Los sesgos ideológicos pueden llevar a los funcionarios a tomar decisiones erróneas, que implican un coste para los contribuyentes
Así lo advirtió Stefan Dercon, profesor de la Universidad de Oxford, en la presentación de un trabajo en el VI NCID Research Workshop
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“Cuando los funcionarios toman decisiones erróneas, influidos subconsciente o inconscientemente por su ideología, hay consecuencias negativas. Las decisiones equivocadas pueden costar dinero a los contribuyentes”. Así se expresó en el VI NCID Research Workshop de la Universidad de Navarra Stefan Dercon, profesor de la Universidad de Oxford y economista jefe del Departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno británico.
El experto intervino en esta jornada organizada por el Navarra Center for International Development (NCID) del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) y la Fundación Ramón Areces. Presentó una investigación sobre las implicaciones de que los funcionarios que ejecutan políticas públicas tengan un sesgo.
En el trabajo se realizaron experimentos en un grupo de nuevos empleados públicos, que mostraron que los profesionales de las políticas pueden caer en trampas en la toma de decisiones -como costes ocultos o priorizar sus posiciones ideológicas- a pesar de tener explícitamente la misión de promover decisiones imparciales y basadas en evidencias.
“Este estudio puede contribuir a iluminar dentro de las organizaciones la necesidad de ser conscientes de algunos de los típicos comportamientos sesgados en la toma de decisiones que han sido estudiados en el pasado”, apunta.” También puede servir para analizar qué implicaciones tiene la forma de organizar el servicio público o incluso la organización de empresas”.
Economía y sesgoDe acuerdo con el especialista, hay una escasez de estudios sobre los sesgos de los profesionales relacionados con las políticas públicas: los funcionarios públicos que preparan y aplican las políticas en nombre de los candidatos elegidos.
Según Dercon, “una gran parte de las investigaciones sobre economía del comportamiento, al menos en lo relacionado con el diseño de políticas, se centra sobre todo en los ciudadanos, contribuyentes, consumidores que no toman las decisiones correctas, ahorradores que no guardan lo suficiente o gente que debería contratar un plan de pensiones y no lo hace”.
“Pensé que era interesante -explicó- no dar por sentado que las personas que trabajan para el gobierno toman decisiones perfectas”.
Stefan Dercon se refirió al sesgo que más le afecta en su trabajo como funcionario: “Los economistas tenemos un conjunto de ideas preconcebidas sobre cómo funciona el mundo y a veces nos apoyamos en suposiciones teóricas”.
Como ejemplo mencionó el tema de los incentivos. “Pienso que tienen una importancia crucial, pero debemos ser muy conscientes de que a la gente no solo le mueve la zanahoria atada a un palo, sino que le motivan cosas como, por ejemplo, las normas y valores y sus creencias sobre cómo funciona el mundo para saber qué es lo correcto. Debemos tener mucho cuidado de no reducirlo todo a los incentivos”.