"La fe de los filipinos es más fuerte que los tifones"
Conversación con Jan Raymond Ramos, estudiante de 5º de Teología
Quedo con él un día después de que se cumplieran seis meses del paso del tifón "Haiyan" que afectó a 16 millones de personas, de las que mató a casi 6.300, 1.000 están aún en paradero desconocido y cuatro millones, desplazadas.
Aquel viernes 8 de noviembre la familia de Jan no estaba en casa. Viven en Leyte, una de las mil islas habitables de Filipinas. El día anterior una hermana suya que vive en Manila le escribió un mensaje en el que le decía que sus padres se habían ausentado a donde su padre tiene la oficina. Tuvo notica del paso de "Yolanda", el nombre local que recibió el tifón "Haiyan", y del número de víctimas, que crecía a cada hora. Sabía por aquel mensaje de su hermana que sus padres no estaban en casa, pero esto no era garantía de nada: su padre tenía el despacho cerca del mar. Estuvo 4 días sin saber si estaban vivos o no. Se cortaron las comunicaciones y las imágenes que podía ver en internet o a través de la TV eran espeluznantes. Gracias a Dios, su familia solo se quedó sin tejado. Ahí es nada.
Es el segundo de 8 hermanos. A los 13 años empezó a estudiar en el seminario menor de Leyte, pero él quería ser funcionario, como su padre. Cuando terminó sus estudios de secundaria consiguió una beca para estudiar Filosofía; en total estuvo allí ocho años. Le llamaba la atención el tipo de vida de los formadores: "eran unos hombres que habían entregado su vida a Dios para servir a la Iglesia", explica. En 2009 se marchó a Manila: le dieron el encargo de poner en orden una biblioteca de Teología. Conoció a un sacerdote, que fue su director espiritual y le ayudó a discernir su vocación: con la ayuda de Dios sería sacerdote.
Llegó a Pamplona en 2010, donde ha estudiado en Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
El 22 de marzo recibió la ordenación diaconal en la Parroquia de San Nicolás. Justo tres meses después, el 22 de junio, regresa definitivamente a Filipinas. No sabe cuándo podrá ser ordenado sacerdote, pero la prioridad de su obispo ahora es la de reconstruir la iglesia y procurar una vivienda digna a miles de familias que siguen sin hogar.
Se va a encontrar con otro Leyte del que dejó y esa idea le asusta un poco. "La fe de los filipinos es más fuerte que los tifones; para ellos las dificultades no son impedimento para seguir siendo seguidores de Cristo. Los sacerdotes filipinos dieron y dan ejemplo de esperanza. Nunca han dejado de estar allí. Pienso que su fe puede servir de ejemplo a todo el mundo", concluye Jan.