El Grupo de Investigación "Ciencia Razón y Fe" (CRYF), de la Universidad de Navarra, invitó el pasado martes 19 de mayo al profesor José Víctor Orón, sacerdote escolapio, ingeniero superior de Caminos Canales y Puertos, quien se incorporó en 2012 al grupo de investigación "Mente-cerebro" del Instituto Cultura y Sociedad (ICS). Orón es también director del programa piloto UpToYou, centrado en la enseñanza de la gestión emocional como integración emocional.

El seminario ofreció algunas aportaciones de la neurociencia a la experiencia de la fe y viceversa. Un punto de encuentro para el diálogo interdisciplinar es el sistema de creencias personal. En neurociencias se asume que las emociones, al igual que la realidad corporal y las percepciones, son elementos decisivos para la toma de decisiones, pero no se tiene tan asumido que el mundo de las creencias juegue un papel relevante.

Ante la cuestión de si es posible el encuentro entre la neurociencia y la fe, el ponente apuntó que "la fe tiene dos dimensiones: por una parte es un don y por otra es una experiencia humana. La fe como experiencia debe tener algún correlato: la conceptualización del mundo desde mis relaciones y posibilidades, de lo que soy yo mismo y cómo entiendo las cosas", afirmó José Víctor Orón.

Cuando se acoge la fe, se da una manifestación de ello en el sistema de creencias: el "sustrato a partir del cual las personas hacemos nuestra conceptualización de lo que es el mundo. Para ello es muy importante la familia y los primeros años. Un niño antes de los 6 años ya sabe qué es la honradez", aseguró Orón. El cerebro es un sistema complejo, un órgano con alto nivel de conectividad. "Todo está relacionado con todo. Los genes han perdido su reinado", ya que a las creencias se llega por un proceso de sedimentación y reflexión a partir de las experiencias personales, emocionales y relacionales vividas. Estas creencias, por el proceso de abstracción, ya no están ligadas a experiencias concretas sino a una conceptualización del mundo y de uno mismo. Además se hacen presentes como un elemento más en la toma de decisiones, para las que entran en competencia la emoción y la razón. "Mi sistema de creencias afecta a mi modo de estar en el mundo", aseguró el investigador.