In memoriam, profesor Antonio García Valcarce
Nos ha dejado Antonio García Valcarce —Don Antonio para sus amigos y discípulos—, que fue director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, y sobre todo un gran maestro, que supo transmitirnos no sólo su ciencia sino también una forma de vida.
Oriundo de León, tras acabar la carrera de Ingeniero de Montes, se trasladó en 1947 a Sevilla para incorporarse a la empresa Agromán. A partir de entonces desarrolló su carrera profesional en el ámbito de la edificación, ocupando posiciones destacadas en importantes empresas.
Desde 1963 compaginó ese trabajo con labores docentes en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, donde obtuvo la Cátedra de Construcción ocho años más tarde. Su intensa y acreditada actividad universitaria y profesional le hizo merecedor de la Encomienda al Mérito Civil en 1962.
En 1985 se incorporó a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, donde trabajó hasta su jubilación en 1997, contagiándonos de su sabiduría y sobresaliente calidad humana.
D. Antonio era como el cimiento y el núcleo de los "gigantes" de la edificación: "los edificios de gran altura". Su cimentación sustenta el edificio, sometido a múltiples cargas y sobrecargas durante su vida útil; sin embargo, queda oculta, sin darse importancia por todo lo que hace. Su núcleo, apoyado en una base sólida, sirve de guía y soporte del resto de la estructura y se desliza por encima del resto de las edificaciones, dándoles cobijo y abrigo. Eso mismo es lo que hizo a lo largo de su vida con los que tuvimos la suerte de ser sus discípulos. Si es comparable con una torre en altura, lo es porque "edificó" a su alrededor, haciendo que las personas y las cosas crecieran a su lado.
Además la palabra "edificación" se une a buena parte de lo que hizo en la Escuela de Arquitectura de Navarra: un Departamento, un Curso Superior de Postgrado, una Revista, un Máster y un Manual, todos ellos de edificación.
Sus múltiples virtudes, obras y contribuciones a la Arquitectura están resumidas en la justificación de su nombramiento como Arquitecto Honorario por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España: "…En reconocimiento a sus excepcionales cualidades humanas, a las que añade una extraordinaria formación tecnológica, reconocida en los ámbitos científicos más cualificados. De su esfuerzo y aportación en el campo de la arquitectura, destacan sus iniciativas en el desarrollo de las tecnologías constructivas, desde la investigación y la innovación, así como su intenso magisterio entre los arquitectos".
Como gran maestro que fue, sin duda deja un profundo hueco entre los que tuvimos la suerte de formarnos a su lado, pero ese dolor es también estímulo y ayuda para intentar estar a su altura, día a día, sin defraudarle.
Gracias D. Antonio. Gracias, maestro. Descansa en paz, te lo mereces.