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"Más dedicación del hombre a tareas del hogar no reduce la carga de la mujer porque suele darse en labores compartidas"

Investigadores de la Universidad de Navarra y de Harvard han analizado las consecuencias de la paternidad en el uso del tiempo, la ocupación y los salarios de más de 1.400 parejas americanas que tuvieron su primer hijo entre 1984 y 2013

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Javier García Manglano
FOTO: Manuel Castells
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Alexandra Killewald
FOTO: Cedida
18/10/17 10:44 Elena Beltrán

“Cuando los hombres dedican más tiempo a las tareas del hogar no necesariamente reducen la carga de la mujer, porque suele ser en labores que hacen los dos juntos”. Javier García Manglano, investigador del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, resume así una de las conclusiones de un artículo científico que ha publicado junto con Alexandra Killewald, de la Universidad de Harvard (EE.UU.).

El trabajo aborda las consecuencias de la paternidad en el uso del tiempo, la ocupación y los salarios de más de 1.400 parejas americanas que tuvieron su primer hijo entre 1984 y 2013. Ha sido uno de los cinco finalistas del Premio Kanter 2017, un galardón internacional concedido por el Centro de Familias de la Universidad Purdue, y el Centro de Trabajo y Familia de la Universidad de Boston (EE.UU.). Los finalistas de esta edición se han seleccionado de entre 2.500 papers publicados en 65 revistas de habla inglesa de todo el mundo.

El estudio revela que, tras la maternidad, la mujer reduce unas diez horas semanales su dedicación profesional y aumenta 6 horas las tareas en el hogar (sin contar las dedicadas al cuidado del bebé). Asimismo, su salario se reduce en torno a un 13%. En contraste, el cambio que experimenta la mayoría de los hombres tras la paternidad es mucho menor: su dedicación a tareas domésticas sube en una hora a la semana y su dedicación profesional y su salario permanecen constantes.

Turno doble: trabajar en casa y en la oficina

De acuerdo con los investigadores, la distribución de tareas domésticas se explicaba hasta ahora con la teoría de la especialización, que apunta que cada miembro se centra en la función para la que tienen una ventaja comparativa: tradicionalmente, los hombres se enfocaban en ganar dinero, y las mujeres en el cuidado del hogar.

En su estudio, García Manglano y Killewald proponen un nuevo concepto, la “autonomía atada” (tethered autonomy). “Se puede decir que las mujeres son autónomas porque existe una gran variabilidad en sus respuestas a la maternidad: algunas apenas reducen su dedicación profesional, mientras que otras la reducen en gran medida; sorprendentemente, esto no depende de lo que haga su pareja”, subraya García Manglano.

“El hombre –añade- apenas cambia su dedicación al ser padre, y cuando arrima el hombro lo hace mayoritariamente junto a, no en lugar de, la mujer. Es por ello que la autonomía de las madres está atada, condicionada por la falta de apoyo del padre”.

El investigador del ICS alerta de que “la mayoría de madres quieren compaginar trabajo y familia, pero a veces la carga es muy grande. Cuando pretenden ‘llegar a todo’ y que la maternidad no repercuta en su ámbito laboral, caen en lo que se llama el double shift (turno doble), que es como tener dos trabajos: una profesión durante el día y el cuidado de los hijos al volver a casa”.

“El resultado es el contrario de lo que se pretendía: una fuerte sensación de no llegar a todo, que produce un estrés notable”, recalca. Para evitarlo, sugiere que “es importante que la contribución del hombre en el hogar se centre en tareas que supongan un alivio real de la carga de la mujer”.

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