Nuevas estrategias de terapia celular para regenerar el corazón infartado
El CIMA de la Universidad de Navarra demuestra que células madre derivadas de médula ósea y de tejido adiposo mejoran la función cardiaca
Un trabajo desarrollado en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) y la Clínica Universidad de Navarra ha demostrado que células madre derivadas de médula ósea y de tejido adiposo mejoran la función cardiaca tras un infarto en modelos animales. "En concreto, las células procedentes de médula ósea actúan sobre el tejido enfermo, mientras que las células grasas tienen la capacidad de transformarse tanto en vasos sanguíneos como en células cardiacas. Los resultados obtenidos en ratas se mantienen a largo plazo", explica el bioquímico Manuel Mazo, investigador del Laboratorio de Terapia Celular y autor principal del estudio.
Cuando una persona sufre un infarto, se ocluye la arteria que irriga el corazón. La zona afectada muere y la cicatriz que queda no se contrae. "Se trata de un problema muy grave ya que el músculo cardiaco no se regenera, lo que repercute considerablemente en la capacidad funcional del corazón y puede desencadenar en un fallo cardiaco", explica el científico.
El infarto de miocardio es una de las patologías con mayor incidencia a nivel mundial. De hecho, el conjunto de las patologías cardiovasculares supone más del 50% de las muertes en Europa, según la Organización Mundial de la Salud.
Desde hace una década se están estudiando nuevas estrategias de terapia génica y terapia celular que permitan repoblar la cicatriz del corazón para regenerarlo. En opinión del Dr. Mazo, los datos obtenidos en el CIMA sugieren que este procedimiento tiene un potencial muy importante en su aplicación clínica. Para ello hay que mejorar los efectos que ya se están logrando tanto en modelos animales como en otros ensayos clínicos multicéntricos. "En este sentido, el futuro de la investigación se centra en combinar la terapia celular y la bioingeniería, de modo que podamos disponer de células modificadas genéticamente que sobrevivan a las condiciones adversas del corazón".
En el estudio de Manuel Mazo, dirigido por los doctores del CIMA y la Clínica Universidad de Navarra Felipe Prósper y Beatriz Pelacho, han participado los investigadores Iván Peñuelas, María Collantes, Margarita Ecay, Miriam Araña, Pablo Aranda, Gloria Abizanda, Arantxa Cemborain, Salomón Hernández, María Gutiérrez, Enrique Andreu, Maitane Pérez-Ilzarbe y los doctores Juan José Gavira y Eduardo Alegría. Además han colaborado, el Dr. José Manuel García Verdugo y Mario Soriano, del Instituto Cavanilles (Valencia) y los equipos del Dr. Philippe Menasché, del Hôpital Européen Georges Pompidou de París, y del Dr. Louis Casteilla, del Institut Louis Bugnard de Toulouse (Francia).