2014_06_20_DCAN_La ayuda que los fieles prestan a la Iglesia en sus necesidades económicas tema de una tesis doctoral defendida en la Universidad de Navarra
La ayuda que los fieles prestan a la Iglesia en sus necesidades económicas, tema de una tesis doctoral
Su autor es el sacerdote mexicano Jaime Vázquez Sánchez
El sacerdote mexicano Jaime Vázquez Sánchez ha defendido hoy su tesis doctoral sobre el c. 222 § 1 del Código de Derecho Canónico en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra. Esta norma prescribe la ayuda que los fieles prestan a la Iglesia para sostener sus necesidades.
La reflexión propone una comprensión del deber de ayudar a la Iglesia sugerente y nueva. El sostenimiento de la Iglesia no ha sido tratado amplia y sistemáticamente por la doctrina canónica. Por ello, la tesis supone un punto de partida para un estudio detallado de la cuestión.
Una de las causas del reduccionismo a que se ha visto sometido el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades es su aislamiento en el ámbito patrimonial. Precisamente para solucionar esta carencia la tesis propone varias vías de apertura del sentido de la norma. En primer lugar, desde el punto de vista de los sujetos, subraya que es un hecho comprobado que también los clérigos y miembros de institutos de vida consagrada colaboran activamente en el sostenimiento de las labores de la Iglesia. Lo hacen por su puesto con su vida y con su entrega pero el mismo Código les anima a no dejar de hacerlo también con sus ofrendas. Asimismo, una profunda comprensión de la universalidad de la Iglesia facilita el descubrimiento de sus múltiples dimensiones que posibilitan una multitud de formas de colaboración diferentes.
Desde el punto de vista del objeto, la amplitud que se formula sobrepasa las prestaciones económicas y alcanza también a aquellas prestaciones personales (tiempo y talento), e incluso espirituales y de otros tipos.
Las necesidades que la Iglesia debe satisfacer incluyen los medios materiales para llevar adelante su misión y, fundamentalmente, necesidades más profundas y estructurales que son espirituales. Por ello, los fines que la Iglesia enumera en el c. 222 § 1 no se pueden reducir a su dimensión material. Toda la vida de los fieles puede constituir un culto espiritual hasta transformarse en piedras vivas (cfr. 1 Pe 2, 5). Por otro lado, toda su existencia es parte de su testimonio del amor de Dios y por lo tanto misión evangelizadora (cfr. Evangelii Gaudium, 273). La caridad puede y debe impregnar todas sus acciones llevando la revolución de la ternura hasta la existencia concreta de los otros (cfr. Evangelii Gaudium, 270). Por último, sostener a los ministros implica también rezar por ellos y acompañarlos espiritual y afectivamente preocupándose incluso de su descanso y de su salud.
Sin embargo, la mayor aportación de la tesis doctoral es posiblemente el descubrimiento del fundamento de la generosidad de los fieles para sostener a la Iglesia en sus necesidades. A través de una Carta Pastoral de los Obispos de Estados Unidos del año 1992, el trabajo sitúa en el agradecimiento el verdadero núcleo de la corresponsabilidad de los fieles en la misión de la Iglesia. El agradecimiento a Dios aligera el peso de la obligación. El fiel, tratando de imitar la generosidad divina, se siente invitado a salir de sí mismo y transformarse en un don para la Iglesia. Por eso, cuando los fieles realizan el derecho-deber de ayudar a la Iglesia, no solo responden generosamente a la llamada divina de continuar con la misión redentora de Cristo sino que al mismo tiempo agradecen sus bendiciones.
La cabal comprensión del derecho-deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades comporta una educación en la lógica del don. El fiel que es consciente de su compromiso bautismal se siente parte de la Iglesia y hace propias sus necesidades. En este punto son especialmente claras las palabras del Papa Francisco: «No tengo riquezas, mi riqueza es sólo el don que he recibido de Dios. Esta gratuidad es nuestra riqueza» (Homilía en Santa Marta, 11 de junio de 2013). San Josemaría, Fundador de la Universidad de Navarra, se refería también a ello en una homilía de 1956: «Pero el Señor sabe que dar es propio de enamorados, y El mismo nos señala lo que desea de nosotros. No le importan las riquezas, ni los frutos ni los animales de la tierra, del mar o del aire, porque todo eso es suyo; quiere algo íntimo, que hemos de entregarle con libertad: dame, hijo mío, tu corazón. ¿Veis? No se satisface compartiendo: lo quiere todo. No anda buscando cosas nuestras, repito: nos quiere a nosotros mismos. De ahí, y sólo de ahí, arrancan todos los otros presentes que podemos ofrecer al Señor» (Es Cristo que pasa, 35).
Jaime Vázquez Sánchez es sacerdote de la Archidiócesis de Puebla (México) a donde regresa el 28 de junio después de cinco años de intensa formación en la Universidad de Navarra.