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Testimonio de Svitlana Shcherbatyuk

REPORTAJE

11 | 04 | 2022

Texto

FotoManuel Castells

Svitlana Shcherbatyuk, natural de Ucrania, trabaja en la Universidad desde hace 13 años. En la actualidad, es una de las profesionales del Servicio de Protocolo y Organización de Eventos

Con su familia y amigos ucranianos residentes en España, Svitlana Shcherbatyuk participa desde Pamplona en distintas iniciativas para ayudar a sus compatriotas, como la creación de la asociación «Alas de Ucrania», la gestión de la acogida de familias ucranianas en Navarra, o ayudar como intérprete a los refugiados que llegan a nuestro país.

¿Cómo está viviendo desde la distancia la situación que sufre su país?

Decir mal es quedarse cortos. Cuando estalló el conflicto, rompí a llorar por el miedo de perder a mi familia, por la impotencia de no poder hacer nada. Desde aquel día, lo primero que hago al levantarme es poner las noticias para saber qué ha pasado esa noche. Llamo todos los días a mi familia y amigos de Ucrania para saber si siguen a salvo. 

¿Participa en alguna iniciativa para ayudar a los refugiados ucranianos?

Cuando comenzó esta situación, los ucranianos que vivimos aquí iniciamos una recogida de medicamentos, alimentos y ropa que enviamos a Ucrania o a la frontera con Polonia. Para poder gestionar la recogida, la clasificación y el envío del material, se ha creado la asociación «Alas de Ucrania». También se formó el clúster SOS Ucrania, en el que participan diferentes asociaciones de Navarra. Ahora han surgido nuevas necesidades. Por ejemplo, los refugiados que llegan a España o a otros países necesitan mucha ayuda.

¿Cómo puede ayudar la comunidad universitaria?

No sé cuánto se puede pedir, pero como se dice en el Evangelio: «Pedid y se os dará». Sería de gran ayuda que la Clínica ofreciera su atención médica a las víctimas de la guerra y a las personas que han tenido que interrumpir algún tratamiento que recibían en Ucrania por haber sido desplazados. También podría iniciarse una recaudación de fondos para comprar una ambulancia, llenarla de medicamentos y enviarla a Ucrania. Además, me gustaría animar a la gente a seguir donando alimentos y medicamentos para mandarlos a las ciudades en las que más se necesitan ahora mismo. Por último, «Alas de Ucrania», como asociación que acaba de nacer, necesita ayuda de los profesores y de los estudiantes de último curso de Periodismo, Marketing o Diseño para poder mejorar su labor. 

¿Le gustaría añadir alguna cuestión?

Me gustaría agradecer todo lo que ya se ha hecho y las iniciativas que se están llevando a cabo: a Tantaka, por coordinar las clases de español para ucranianos, y a los profesores y alumnos que participan en el proyecto; a Natalia Ibiricu, por gestionar una recogida de fondos y traer a muchas familias ucranianas a España; a aquellas personas que hicieron donaciones para esa causa; a los estudiantes que han dedicado su tiempo para ayudarnos en el almacén; a quienes han acogido familias ucranianas en sus casas; y también a todas las personas que han rezado tantos rosarios por la paz en Ucrania. También quiero dar las gracias a todas mis compañeras por su apoyo en estos momentos tan difíciles, y en especial a la directora del Servicio, Maria José Bailly-Bailliere, por su preocupación tanto por mí como por mi familia y por su disposición a ayudar en todo lo que pueda.

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