Diego S. Garrocho, profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid, imparte un seminario del departamento de Filosofía
“¿Nos habríamos enamorado de la misma manera si no existiera la palabra amor?”. Esta es una de las preguntas que planteó Diego S. Garrocho el pasado 26 de enero en un seminario organizado por el Departamento de Filosofía.
Garrocho, profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid, realizó un recorrido etimológico apoyándose en textos sagrados y paganos del Mundo Antiguo para lograr entender la ira y la caridad como reacciones al mal.
Este mal del que habló es específicamente el mal moral, siendo aquel que más nos duele el de nuestra propia biografía: el mal que hemos hecho o el que hemos sufrido, de los cuales —siguiendo a Sócrates— el peor es el primero. “Creo que hay una región de lucidez moral que se expresa fundamentalmente en el ámbito afectivo”, afirmó.
“La historia de las emociones se parece a la historia de los conceptos. Es importante responder cuáles son las palabras que nombran una experiencia emocional”. Así, el profesor Garrocho dedicó gran parte de la conferencia a analizar en profundidad los distintos términos que se utilizan para designar la caridad y la ira: la clásica oposición entre eros y agapé, la raíz hebrea af (אַף, nariz) que coincide con la denominación de la ira, la palabra griega haris (Χáρις) como término similar a la misericordia o a la gracia y que designa el no tener en cuenta lo acontecido.
La reflexión de Garrocho no hace más que sumar elementos a aquel adagio que toma de François de La Rochefoucauld y que encabeza este texto: ¿Será posible que solo amemos porque hemos oído hablar del amor? ¿Y en qué medida ocurre lo mismo con las matizaciones que provee la etimología a distintos términos como el odio, la ira, la misericordia y la caridad tanto de los humanos como de los dioses?