Un brindis para el profesor Gonzalo Aranda
Recogemos el testimonio de una alumna de Bachiller en Ciencias Religiosas
El pasado 23 de octubre, la Facultad de Teología celebró una Jornada Académica con motivo de la jubilación del profesor Gonzalo Aranda. Al acto acudieron numerosas personas que quisieron, con su presencia, rendir homenaje a labor educativa y de investigación de tan insigne biblista.
Recogemos el testimonio de Mª Covadonga García Benedi, alumna de Bachiller en Ciencias Religiosas. Don Gonzalo Aranda impartió clases en el ISCR desde el curso académico 2000-2001 al 2012-2013.
Sobre don Gonzalo Aranda
Mi madre siempre dice: "La casualidad no existe para los cristianos" y la experiencia me ha demostrado cuán verdadera es esta frase. Lo cierto es que yo era muy pequeña para recordarlo, pero cuando mis hermanos participaban dentro del grupo "Guías de Aragón" en la parroquia de San Pedro Arbués, allí estaba ya don Gonzalo. Mis padres guardan buen recuerdo de su paso por nuestra parroquia. Como se dijo en el Acto Académico, era un profesor con "olor a oveja", es decir, tenía muy claro que lo propio de su sacerdocio era vivir preocupado por las almas que tenía encomendadas por el obispo, además de su otra vocación: la enseñanza. Lo que no sabían es que cuando se despidió, su hija pequeña volvería a encontrarse con él.
Mucho ha llovido desde aquel febrero del 2012, cuando empecé el curso "Apocalíptica Judía y Nuevo Testamento", al que acudía más por recomendación de una profesora que por gusto; con solo oír la palabra "apocalíptica" pensaba en toda la leyenda popular de desastres naturales. Las películas americanas tampoco ayudaban a tener una visión positiva del tema. Esto provocaba que cuando salía alguna lectura del Apocalipsis en el Oficio de la Liturgia de las horas o en la Eucaristía, nunca llegaba a comprenderla y me parecía muy alejada del Dios que reflejaba Jesucristo. Quizá debía de ocurrirme algo así: "El Apocalipsis no es un texto de fácil lectura: antes bien, se trata de alimento sólido para creyentes adultos y no para lactantes1".
Pero todo cambió cuando entró un "hombrecillo" mayor en el aula y empezó a hablar. Recuerdo que pensé: "No hemos leído la misma biblia". He de reconocer que cambió todo mi parecer sobre el libro del Apocalipsis y me abrió un mundo nuevo que desconocía: la literatura apocalíptica. Y no solo eso, pues me metió el gusanillo que todavía no he conseguido quitarme de leer todo lo que puedo sobre este tema. Lo hizo con sencillez y sobre todo con pasión por lo que enseñaba. No hay nada con más fuerza para llegar a los oyentes que hablar de un tema que nos guste de verdad y poder transmitirlo en cada palabra. Así lo sentí yo en cada clase que nos daba. Aprendí otra perspectiva del libro de Daniel, uno de los libros que siempre me han gustado más desde pequeña junto con el libro de Esther. Entendí la importancia de los textos apócrifos para poder valorar mejor los textos canónicos como Palabra de Dios, y descubrí la esperanza cristiana escondida en el libro del Apocalipsis, que tanta falta nos hace hoy en día ante tantas persecuciones: con armas y sin ellas, para mí las peores puesto que están encubiertas sutilmente.
Como dice la Sagrada Escritura: "Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos", acabé en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra. Tengo mucha fe en que Dios utiliza personas en momentos concretos de nuestra vida como ángeles para iluminar nuestro camino y así fue como Dios intervino por medio de don Gonzalo para llegar aquí. Lamentablemente, no he podido estudiar con él, como me hubiera gustado, la asignatura "Libros Poéticos y Sapienciales". No tengo queja del actual titular, don Diego Pérez, sino también agradecimiento por su disponibilidad para cualquier duda o ampliación de información, pero como decimos en el Ejército, "la antigüedad es un grado" y como dice el proverbio de la sabiduría popular, en este caso española y no de Oriente Medio: "más sabe el diablo por viejo que por diablo", puesto que como bien muestran las culturas de origen semita, el sabio no es solo el que tiene el conocimiento científico, sino también el anciano por acumular además la sabiduría de la experiencia vital.
En el acto de homenaje, don Juan Miguel Díaz Rodelas, en medio de su magistral intervención sobre el nuevo documento de la Pontificia Comisión Bíblica: "Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura" mostraba la preocupación de don Gonzalo sobre la inspiración del lector de la Biblia. Este tema me pareció interesante y a lo mejor, desde mi modesta opinión, poco abordado. Dice Dei Verbum: "la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió". Luego, si hay que hacerlo así, el lector también necesita al Espíritu Santo para poder leer la Sagrada Escritura, ya que es don suyo la Inteligencia, que nos permite comprender las verdades reveladas y por ende, la Sagrada Escritura.
Aun así, como decía don Juan Chapa en su discurso sobre don Gonzalo, solo tengo palabras de gratitud y cariño, porque es verdad, a pesar de estar trabajando, tenía la puerta de su despacho abierta a las necesidades de quien lo requiriera. Siempre ha tenido un rato para tomar un café cuando acudía a los exámenes y los cursos de actualización. O cuando necesitaba algún tipo de bibliografía para algún trabajo. O simplemente, cuando quería leer algo más sobre temas de los que él domina y me remitía artículos y títulos de libros para leer. Podía haber retraso si eran emails, sin embargo, nunca un "no" por respuesta.
Pero, y gracias a Dios (nunca mejor dicho), nuestro tiempo avanza en línea recta y no es circular, lo cual le da sentido a la historia de nuestra vida, que es a la vez historia de salvación. Es una pena que llegue la jubilación, no obstante, estoy segura de que seguirá teniendo la puerta del despacho abierta, no solo aquí, sino también en la JUBILACIÓN de la vida eterna, porque no dudo un instante que podrá decir a Dios: "He luchado el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe", porque de cristiano, de esa "profesión", la JUBILACIÓN llega con la muerte, que da acceso al cielo.
Muchas gracias don Gonzalo por todo lo que aprendí, aprendo y espero seguir aprendiendo con la ayuda e inspiración del Espíritu Santo.