Un año más, han tenido lugar las tradicionales Javieradas, una peregrinación organizada por el Arzobispado de Pamplona, que reúne a miles de personas que caminan al castillo donde nació San Francisco Javier. La primera se celebró el fin de semana del 3 de marzo, en la que participaron 8150 peregrinos y la segunda el pasado fin de semana, con una afluencia de 15.880 personas, según datos oficiales de la organización.

Beatriz Albéniz (ISSA ‘21), Carmen Roig (ISSA ‘21), María Zuza (ISSA ‘21) y Javier Apaolaza (ISSA ‘19), alumnos del grado en Management Assistant, Alicia Otano y Javier Morrás, profesores de ISSA-School of Management Assistants y Cristhian Mestre, Director de Desarrollo de la Facultad, se calzaron las botas y se sumaron a los 24.000 peregrinos que anduvieron hasta Javier. A pesar del cansancio y de las inclemencias del tiempo, fue un día en el que pudieron disfrutar de sus amigos, de risas y anécdotas, de la Naturaleza y de la compañía de todas las personas que durante el camino compartieron una misma meta: llegar a la explanada donde se erige el castillo.

Una vez en Javier, y después de reparar fuerzas, los peregrinos participaron en una Eucaristía presidida por Mons. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona. Aunque cansados, al finalizar la jornada volvieron a sus casas deseosos de que llegue la próxima Javierada.

 

Beatriz Albéniz, alumna de 1º. Participa en las Javieradas desde los 13 años

“Es la séptima vez que hago la Javierada. Mi antiguo colegio, Jesuitas, propone esta actividad a todos los cursos, desde 1° de ESO hasta 2° de Bachillerato, y también nos sumamos al plan los universitarios monitores del grupo de tiempo libre Arrupe. No me la pierdo nunca, porque es una tradición desde que teníamos 13 años. Aunque nos duelan las piernas, no sintamos los pies o creamos que no podremos llegar, siempre hay personas que animan y que hacen mucho más amenos y divertidos los 56 km que separan Pamplona del Castillo de Javier. El recorrido es el mismo todos los años, pero no hay una Javierada igual a otra, por eso animaría a los alumnos a participar. Llegar al castillo es una satisfacción personal enorme”.

 

Javier Morrás, profesor. En 40 años, no se ha perdido una Javierada

“Hice la Javierada del fin de semana del 3 de marzo, con mi hijo y con los compañeros del que fue mi colegio, Santa María La Real (Maristas). Este año, celebramos nuestra cuadragésima peregrinación -empezamos a participar con 10 años y desde entonces no hemos faltado a ninguna, siempre andando-, así que encargué un pañuelo conmemorativo que presidió el altar de Javier durante la Eucaristía. Fue realmente emocionante. Cuarenta años después de nuestra primera Javierada, tenemos unos hitos muy marcados: el rezo del Rosario pasada la Venta de Judas (¡casi se podría pensar que en desagravio, pero es casualidad!), el tramo de canciones populares (preferentemente mexicanas y jotas) bajando Loiti... Son 11 horas de convivencia en las que nos ponemos al día de cuestiones muy personales, sin ruido exterior ni interrupciones. También sirven para recordar a familiares y compañeros del colegio que un día lo hicieron con nosotros y que fallecieron. Supone una experiencia renovada todos los años: humana y de Fe, devoción y agradecimiento al Santo”.

 

Alice Otano, profesora. Una neoyorquina con gran devoción a San Francisco Javier

“Llevo diez años sin faltar a la Javierada. Aunque siempre la he hecho con mi marido, este año también se han sumado algunos de nuestros hijos. En mi familia siempre ha habido mucha devoción a San Francisco Javier. Lo que más me gusta es ver a tantas personas caminando hacia el castillo donde nació: el ambiente es muy bueno y los peregrinos muy variados, desde familias, hasta grupos de amigos de todas edades y de muchísimas zonas, no solo de Navarra. Definitivamente, creo que cualquiera que trabaje o estudie en la Universidad de Navarra tendría que vivir esta experiencia al menos una vez en la vida”.

 

Carmen Roig, alumna de 1º. Ha hecho la Javierada desde San Isidro del Pinar (Navarra)

“Llevo dos años participando en la Javierada. Este año, hice la del fin de semana del 3 de marzo con algunas personas de mi pueblo, Cabanillas (Navarra). Aunque solemos salir el viernes de madrugada, para cruzar las Bardenas Reales y llegar a la misa del sábado por la tarde, me incorporé al grupo la madrugada del sábado, en San Isidro del Pinar. Es una actividad social y religiosa muy bonita: además de hacer ejercicio, te lo pasas muy bien, porque hay muy buen ambiente. Pero lo mejor de las Javieradas es el vínculo que creas con las personas con las que vas y el ambiente tan especial que se genera en el castillo de Javier durante ese fin de semana. Sin ninguna duda, recomendaría a todo el mundo que lo hiciera”.

 

María Zuza, alumna de 1º. Peregrina asidua a las Javieradas desde que era una niña

“He hecho la Javierada varias veces, desde que era niña. Para mí se ha convertido en una costumbre a la que no se puede faltar. Aunque hasta ahora había participado acompañada de mi familia y amigos, este año la hice con el grupo scout Lykos de Noáin. Pese a las condiciones meteorológicas adversas, muchos monitores, padres y niños decidieron emprender el camino a Javier. Me animé a participar con ellos porque quería conocer una nueva ruta. Lo que más me ha gustado de la experiencia de este año es la alegría con la que el grupo afrontó los tramos más difíciles: algunos caminos del monte estaban prácticamente inundados por la lluvia, pero nos tomamos el desafío con humor. Además, me alegró pasar tiempo desconectada de la tecnología y poder disfrutar de la compañía de mis amigos. En la Javierada hay ambiente de compañerismo durante todo el camino y es una muy buena oportunidad para conocer el maravilloso paisaje de Navarra. Sin duda, creo que es una experiencia que los alumnos no se pueden perder”.

 

Cristhian Mestre, Director de Desarrollo. Un valenciano en su primera Javierada

“Esta ha sido la primera vez que he participado en la Javierada y me he estrenado con dos de mis hijos, los "mayores" de 8 y 7 años. Cogimos un autobús en la Universidad que nos llevó hasta Sangüesa, desde donde anduvimos algo más de 8 kilómetros. Ahora que los niños se van haciendo mayores, es muy buen plan para hacer con otros niños, familias y amigos. San Francisco Javier es un santo muy importante para Navarra y para el mundo, y esta peregrinación imprime carácter. Ha sido muy enriquecedor poder peregrinar con mis dos hijos mayores: un par de horas de caminata con los niños y ver su esfuerzo, especialmente con las inclemencias meteorológicas, une. Llegar a Javier, ver el castillo, la imagen del Santo, tanta gente... es una gran ayuda para crecer en la fe. Por eso, sin lugar a duda, animaría a otros empleados y alumnos a que la hicieran. Eso sí, un año en que llueva un poco menos. ¡Creo que nunca había andado tanto tiempo bajo la lluvia!”.

 

Javier Apaolaza, alumno de 3º. Después de muchos años intentando participar, este año por fin ha hecho la Javierada

“Después de intentarlo en años anteriores, esta Javierada he conseguido unirme a un amigo del colegio mayor que se había animado a hacerlo con  algunos compañeros de carrera. No conocía Javier, aunque me habían hablado muy bien de la experiencia. Además, las peregrinaciones me resultaban atractivas, sobre todo si es al pueblo que da origen a tu nombre. Así que para mí era visita obligada. Lo mejor que vi fue el ambiente, sin duda. Aún con barro hasta las cejas y sin parar de llover, como ha pasado este año, conoces a muchísimas personas y mantienes conversaciones de lo más variopintas y agradables. La pena es que al final no puedes ver el castillo y sus alrededores con calma, pero eso te da una buena excusa y una oportunidad para volver. Sin duda, recomendaría la experiencia”.