada por el grupo transversal de investigación ‘Filosofía y cuidados paliativos', del Instituto Cultura y Sociedad (ICS).
En la actividad, moderada por Nunziata Comoretto, bioética en la Pontificia Academia para la Vida, intervinieron Carlos Centeno, investigador principal del Programa ATLANTES del ICS y director de la Unidad de Medicina Paliativa de la Clínica Universidad de Navarra; Tomás Trigo, profesor de Teología Moral; y Rogelio Altisent, de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza.
Narración de la experiencia personal del especialista de Paliativos ante un caso complejoEn primer lugar, Carlos Centeno narró su experiencia personal como especialista de Cuidados Paliativos ante un caso clínico de una paciente con cáncer avanzado.
El Dr. Centeno reflexionó sobre los dilemas que se le plantearon en este caso, tanto en lo que se refería a ayudar a la enferma a adaptarse en su dolencia, como a la relación con los profesionales de las otras disciplinas que la atendieron.
Nunziata Comoretto insistió en la complejidad del caso "no solo por la dificultad ética y psicológica de dar malas noticias, sino por las dificultades en administrar información por parte de los profesionales; la familia, que ponía barreras o no apoyaba; y la misma paciente, que tenía dificultades en afrontar la situación".
La veracidad: decir la verdad cuando, a quien y como hay que decirlaA continuación, el profesor Tomás Trigo arrojó luz al tema desde la antropología y la ética. Especialmente, insistió en la necesidad de decir la verdad al paciente en casos como este para sacarle del autoengaño.
"La cuestión clave antropológica de fondo –apuntó- es la dignidad de la persona. No estamos solo ante un enfermo al que hay que curar; esa enfermedad se inscribe en el contexto de su ‘ser persona', que implica otras dimensiones además de la que se refiere a la salud del cuerpo".
Enfatizó la relevancia de la virtud de la veracidad: decir la verdad cuando, a quien y del modo que hay que decirla. "El conocimiento de la verdad es un bien. Y la verdad sobre la situación de un paciente que le permite decidir sobre su futuro es importante. Esa persona tiene el deber y derecho de conocer la verdad porque tiene que tomar decisiones sobre su vida y necesita contar con los datos relevantes para ello".
Con todo, el profesor Trigo subrayó que hay diversos contextos que pueden dificultar revelar la verdad. Por un lado, algunos pacientes están dispuestos a conocerla, pero pueden no entenderla o no aclararse; en otros casos, directamente expresan su voluntad de no saberla y esta debe ser respetada por ley. "En ese caso, hay que hablar con un familiar responsable que pueda tomar las decisiones oportunas", recomendó. Otro escenario es cuando el paciente quiere conocer la verdad pero eso puede conducirle a la depresión o a otros problemas médicos. Frente a esto, Tomás Trigo recalcó que "aunque haya repercusiones negativas, no se puede ocultar la información. El reto será cómo comunicarla".
Con respecto a los familiares, el profesor Trigo comentó que algunos no quieren que se informe al paciente porque "piensan que lo mejor es que fallezca sin ser consciente de su situación", lo que a su parecer es un error porque "no puede tomar las decisiones familiares, profesionales, espirituales, etc. que le corresponden".
Con respecto a los médicos, manifestó que "algunos piensan que ese derecho del paciente es una injerencia en el ejercicio de su profesión", mientras que otros temen producir frustración en el paciente y, con frecuencia, hay una reacción de evitar la comunicación tanto con él como con su familia.
Abordar los casos difíciles: reflexión personal, contrastar con otros colegas y la consulta a un comité de éticaRogelio Altisent repasó en primer lugar los elementos de la ética clínica: la ética como juicio moral intuitivo -conocimiento moral espontáneo-; como disciplina académica -la bioética-; la deontología profesional -conjunto de normas y valores que una corporación profesional define a través de un código-; y el derecho -la normativa sanitaria-. "Se plantean tres niveles de exigencia: la ética personal es más exigente que la deontología y esta lo es más que el derecho", comentó.
Con respecto al caso abordado en el seminario, distinguió dos cuestiones éticas implicadas: "La actitud profesional y una cuestión operativa, donde se sitúa la comunicación con el paciente".
"La calidad asistencial –añadió- está directamente relacionada con el compromiso de los profesionales, que tiene que ver con su actitud. Es uno de los mensajes que hay que transmitir en la formación ética. Por otra parte hay dilemas, situaciones que plantean dudas complejas que no se resuelven intuitivamente: sé que hay una decisión correcta, pero aún no la conozco. Luego están las cuestiones operativas: el know how o saber hacer, que afecta a temas como la comunicación".
De acuerdo con el profesor de la Universidad de Zaragoza, es importante que los profesionales se capaciten para este proceso: "Se puede aprender a decir la verdad, se puede aprender a dar malas noticias, y hay que capacitarse para ello del mismo modo que para leer una radiografía".
Por último, recordó que en los casos más difíciles relacionados con la ética clínica es necesario subir una escalera de tres peldaños: en primer lugar, la reflexión personal, basada en los principios de la bioética, la consideración de las virtudes…; en segundo lugar, consultar a otros colegas o al resto del equipo para vislumbrar nuevas perspectivas; y por último, consultar a un comité de ética.