Nino Nesayyan Agatha: “Me gustaría ayudar a que mi pueblo esté más cerca de Cristo”
Nino Nesayyan Agatha nació hace 28 años en una localidad del sur de la India. Allí creció y se formó en el Seminario de san Francisco Javier, en Peyad, hasta que el obispo de su diócesis le animó a venir a la Universidad de Navarra, donde concluirá sus estudios en mayo.
“Me gustaría ayudar a que mi pueblo esté más cerca de Cristo”, asegura Nino Joseph Nesayyan Agatha, alumno de la Facultad de Teología, con la ilusión de quien se sabe llamado por Dios. Nació hace 28 años en una localidad del sur de la India, en la diócesis de Neyyattinkara. Allí creció y se formó en el Seminario de san Francisco Javie, en Peyad, hasta que el obispo de su diócesis le animó a venir a formarse a la Universidad de Navarra, donde concluirá sus estudios en junio.
Nino es el mayor de tres hermanos. Y aunque nació en el seno de una familia católica, en la que incluso se reza el Rosario todos los días antes de acostarse, el anuncio de su vocación sacerdotal cayó como un jarro de agua fría: “Mi padre me dijo que el sacerdocio no era propio de nosotros, sino de las personas grandes”. Finalmente dio su consentimiento para que Nino entrase en el seminario de su localidad.
La mayoría de sus amigos de infancia, con quienes compartió pupitre y ratos de juego, son hinduistas, musulmanes, budistas y católicos. Estos últimos eran minoría. Tan sólo el 2,3% de la población de la India es católica.
Vive desde hace cuatro años en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona, donde asegura que especialmente ha aprendido a tratar a dos personas en su vida espiritual, a la Virgen de Fátima y a san Josemaría, y donde afirma haber pasado el período más importante de su vida. “Llegué aquí sin saber pronunciar ni una palabra en castellano”, cuenta sobre sí mismo para el asombro de quien pueda escucharle. No le falta alegría ni desparpajo. Y eso también ha jugado a su favor.
Agradece “de todo corazón” su formación en la Universidad de Navarra a los benefactores, formadores y profesores de la Facultad de Teología, y “a quienes han contribuido en silencio sin esperar nada de vuelta”. El próximo mes de mayo concluirá sus estudios y regresará a la India. Podrá volver a jugar al críquet, como hacía de niño, se ordenará sacerdote y cumplirá su sueño de celebrar misa cada día: “Es la mejor oración para pedir la salvación del todo el mundo y la conversión de muchas almas. El amor de Cristo se extiende a los hinduistas, musulmanes, budistas e incluso a los no creyentes”.