David Pascual Hernández FOTO: Cedida

David Pascual Hernández falleció en Madrid, el pasado 9 de mayo, tras una dura  enfermedad contra la que luchó con todas sus fuerzas durante los últimos años. Estaba casado y tenía dos hijos de corta edad. Licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra en el año 1996 con un expediente brillante, obtuvo el número dos del examen MIR de su año. Realizó la especialidad de Cardiología en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde trabajaba hasta la actualidad. Compatibilizaba su trabajo como cardiólogo con la docencia en el grupo CTO Medicina, del que era subdirector, ayudando a miles de médicos españoles y extranjeros a obtener la tan deseada plaza de residente en el examen MIR.

Vivimos juntos durante tres años (1990-1993) en el Colegio Mayor Belagua y compartimos mesa durante seis en nuestra querida Facultad de Medicina. Fue miembro, durante varios años, del consejo de curso. Era tremendamente divertido y jovial. Un gran amigo. Le encantaba el baloncesto y jugaba de maravilla como base. Era rápido y muy fuerte, difícil de defender. Antes de venir a Pamplona había jugado con gran éxito en la selección de su comunidad autónoma; y eso se le notaba. Durante la carrera aprendió a tocar la guitarra y, cuando podía, lo hacía con la tuna para mejorar su estilo. Supongo que con ese arte enamoraría a su esposa Eugenia, también compañera de promoción.

La muerte de un hombre joven siempre parece incoherente. Se asemeja a una novela inacabada, a una historia truncada. Pero es Dios, con su infinita Misericordia, quien realmente la completa. Como nos dijo el beato Juan Pablo II en el libro Memoria e Identidad: "Todo sufrimiento humano, todo dolor, toda enfermedad, encierra en sí una promesa de salvación, una promesa de la alegría…".

Querido David, participaste del sufrimiento de la enfermedad con nuestro queridísimo Ignacio Landecho -fallecido en febrero de 2010-, compañero también de colegio mayor y de aula durante años; nuestro hermano. Los dos habéis compartido por teléfono la aspereza de los tratamientos que recibíais (tú en Madrid e Ignacio en Pamplona), la preocupación por la familia, por vuestros hijos. Ahora que ya estáis juntos, sé que nunca faltará vuestra intercesión por nosotros; por vuestros amigos y compañeros de clase, y por vuestra Universidad.

El recuerdo de David y de Ignacio nos acompañará siempre.

Camilo Silva Froján,
especialista de Endocrinología
Clínica Universidad de Navarra