La estadística puede ayudar a recuperar la confianza perdida durante la pandemia
Elisabeth Viles Díez. Catedrática de Tecnun y Subdirectora del Instituto de Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial
El 20 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Estadística, establecido por la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas. Se celebra cada 5 años y tiene como objetivo concienciar a la sociedad de la importancia del trabajo de los profesionales expertos en estadística, cuya profesión es tan apasionante como desconocida, y a veces minusvalorada, pero de un gran valor añadido en el contexto de muchas otras ciencias.
Vivimos rodeados de situaciones aleatorias, aunque muchos no seamos conscientes de ello. ¡Cuántas veces habremos cogido dos pantalones de la misma talla para ver si alguno de los dos nos queda un poquito mejor! ¡O cuántas otras habremos mirado de reojo el contenido de la botella de vino para llevarnos la más llena! Quizás no, y solo seamos los estadísticos los que lo hacemos sabiendo que no habrá dos botellas en la estantería que tengan exactamente el mismo contenido de vino, ni dos pantalones de la misma talla iguales sin que esto, en la mayoría de situaciones, se convierta en motivo de reclamación.
La estadística matemática es la ciencia que ordena y resume la información contenida en un conjunto de datos para hacerla más interpretable. Pero, sobre todo, es la ciencia que analiza la variabilidad de los fenómenos que son aleatorios. Esto es, de aquellos fenómenos que, repetidos prácticamente en las mismas condiciones, pueden darte distintos resultados. Estos fenómenos pueden ser observados a través de la recogida de grandes series de datos y la estadística proporciona técnicas y herramientas para aprender a analizarlos e interpretarlos. Nos ofrece apoyo científico para la toma de decisiones en entornos de variabilidad. Algo muy propio del momento actual.
Una ciencia fundamental durante la pandemia
Normalmente la profesionalidad de un experto se pone en evidencia cuando éste debe resolver problemas complejos. La pandemia del COVID-19 ha demostrado que una situación tan difícil como la que vivimos no se soluciona solo con un excelente equipo médico, con los mejores economistas, sociólogos o los dirigentes políticos del momento.
Los datos que se registran son a día de hoy la única materia prima disponible para conocer la evolución de la pandemia, así como para estudiar el efecto que tendrán las actuaciones políticas o médicas en su desarrollo. Las herramientas para el correcto manejo y análisis de estos datos, junto con el conocimiento médico, son las únicas que en este momento nos pueden proporcionar luz sobre su evolución real. El estadístico es un perfil imprescindible en un equipo multidisciplinar que analiza la evolución del COVID-19 en la población.
¿Se está escuchando suficientemente su voz? El estadístico es el o la profesional que ayuda a diseñar el plan para la recogida de datos y colabora en la identificación de las medidas y métricas con las que se evalúa la evolución del virus. Estas métricas son elegidas para responder a las grandes preguntas que llevan meses ocupando nuestras conversaciones. Me refiero a saber si se ha llegado o no a la cima, o a afirmaciones en cuanto a si estamos o no en una fase de aumento, descenso o estabilidad de la pandemia.
Es también el estadístico el que encuentra la mejor manera de visualizar los datos, analizarlos, mostrarlos y comunicar sus resultados. O el que colabora en la modelización del comportamiento de la evolución del virus para que se pueda hacer una predicción fiable y con suficiente antelación del número de nuevos casos positivos. Una tarea, por cierto, nada sencilla en esta pandemia debido a las características propias del virus, al impredecible comportamiento de la población y a la calidad de los datos, entre otras muchas incertidumbres que rodean a este caso.
Si bien este es un ejemplo concreto de la labor de un estadístico, no es el único. Es un día mundial para recordar que son profesionales que se manejan bien en entornos de variabilidad, donde saben discernir el grano –-la información– de la paja –el ruido–. Aportan valor para una mejor toma de decisiones fundadas y basadas en la realidad de los datos, y no solo en la prisa y el pálpito como con frecuencia hacemos en tantas situaciones de nuestra vida.
Pocas ramas de la ciencia tienen hoy en día un campo de aplicación tan heterogéneo y en consecuencia un grupo de expertos tan variopinto. Sin embargo, no hemos de olvidarnos del origen de esta ciencia para comprender que la interpretación del estudio y análisis de las situaciones aleatorias no es cuestión baladí.
Echo de menos en esta pandemia oír la voz y la interpretación que los estadísticos hacen de los datos que están analizando. Una voz objetiva que nos interprete desde la ciencia de los datos lo que está ocurriendo y dé soporte científico a las decisiones que se están tomando. Quizás eso ayude a recuperar parte de la confianza que perdemos cuando sentimos que algunos nos hablan desde la subjetividad y el oportunismo.