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Los últimos meses de la tesis doctoral

A las puertas de depositar sus investigaciones, los doctorandos del ICS Sergio Clavero y Adriana Gordejuela hacen balance de los cuatro años que les han dedicado, una etapa de tesón, resiliencia y descubrimientos de la que se llevan mucho más que un título

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Sergio Clavero y Adriana Gordejuela
FOTO: Isabel Solana
19/09/18 17:12 Isabel Solana

Sergio Clavero y Adriana Gordejuela se han asomado al nuevo curso con mucha expectación y algo de vértigo. No es para menos: antes de que acabe el año defenderán sus tesis. El Instituto Cultura y Sociedad (ICS), donde han aprendido cómo iniciar una carrera investigadora, ha sido testigo durante los últimos cuatro años de sus primeros logros y también de momentos de dudas y bloqueo. Sus testimonios coinciden en que el título será la gratificación más esperada, pero no la única recompensa que se llevan de esta etapa.

Me gusta saber”, argumenta Sergio sobre su decisión de hacer el doctorado. Tras la licenciatura en Filosofía realizó el máster en la Universidad y pensó que abrirse camino en un tema en el marco de esta disciplina era el siguiente paso natural.

Decidió continuar en la línea de su trabajo fin de máster, relacionado con la propuesta de John Elster sobre los fines y los medios, y eso le llevó hasta la postura contraria que mantiene otro pensador actual, Axel Honneth, y la relación entre vínculos, identidad y normatividad para analizar la sociedad actual.

Adriana también comenzó a dar vueltas a la idea de la tesis conforme terminaba la carrera. “Desde el principio quise hacer algo relacionado con el “lenguaje” del cine, y mi directora, Inés Olza, fue la que me mostró todo un panorama de investigación que yo desconocía”, señala.

Añade que, tras barajar distintas opciones, escogieron el flashback como objeto de estudio “porque se trata de un recurso narrativo bien fijado en el cine, pero al mismo tiempo deja mucho espacio a la creatividad estilística”. Concretamente, se pregunta por “el denominador común a todos los flashbacks (en términos cognitivos) que permite que sean comprendidos adecuadamente por el espectador”.

El inicio de la carrera investigadora

Centrar el tema es, de acuerdo con Sergio, una de las principales dificultades a las que se enfrenta todo doctorando: “A medida que lees bibliografía vas descubriendo ramas secundarias. Puedes bloquearte si quieres abarcarlas todas. Tu aspiración debe ser hacer un trabajo riguroso y entrar en diálogo con distintos autores, pero consciente de que quizá abras temas que no puedas cerrar”. E insiste en que la tesis “es el inicio de una carrera investigadora, no su culmen.  Si piensas que lo tienes que cerrar todo puedes entrar en pánico”.

Atestigua que la decisión sobre “dónde parar” siempre es compleja porque hay que darse cuenta de cuándo y dónde hacerlo. “A medida que avanzas te das cuenta de que hay muchas cosas que no sabes y cuando la fecha de defensa se aproxima quieres repasar más cosas en los capítulos, pero necesitas poner un punto y final, aunque siempre con el máximo rigor que puedas”, aconseja.

Reconoce que además del equilibrio entre la autoexigencia y la paciencia, el doctorado le ha enseñado mucho sobre su rendimiento y sus ritmos, que se ha dado cuenta que son diferentes en cada investigador. Además, ha experimentado en su propia piel lo que cuesta escribir un puñado de páginas buenas y eso le ha hecho valorar más su trabajo y el de sus colegas. “Todo esto te ayuda a crecer”, dice.

Coincide con Adriana en que en los momentos más duros el apoyo del director de tesis es fundamental. Ella subraya que la suya, Inés Olza, “sin dejar de ser exigente, siempre ha supuesto una fuente de motivación” y la ha sabido “transmitir mucha paz”. Esto era especialmente importante en los momentos en los que sentía que el cometido le “quedaba grande” y le asaltaban las dudas del llamado síndrome del impostor: “Piensas que no sabes absolutamente nada, que no estás a la altura del tema, de la tesis, de lo que se te pide, etc.”.

Un camino para descubrir

Compartir momentos con otros doctorandos y escuchar la experiencia de los directores de tesis y de la de otros investigadores siempre ayuda, por supuesto, pero Adriana enfatiza que “algunas cosas se aprenden por únicamente por las bravas, a través de la experiencia. El camino de la tesis lo recorre cada uno y en ese proceso uno aprende también mucho sobre sí mismo y sobre cosas que van más allá del trabajo de investigación que está realizando”. Dice que a la Adriana de 2014 le daría algunos consejos básicos sobre métodos de trabajo o gestión del tiempo, “pero sin spoilers: hay cosas que es mejor descubrir por el camino”.

Horas de biblioteca, innumerables artículos y monografías leídos, estancias en el extranjero -Sergio en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, en Milán, y Adriana en Universidad de California-Los Ángeles (EE. UU.), cientos de párrafos escritos y revisados una y otra vez… Han sido muchos hitos, pero todo vuelve más frenético en el tramo final, donde el principal reto es cumplir los plazos para depositar la tesis y defenderla antes de que acabe 2018.

“Acabarla supone una mezcla de sensaciones”, reflexiona Sergio. “Por un lado, quieres terminar ya para ver el fruto tangible de tu trabajo, pero ha sido una época muy bonita y también da pena que finalice”, asegura. “Considero un privilegio poder dedicarte unos años por completo a un tema que te gusta y que te sirve como persona. Con esto he ganado algo que no habría conseguido de otra manera”.

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